Usted está aquí: viernes 2 de mayo de 2008 Política Cúpula de la CROC celebra el 1º de mayo en restaurante; obreros, bajo el rayo del sol

■ El dirigente Isaías González llama a salvar el planeta, sin plantear reivindicaciones salariales

Cúpula de la CROC celebra el 1º de mayo en restaurante; obreros, bajo el rayo del sol

Gustavo Castillo García

Ampliar la imagen Integrantes del Congreso del Trabajo durante el mitin en el Zócalo Integrantes del Congreso del Trabajo durante el mitin en el Zócalo Foto: Carlos Ramos Mamahua

Un espectáculo musical y un cúmulo de ofertas de enseres domésticos, aparatos telefónicos, seguros, viviendas, alimentos y hasta pláticas para prevenir las adicciones fue el contexto en que Isaías González Cuevas, secretario general de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), encabezó la conmemoración del Día del Trabajo en el estadio Azteca, donde el tema principal fue “salvemos al planeta” de la contaminación. No hubo exigencias salariales o de prestaciones.

Asistieron unos 30 mil trabajadores acompañados de sus familias, quienes presenciaron a pleno rayo de sol el programa musical, mientras los dirigentes, encabezados por González Cuevas –siempre rodeado de escoltas–, vieron el espectáculo desde el restaurante que da justo a la mitad de la cancha. Una pared de vidrio separó a la cúpula sindical de los obreros.

Los trabajadores y sus familias comenzaron a llegar a la explanada del Azteca antes de las 10 de la mañana, pero tuvieron que esperar dos horas para que los dejaran entrar, mientras decenas de vendedores les ofrecían los bienes y servicios mencionados.

En cambio, los dirigentes ingresaron de inmediato al estadio y fueron llevados al restaurante Freedom para observar desde allí, con todas las comodidades, el espectáculo de Jair, Kika Edgar, Los Fuereños y la Sonora de Margarita, entre otros.

La dirigencia disfrutó de comida y bebida llevada al estadio por personal de esa central. González Cuevas y todos los miembros del comité nacional fueron atendidos por un barman y meseros de su confianza.

Asimismo, se desplegó una docena de escoltas para evitar que personas sin el distintivo “invitado especial” estuvieran en ese lugar, justo donde todas las mesas tenían a las 10 de la mañana un letrero con el logotipo de la CROC que decía “reservado”.

En cambio, los obreros y sus familias tuvieron que pagar, en caso de llevar coche, 50 pesos de estacionamiento. El precio de un vaso de cueritos de cerdo era 15 pesos, el de los refrescos 25 y el de un plato de botana 20; para matar el hambre, cinco tacos de canasta por 30 pesos.

De los 60 mil obreros que la CROC esperaba, únicamente llegaron unos 30 mil, según cálculos de policías capitalinos.

En el discurso del dirigente de la CROC, que fue repartido a los medios por el jefe de prensa de esa central, sólo se dedicó un párrafo en recuerdo de los obreros caídos en Río Blanco (1907), en Cananea (1906) y en Chicago (1886). “En este evento el tema principal es (fue) salvemos al planeta”, diría el líder croquista.

“No sabremos realmente cuánto costó todo esto; pero eso sí: pan y circo”, aseveró Alberto Robles, uno de los miles de obreros que esperaban la rifa de 10 automóviles, cuatro viviendas y enseres domésticos.

 
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