Usted está aquí: martes 6 de mayo de 2008 Opinión Ciencia, cuántas tonterías se dicen en tu nombre

Javier Flores

Ciencia, cuántas tonterías se dicen en tu nombre

Es muy probable que el procedimiento interpuesto por el titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) contra la despenalización del aborto en el Distrito Federal no prospere. Esto porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró el año pasado improcedentes los recursos de inconstitucionalidad provenientes de los organismos autónomos. Sin embargo, el ombudsman nacional, José Luis Soberanes, acudió de todas maneras ante el máximo tribunal para explicar su postura. Lo ha hecho también de manera pública en estas páginas.

Es interesante observar que la gran mayoría de los integrantes del Consejo Consultivo de la CNDH, que preside Soberanes, en su momento se manifestaron en contra de la posición de su presidente respecto del tema del aborto. Personalidades como Miguel Carbonel Sánchez, Paulette Dieterlen Struck, Juliana González Valenzuela, Ricardo Pozas Horcasitas y Fernando Serrano Migallón se lo hicieron saber. Otros, como Héctor Fix Zamudio, prefirieron omitir sus opiniones.

Soberanes busca ahora una justificación que bien podría ser ignorada. Creo que es un elemento de distracción que busca de todas maneras influir sobre los ministros de la Corte. Es difícil además excluir la hipótesis de que tanto la CNDH como la Procuraduría General de la República –cuyo recurso es el único que quedaría vivo– actuaron motivados por las presiones de la Iglesia católica y del gobierno panista de Felipe Calderón. Es difícil no apreciar la identidad entre este culto y el panismo, como puede observarse claramente hoy en Jalisco.

Pero, en fin, los argumentos de Soberanes pueden confundir a algunas personas. Lo primero que hay que tener claro es que quienes se oponen a la despenalización del aborto han decidido no introducir abiertamente argumentos de carácter religioso. En su lugar se pone el énfasis en razones que son en apariencia de tipo científico, es decir, se utiliza un disfraz. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: México ha construido a lo largo de su historia un Estado laico y se trata de evitar, por ahora, una confrontación directa con el laicismo.

No obstante, al elegir el cobijo de la ciencia se piensa que México es una nación subdesarrollada en esta materia, en la que se pueden expresar toda clase de tonterías con sólo invocar el respaldo científico. Es como en la televisión, cuando nos quieren vender productos para adelgazar cuyos beneficios “están científicamente comprobados”.

José Luis Soberanes probablemente pasará a la historia como el peor ombudsman de México y no le importa. Transita de abogado a experto en medicina forense y a especialista en genética y reproducción humana. Pero, eso sí, según él todo está “científicamente probado”. Por ejemplo, en el caso de la muerte de la indígena Ernestina Ascensión, que difícilmente puede olvidarse, manda cartas a este periódico (es importante para él que sea aquí, como en el caso de sus textos) para provocar y retar a todos a examinar sobre “bases científicas” los resultados de las segundas autopsias realizadas por él. ¿A quién trata de engañar? ¿Cómo explicar las amenazas a la familia, a los pobladores y al personal médico que examinó inicialmente las lesiones de Ascensión? Cabe preguntar, ¿en qué otros casos de probables asesinatos de mujeres la CNDH ha pedido la exhumación de un cadáver? ¿Acaso no contó que se trataba de una acusación contra el Ejército mexicano y que había un diagnóstico previo de Felipe Calderón? Soberanes se regodea con sus indagaciones pensando que somos un país de retrasados. Se equivoca. Si somos rigurosos, debería haberse integrado un comité autónomo de especialistas para examinar todas las pruebas disponibles. Esto no ha ocurrido, así que la “demostración científica” de Soberanes es aún hoy una falacia.

Volviendo al tema del aborto, los argumentos que esgrime son elementales y absurdos. Pone en el centro, al igual que hace la Iglesia católica desde el siglo XIX, la unión del óvulo y el espermatozoide como origen de la vida –y de la persona humana, agrego yo. Desconoce totalmente que en los mamíferos un embrión puede provenir no solamente de la unión de los gametos, sino a partir de la unión de un óvulo enucleado con el núcleo de una célula somática, como demostró Ian Wilmut a finales del siglo pasado. Digo esto en atención a la claridad lingüística que el ombudsman reclama. En el caso de los humanos, Edward French demostró en enero de este año que es posible la formación de embriones humanos hasta la etapa de blastocisto a partir de núcleos de células de la piel (fibroblastos). En su ignorancia científica, Soberanes no se da cuenta de que implícitamente apoya la clonación reproductiva, pues el embrión surgido de esta forma sería, de acuerdo con su postura, una vida humana que constitucionalmente habría que proteger.

Hablando de células de la piel, éstas tienen el ácido desoxirribonucleico (ADN) de nuestra especie y en ciertas condiciones pueden tener un comportamiento autónomo, pues tienen la capacidad de expresar una reprogramación epigenética (modificaciones en el ADN sin cambios en su secuencia), como han evidenciado, por ejemplo, los trabajos de Joannides y colaboradores en 2004, lo que las haría distintas a las células que les dieron origen, lo que para Soberanes sería una vida humana que habría que proteger.

Entonces, rascarse un brazo sería para el ombudsman un asesinato en masa.

 
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