Usted está aquí: miércoles 30 de abril de 2008 Cultura Reabre sus puertas al público la zona arqueológica de Cacaxtla, Tlaxcala

■ No sé si el techo reforzado resistiría otra granizada como la de 2007, dijo el titular del INAH

Reabre sus puertas al público la zona arqueológica de Cacaxtla, Tlaxcala

Arturo Jiménez (Enviado)

Cacaxtla, Tlax., 29 de abril. Luego de cinco meses de trabajos y 11 de haber ocurrido una granizada que derrumbó parte del techo monumental que la protege, la zona arqueológica de Cacaxtla fue reabierta al público.

Sin embargo, las autoridades que ayer martes encabezaron una conferencia de prensa y un recorrido por Cacaxtla no están seguras de que dicho techo renovado, de 11 mil metros cuadrados, soportaría el peso del hielo si se diera una granizada similar.

Cabe recordar que el 21 de mayo pasado una granizada sin precedente derrumbó parte del techo en el lado sur, afectó otra menor en el extremo norte y dañó un muro del edificio F, el cual, una vez concluidas las obras de protección, comenzará a ser reconstruido.

El anuncio fue hecho por el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Alfonso de Maria Campos, quien estuvo acompañado por el gobernador de Tlaxcala, Héctor Ortiz.

No hay fórmulas mágicas

–Si viniera otra granizada similar a la del año pasado, ¿el techo ya reforzado resistiría? ¿Cuál es la garantía y quiénes se harían responsables? –preguntó La Jornada a De Maria y Campos.

–No lo sé (si resistiría). La garantía son las empresas constructoras y los diseños que se hicieron, pero no hay fórmulas mágicas; (las soluciones) se hacen al nivel de la tecnología existente. No creo que alguien pueda decir que va a haber una granizada del mismo, de menor o de mayor tamaño.

“Esta techumbre recibió un premio. No es la mejor forma de tener esto, pero es la única que el hombre en México ha encontrado para preservar el sitio. Ya dijimos que se deben buscar fórmulas para superar la existencia de la techumbre, la cual será objeto de una reflexión académica.”

Por eso se decidió reponer y continuar con el diseño original del techo, agregó de Maria y Campos, quien destacó que el reto principal es encontrar la manera de preservar las famosas pinturas murales para las futuras generaciones, hechas sobre paredes de barro, de frágil consistencia.

Pese a ello, el coordinador nacional de obras y proyectos del INAH, Federico Bussey, fue más específico y dijo que la salida de agua y granizo ya no se concentrará en los desagües, cuyo diámetro ahora fue ampliado después de que hace un año se taparon.

Ahora, siguió Bussey, se agregó una inclinación de 15 grados al techo de lámina, y si cayera otra granizada similar a la de 2007 el hielo se deslizaría hacia un canalón, el cual, además, si llegara a vencerse, caería hacia afuera, sin dañar los antiguos edificios ni las pinturas murales.

De Maria y Campos dijo que las obras tuvieron un costo de alrededor de 18 millones de pesos, cubiertos entre el seguro, el gobierno local y el INAH.

Agregó que al mantenimiento del sitio y la techumbre se destinan más de 2 millones de pesos al año y que los anteriores trabajos en la estructura fueron en 2002.

 
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