Usted está aquí: lunes 5 de mayo de 2008 Estados La barita, otro tesoro que no ha dejado beneficios para pobladores de Chiapas

■ Incumple la minera canadiense Blackfire promesas de obras e introducción de servicios

La barita, otro tesoro que no ha dejado beneficios para pobladores de Chiapas

■ Ejidatarios pedirán que la empresa se vaya; “no vamos a firmar ningún acuerdo”: dirigente

Elio Henríquez / I (Corresponsal)

Ampliar la imagen Pobladores del ejido Grecia, en la frontera de Chiapas con Guatemala, muestran barita seleccionada en la mina que explota la empresa canadiense Blackfire, la cual construye un teleférico para sacar el mineral sin cumplir las obras prometidas a la comunidad. Uno de los usos de la barita es como lodo de perforación en pozos petroleros Pobladores del ejido Grecia, en la frontera de Chiapas con Guatemala, muestran barita seleccionada en la mina que explota la empresa canadiense Blackfire, la cual construye un teleférico para sacar el mineral sin cumplir las obras prometidas a la comunidad. Uno de los usos de la barita es como lodo de perforación en pozos petroleros Foto: Moysés Zúñiga Santiago

Chicomuselo, Chis., 4 de mayo. Los pobladores de esta región fronteriza con Guatemala, dueños de tierras que esconden codiciados tesoros minerales, poco se han beneficiado de las riquezas que empresas nacionales y extranjeras extraen mediante concesiones otorgadas por el gobierno federal.

Lo más que han conseguido son promesas de obras sociales por parte del gobierno estatal. Por ello, en días recientes decidieron cerrar los accesos a una mina de la cual la empresa canadiense Blackfire Exploration México extrae barita, material utilizado, entre otras cosas, para perforación de pozos petroleros.

“No es justo que ellos saquen nuestras riquezas y nosotros sigamos jodidos, sin ningún beneficio”, afirmó Román López Ramírez, presidente del consejo de vigilancia del ejido Grecia, municipio de Chicomuselo, donde se ubica la mina La Revancha.

Con el argumento de que la empresa genera empleos, el gobierno canadiense presiona a las autoridades estatales a través de su embajada en México para que construya obras sociales que calmen a los habitantes y garantice la seguridad del personal de la mina (no más de 25 personas, que ganan 100 pesos diarios).

Permisos pendientes

Pese a no cumplir requisitos legales como el cambio de uso de suelo (hace unos días la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente le dio un mes para tramitarlo), la empresa ha buscado abrirse camino, pero ha enfrentado la resistencia de los dueños de estas tierras, donde se produce café, maíz y frijol.

Según cuentan personas mayores, empresarios extranjeros extraían hace más de medio siglo oro, platino, cobre y otros minerales de esta región, abandonaron los trabajos durante décadas y los reanudaron en 2003.

López Ramírez dijo que “de repente apareció” la Compañía Minera Caracol, propiedad de Tristán Canales, que comenzó a operar a espaldas de las autoridades ejidales, las cuales fueron a hablar con los representantes de la empresa.

Para entonces Minera Caracol ya había comprado “mediante engaños” 13.5 hectáreas a algunos ejidatarios sin permiso de la asamblea. Un trabajador de la empresa, de nombre Baudelio, tenía un acta que lo acreditaba como ejidatario sin que la asamblea estuviera enterada, como marca la Ley Agraria. Por ello se decidió “decomisar” las tierras para reintegrarlas al ejido.

“Ellos mostraron un permiso del gobierno para explotar la mina La Revancha, ubicada en el barrio de San Ramón, perteneciente al ejido Grecia, pero la asamblea dijo: ‘Nosotros vamos a decidir’; y no se aceptó”, relató.

López Ramírez comentó que la empresa les ofreció “muchas cosas a cambio de que se le permitiera trabajar: arreglar la carretera, introducir luz y agua, construir una comisaría y un parque, proyectos productivos para la gente que vive aquí”, en total, 130 familias en Grecia, 15 en el barrio de San Ramón y 18 en Los Arroyos.

“Vimos que sacaban y sacaban material (se habla de mil toneladas de barita y antimonio) y no se cumplían las promesas. En 2005 la comunidad detuvo ocho camiones llenos de material y a sus choferes. Acudieron funcionarios de los gobiernos federal, estatal y municipal. Exigimos que se suspendieran los trabajos y se logró pararlos un año. Los empresarios se fueron y la maquinaria quedó tirada”, relató.

Aparentemente en quiebra, Caracol abandonó la zona y en 2006 vendió los derechos de la concesión a Blackfire Exploration México, cuyos inversionistas poseen tres compañías mineras en su país: Dynamic Drilling Fluids, Tidge Resources y Blackfire Exploration, las cuales tienen ventas globales superiores a un millón de dólares mensuales.

En una carta dirigida al gobernador Juan Sabines Guerrero en octubre pasado, la empresa afirmó que le interesó comprar Caracol porque “en ese momento estábamos importando (barita) de China”, aunque reconoció que en la zona existían “problemas político-sociales”, entre elos la presencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Blackfire Exploration México llegó a la zona en 2006. Al principio los ejidatarios pidieron a la empresa un millón de dólares por la explotación de La Revancha, pero no aceptó. “Dijeron que estaba muy caro. Entonces pedimos obras: electricidad trifásica e introducción del servicio para San Ramón, ampliación y revestimiento de la carretera, caminos para sacar cosechas, agua, drenaje, pavimentación. Estuvieron de acuerdo”.

En un documento que, según las autoridades, es sólo una propuesta que nunca se firmó, la empresa planteó explotar minerales en 13.5 hectáreas durante 25 años y pagar 60 mil pesos mensuales al ejido a partir de febrero pasado.

“Muchos ejidatarios dijeron que no hiciéramos trato, que nos iban a tratar igual que Caracol, pero otros dijeron que sí, que por ser extranjeros a lo mejor eran más educados y tenían mejores técnicas. Nos convencieron y se hizo una minuta de trabajo”, dijo Román López. “Ahora nos damos cuenta de que mucha gente tenía razón: esta empresa tampoco ha cumplido”, añadió.

La mina está en un cerro situado en el barrio de San Ramón, en terrenos que colindan con el ejido Nueva Morelia, donde la compañía construyó bodegas, dormitorios y comedor para los empleados. Varias máquinas y unos 20 hombres trabajan 11 días seguidos y descansan cuatro.

En la zona se observan cientos de toneladas de piedras de barita, blancas y pesadas, y tractores abandonados.

Más que la extracción, el principal problema ha sido sacar el material, por lo accidentado del terreno y por la oposición de los pobladores.

A fin de evitar el traslado de la barita por terrenos de Grecia, Blackfire construyó una carretera de aproximadamente ocho kilómetros que acorta el recorrido de Nuevo Morelia a la mina. Para ello compró tierras a bajo precio a una docena de ejidatarios. Además, la empresa construye torres para instalar una especie de teleférico para llevar la barita hasta Nuevo Morelia.

Temen mayor escasez de agua

Para los ejidatarios de Grecia la mayor preocupación es la contaminación ambiental y la sobrexplotación del agua, escasa en la zona. “La gente quiere parar definitivamente la explotación de barita porque corremos el riesgo de que en pocos años se agote el agua, pues aquí no hay manantiales”, dijo Roselio Ramírez, presidente del comisariado ejidal.

“En la siguiente reunión con la empresa le vamos a decir que ya no queremos que estén aquí, que no vamos a firmar ningún acuerdo, que se vayan como vinieron y que nos dejen en paz –dijo Roselio Ramírez a principios de abril–, y si al gobierno le interesa que se exploten las minas, que nos reubique y nos reponga lo que tenemos.”

Los pobladores no esperaron la siguiente reunión con los representantes de la empresa para notificarles el acuerdo que tomó la asamblea el 27 de marzo, y el 8 de abril cerraron los accesos a la mina La Revancha.

La Jornada solicitó una entrevista con representantes de Blackfire en sus oficinas de Tuxtla Gutiérrez, pero no hubo respuesta.

 
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