Usted está aquí: sábado 3 de mayo de 2008 Opinión Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez
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■ Resistencia cotidiana

La pregunta de cómo resisten los zapatistas tiene múltiples respuestas. Una se encuentra en el poblado 24 de Diciembre, en la Selva Lacandona. “Sólo muertos nos sacan de aquí. Esta tierra es nuestra y aquí nos quedamos”, declararon los pobladores hace más de un año, cuando empezaron las agresiones en su contra para desalojarlos de 525 hectáreas de tierras recuperadas.

Las 31 familias de 24 de Diciembre, todas bases de apoyo del EZLN, resistieron y ganaron gracias al apoyo de cientos de zapatistas de la región que sostuvieron un plantón alrededor del predio amenazado por la Unión de Ejidos de la Selva (UES). Se defendieron con el cuerpo y con organización, sin responder a la violencia física, a la quema de milpas y cafetales, las amenazas de muerte, los disparos al aire y demás provocaciones solapadas por los campamentos del Ejército federal y la policía estatal que se encuentran a su alrededor. Sus compañeros hicieron guardia las 24 horas de día, durante nueve meses, para que ellos pudieran salir a sembrar y a hacer otras tareas. Los zapatistas de la selva fronteriza llegaron por turnos al plantón desde comunidades lejanas. Su misión fue cuidar las casas y las familias y ponerse en medio para que los pobladores de 24 de Diciembre no respondieran a las agresiones.

La resistencia cotidiana –o la cotidianidad de la resistencia– es invisible. No ocupa un lugar en los noticiarios y sus protagonistas no dictan cátedras; están ahí nomás, cuidando el terreno y poniéndolo todo, no sólo para tener un lugar para sembrar, sino para construir autonomía y seguir decidiendo su destino. Nueve meses después de que empezaron las guardias para defender la comunidad, la UES aceptó una indemnización del gobierno estatal y retiró el poblado fantasma que creó en las mismas tierras para disputar su propiedad.

La batalla en 24 de Diciembre se ganó también gracias al boicot que organizaron personas y colectivos a los locales de Café de la Selva, cuyo socio y principal distribuidor es la UES. La campaña se dirigió a los consumidores, instándolos a no consumir café proveniente de quienes hostigan a un poblado en resistencia. La solidaridad nacional e internacional tuvo papel preponderante.

Esta semana se levantaron el plantón zapatista y el boicot al Café de la Selva. Hay otros poblados zapatistas amenazados y en todos se resiste con organización y solidaridad, sin más armas que la firme voluntad de un pueblo para construir un mundo donde quepan muchos mundos.

 
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