Usted está aquí: lunes 28 de abril de 2008 Espectáculos Cumbia callejera retrata la Cholombia de Monterrey

■ René U. Villarreal presentó su opera prima, en el festival de Ciudad Juárez, que terminó ayer

Cumbia callejera retrata la Cholombia de Monterrey

Juan José Olivares (Enviado)

Ciudad Juárez, Chih., 27 de abril. ¿Colombia en Monterrey? Quizá la ubicación geográfica o el ecosistema no son nada parecidos, pero desde los años 80, cuando los sonideros llegaron con su música de cumbia a las colonias del Cerro de la Campana, donde se encuentran unas de las zonas más marginales de la ciudad regiomontana, dejaron una huella imborrable: los oriundos, cholos en su mayoría, la adaptaron, transformaron, e hicieron suyo este género para crear uno nuevo basado en el acordeón: la cumbia callera. Al fin que el acordeón también se usa para la música norteña.

Esto fue lo que motivó al regio René U. Villareal –asistente de dirección de Alfonso Cuarón, Arturo Ripstein, Jorge Fons y Gregory Nava, entre otros– a realizar su opera prima, que llamó la atención en el Festival Internacional de Cine de la Frontera, que se realiza en Ciudad Juárez, porque por medio de una historia de ficción da a conocer: la forma de vida de la Cholombia de Monterrey, subcultura de jóvenes de clases populares; un cine que no se ubica en el contexto del Distrito Federal, así como la terminación de otro de los proyectos que emergen del primer fideicomiso estatal para la producción de cine, Promocine, del Conarte de Monterrey, aunque también recibió apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía mediante el Foprocine.

Especie de tocadas

“Estas manifestaciones son de una cultura de calle. En esas colonias se encuentran grupos de chavos que están reunidos en una esquina para beber y tocar al acordeón; una especie de tocadas improvisadas que llevan años generándose y, ahora, fomentadas por el gobierno local, al grado de volverse un modo de control social. El gobierno ha encontrado un modo de encauzar inquietudes populares acercándoles este tipo de actividades y conciertos, con los cuales la gente queda contenta. No deja de ser inteligente de parte de ellos”, afirma en entrevista Villareal, quien antes de éste había realizado sólo cortos y mediometrajes.

Asegura: “Sorprende encontrar una identificación tan estrecha con Colombia y su cumbia, y vallenato, que se ha traducido en una gran popularidad de esta música entre los chavos, que terminaron por imitar y recrear. Esta Colombia imaginaria acabó por atraer la atención pública, especialmente gracias a la popularidad de Celso Piña y su grupo La Ronda Bogotá.

“Cumbia callera es una película musical, en la que la narración cinematográfica se construye por medio de las canciones compuestas especialmente para ella.”

El desafío, dice Villareal, era lograr ser fiel al medio en el que se desarrolla. “Con frecuencia en el cine los actores interpretan a personajes de la calle desprovistos de veracidad. El casting era fundamental: dediqué meses a buscar a jóvenes de los barrios de Colombia para encontrar a los intérpretes. Además, quisimos plantear un mundo distinto, no tan difícil como el que se vive en esas zonas, sino pasar por un lado más rosa.”

Los ganadores

Al terminar la jornada de este domingo se dieron a conocer los ganadores de esta primera edición del festival. El mejor cortometraje mexicano fue para Carretera del norte, de Rubén Rojo; el corto internacional fue para La pared, de Boaz Armani; el mejor documental extranjero fue Morristown, de Anne Lewis; el mejor documental mexicano fue Los laberintos de la memoria, de Guita Schifter; el mejor largometraje extranjero se lo llevó Bleed number one, de Rabah Amem-Zaimeche, y la mejor película de ficción fue El viaje de Teo, de Walter Doehner.

 
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