Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 27 de abril de 2008 Num: 686

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Medicina a tiempo
LETICIA MARTÍNEZ GALLEGOS

Prólogo
DIMITRIS PAPADITSAS

De cómo no aprender los pasos de baile
JUAN MANUEL GARCÍA

Cinco poemas
EMILIO COCO

Paz y las sílabas del silencio
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

Octavio paz y el arte de ametrallar cadáveres
EVODIO ESCALANTE

Entrevista con Enrique Estrázulas
ALEJANDRO MICHELENA

Leer

Columnas:
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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EMASCULANDO MAYÚSCULAS

ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ


Obra reunida,
Nellie Campobello,
Editorial Colibrí,
Fondo de Cultura Económica,
México, 2007.

Para distinguir un hecho determinante, inmediato, incomprensible en su sencillez, de la fascinación por explicarlo a la luz de interpretaciones siempre inexactas (y en detrimento de la íntima minucia, en menoscabo de la razón entrañable de dicho hecho), se ha diferenciado con frecuencia entre la historia y la Historia con mayúsculas. Que la literatura utilice el primer término para referirse a un texto que cuenta algo es suficientemente revelador: no alcanzará nunca –¡qué bueno!– el estatuto de la voz oficial.

Y sin embargo, la narrativa histórica es uno de los subgéneros mejor preñados de la literatura de todos los siglos, de todas las tradiciones. ¿Competencia del arte con la ciencia histórica? No. Más bien: ganas de enmendarle la plana a la mentira entronizada, a la patraña de ritos patrióticos y abrazos acatempenses que inunda las versiones afiladas por el hacha de esa hache mayúscula.

Ningún período de nuestra historia ha sido tan narrado como el de la Guerra civil de 1910. Los profesores de literatura hablan, incluso, del Ciclo de Narradores de la Revolución Mexicana , asimismo con mayúsculas. A él pertenecen muchos escritores insignes (Azuela, Vasconcelos, Guzmán), u olvidados (Urquizo, Muñoz, Magdaleno), y hasta algún humorista heterodoxo como Ibargüengoitia. Un tramo breve, pero fulminante, de ese ciclo lo ocupan dos libritos de Nellie Campobello: Las manos de mamá y Cartucho.

Prologada con erudita impericia (datos, cartas, precavidas notas al pie de la página), donde el ¿especialista? se deja decir que con Yo! Versos la autora “ingresa al género femenino de la literatura mexicana moderna” –cuando la escasa poesía de Nellie ( née Francisca) es tan declamatoria, cuando la feminidad no es una variable admisible de la literatura–, la Obra reunida de la escritora duranguense da cuenta de una deuda literaria que esta atractiva edición paga con creces (aunque la cobre en el prólogo). Si bien algunos de los textos recogidos son prescindibles, como los que develan su devoción villista (y a todo esto, ¿alguien merecerá realmente las obras completas?), los dos títulos mencionados líneas arriba justifican el acopio.

Ambos textos son de estructura parecida. Conformados por una serie de breves relatos a los que una persona real (el soldado llamado Cartucho, la madre de Nellie) les sirve de disparador, pronto se ve que en Las manos de mamá la historia resultante no rebasa la celosía de la confesión: es un puñado de cuadros (tristes o cursis, intensos o deleznables) para una galería de la intimidad. Cartucho, en cambio, constituye una suma de imágenes provocadoras, una alegoría de viñetas cuya violencia es casi erótica de tan hechizante: una colección de estampas donde la adolescente que fue la Campobello en Parral, Chihuahua, mira desde la ventana de su asombro cómo la muerte se abre paso en las calles: irresistible, lujuriosa, tenaz.

Como el tablero de instrucciones que encabeza la Rayuela de Cortázar, la Obra reunida de Nellie Campobello debía contar con un indicador inicial que sugiriera emprender la lectura partiendo de Cartucho, avanzar por algunos relatos de Las manos de mamá y dejarle al estrictamente interesado los textos villistas y su poesía decadentífrica para hacerle un verdadero favor a la obra de esta bailarina insigne, memorablemente dedicada, a veces, a la literatura. (Ah, y que nos recordara, con mayúsculas o minúsculas, que el prólogo es evitable).


EL SIMBOLISMO DE LA AUSENCIA

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ


Así que Usted comprenderá,
Claudio Magris,
Anagrama,
Barcelona, 2007.

La historia de Orfeo y Eurídice es por todos conocida y ha conformado un mito fundador de la literatura. En él se narra cómo Orfeo, desesperado por la muerte de Eurídice, decide bajar por ella al Inframundo. A lo largo del camino tiene que superar pruebas y vencer enemigos ayudado por el poder de su música que tiene la capacidad de conmover a cualquiera. Tan es así que Hades y Perséfone le conceden la gracia de que vuelva con Eurídice, con la única condición de no volver la vista durante todo el camino. Si lo hiciere antes de que el sol los iluminase, entonces ella regresaría de manera irremediable. Orfeo, pues, camina delante de su amada durante todo el trayecto de regreso, ignorando a los monstruos y negándose a volver la cara aunque sea para comprobar que a ella no le ha pasado nada. Justo cuando ha llegado, la impaciencia lo vence y le hace voltear, cuando Eurídice aún tiene un pie en el camino al Inframundo. Entonces se desvanece para siempre.

Variantes más, variantes menos, la anterior es una historia salida de la tradición helénica. Sus antecedentes se remontan a más de dos milenios y ha sido representada y modificada en muchas ocasiones. Ahora le toca el turno a Claudio Magris (Trieste, 1939). Sólo que él lo mirará desde otra óptica.

En primer lugar, el Inframundo está representado por una Casa de Retiro a donde ha ido a parar la mujer de un compositor. Ella sabe que nadie ha salido de ahí, que la vida que le queda es de resignación y de recuerdos. Quizá sea por eso que se sorprende cuando, por las habilidades de su esposo, se entera de que se le ha concedido la oportunidad de volver con él. Llegarán entonces los recuerdos. Cada una de las cosas que le han hecho ver que la vida vale la pena. A fin de cuentas, ser la primera persona a la que se le permite volver no es algo que deba pasar desapercibido. Incluso, intenta justificarlo.

A la larga no saldrá. En una carta dirigida al Presidente de la Casa (carta que es todo el contenido del relato), le explica las razones por las que no salió cuando ya estaba frente a las puertas. Y lo hace a partir de un argumento que sólo podría ser válido para quien ha estado en el infierno y le es concedida la gracia de salir de ahí. Sobre todo, para quien sabe que dicho infierno no es lo que se esperaba y que, una vez visto, poco se puede hacer para no desilusionar a todo aquél que pregunte.

Con la prodigiosa prosa que lo caracteriza, Magris logra darle voz a un personaje femenino que cumple a cabalidad cada una de sus promesas. Desde la construcción de su propia feminidad hasta la reconfiguración de un mito que parecía estar clausurado debido a tantas reescrituras. Así que Usted comprenderá es un relato breve que sorprende, aunque el lector conozca el final, demostrando que las causas en la literatura son mucho más importantes que los hechos mismos.



Encuentros con mujeres demasiado guapas,
Hermann Bellinghausen,
Itaca,
México, 2008.

Treinta y dos piezas componen este que es el tercer volumen de relatos del también poeta, articulista, cronista, periodista y guionista, fundador de La Jornada y director del suplemento Ojarasca . Aquí, la voz múltiple de Bellinghausen multiplica sus acentos para hablar y hacer hablar no sólo a las mujeres demasiado guapas del título, sino sobre todo a quienes gozan o sufren el encuentro con ellas.



Al filo de la navaja: diez cuentos colombianos,
Juan Gabriel Vásquez (selección y prólogo),
Coordinación de Difusión Cultural,
Dirección de Literatura UNAM,
México, 2007.

Algunos ya bien conocidos en estos lares por el público lector –como Héctor Abad Faciolince, Juan Carlos Botero, Santiago Gamboa y Pablo Montoya, por mencionar un cuarteto–, y otros no tanto –es el caso de Badrán Padauí, Escobar Giraldo, Mendoza, Paredes, Silva Romero y Ungar–, los diez cuentistas antologazos, así como Vásquez, desde su labor antologadora, se enfrentan a la dura tarea de ser cuentista, ser colombiano y desmarcarse del ineludible Gabo. Juzgue el lector qué tan lejos, pero sin salir de Colombia, se hallan de Macondo.



Días de diccionario,
Ilan Stavans,
Coordinación de Difusión Cultural,
Dirección de Literatura UNAM,
México, 2006.

Traducido a más de una docena de idiomas, Stavans es autor del célebre La condición hispana, así como editor de volúmenes en inglés de Singer, Vallejo y Neruda, entre otros. Por su labor ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio Latino de Literatura y la medalla Pablo Neruda del gobierno chileno. En este volumen, Stavans “explora nuestra necesidad humana de ‘recurrir al significado de una palabra'” y “llega más allá de los márgenes de la página”.



Dosfilos, revista de literatura y política,
marzo-abril de 2008,
núm. 102,
Zacatecas, México.

Es la Universidad Autónoma de Zacatecas la institución que auspicia esta revista, ya centenaria en cuanto a la cifra de sus entregas, y que coordina con buena mano el colega José de Jesús Sampedro. Poemas, cuentos y ensayos conforman esta entrega, en la que destacan la traducción de un texto de Kerouac, así como “Sin sustituto: los Who y su autenticidad extrema”, firmado por Benjamín Anaya.