Usted está aquí: martes 29 de abril de 2008 Economist Intelligence Unit Regresa la tarjeta de racionamiento

Economist Intelligence Unit

Crisis alimentaria

Regresa la tarjeta de racionamiento

Ampliar la imagen Foto: Reuters

En Rangpur, uno de los distritos más pobres de Bangladesh, los precios del arroz, trigo, aceite de cocina y legumbres se duplicaron el año pasado. Alrededor de 40% de las personas viven con menos de un dólar diario y, en el país en su conjunto, más de la mitad son trabajadores sin tierra, que más bien compran que cultivan su alimento. Los representantes gubernamentales hablan de “hambre oculta”.

Por otra parte, en Malawi, los agricultores levantan una cosecha sin precedente, gracias en parte a fertilizantes subvencionados por el gobierno. Malawi tiene pocos pobres sin tierra, aunque muchos pequeños agricultores sean compradores netos de alimentos.

El impacto de los altos precios de los productos alimenticios varía radicalmente de un lugar a otro. Y también la capacidad de los países para responder y conseguir alimento barato para los consumidores pobres. El camino más simple es reducir impuestos sobre alimentos importados: lo han hecho 24 de los 58 países supervisados por el Banco Mundial. Costa de Marfil, por ejemplo, redujo a la mitad el impuesto al valor agregado, luego de disturbios por alza de alimentos. Etiopía eliminó el IVA sobre alimentos. En enero, Indonesia levantó los controles de importación sobre soya, después de enormes protestas por alza de alimentos en años.

Vender pan subsidiado a los pobres requiere de mayor capacidad administrativa. Hace poco, Pakistán anunció que restablecería un viejo sistema de tarjetas de racionamiento para trigo barato. Yemen abastece de trigo subsidiado a mercados selectos y Egipto lo proporciona a molineros para reducir el precio del pan. Esas medidas pueden fácilmente volverse permanentes –Egipto las ha operado durante años– y los gastos pueden crecer en espiral. Este año Egipto presupuestó mil 700 millones de dólares para subsidios al trigo; el costo estimado es ahora de 2 mil 200 millones y sigue aumentando.

Bob Zoellick, director del Banco Mundial, sostiene que la mejor manera de proteger a los pobres sin dañar a los agricultores es a través de entregas condicionadas de dinero. México, por ejemplo, maneja un programa llamado Procampo que distribuye dinero a agricultores pobres. Pero esos esquemas tendrían que aumentar y estar ya en funcionamiento (Procampo fue lanzado para compensar a los agricultores antes de que el TLCAN entrara en vigor, en 1994). Y, por lo general, funcionan mejor en países en vías de desarrollo de ingresos medios porque hacen considerables demandas administrativas a la burocracia.

Los países sin sistemas de protección social, argumenta Simon Maxwell, del Instituto de Desarrollo de Ultramar del Reino Unido, dependerán de la ayuda alimentaria y de programas de alimentos por trabajo y dinero por trabajo, y no está claro en qué forma podrán éstos aumentar con rapidez. Este año es probable que varios programas de emergencia de Etiopía cuesten más de 1% del ingreso nacional. El Banco Mundial ha casi duplicado su financiamiento a África para proyectos como éste.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya

 
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