Usted está aquí: miércoles 7 de mayo de 2008 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

■ La decadencia de la mayor petrolera privada del mundo

Ampliar la imagen La decadencia de ExxonMobil es más dramática de lo que se ha permeado y nada menos que la legendaria familia Rockefeller fustigó los pésimos manejos de la primera trasnacional petrolera del orbe La decadencia de ExxonMobil es más dramática de lo que se ha permeado y nada menos que la legendaria familia Rockefeller fustigó los pésimos manejos de la primera trasnacional petrolera del orbe Foto: Ap

La decadencia de las grandes petroleras privadas en el mundo es palmaria a todos los niveles, como es el caso de la más importante a escala planetaria, ExxonMobil, cuya producción ha declinado en forma dramática, lo cual ha afectado sus resultados financieros en el primer trimestre del año.

¿Cómo puede ser que una empresa con las mejores ganancias decline su cotización en Wall Street? La misma Hillary Clinton espetó: “algo seriamente maligno ocurre en nuestra economía cuando las ganancias récord en un trimestre de 11 mil millones de dólares de Exxon son vistas como una decepción por Wall Street” (The Financial Times; 1.5.08).

Sucede que el “mercado” ha descontado, pese a sus prodigiosas ganancias, el estrepitoso declive en producción, debido al desplome de las reservas de la principal trasnacional petrolera privada del mundo.

En el reciente undécimo Foro Internacional Energético (IEF, por sus siglas en inglés) celebrado en Roma, donde concurrieron tanto los países consumidores como la OPEP, se resaltó que las trasnacionales petroleras privadas solamente disponían de 6 por ciento de las reservas mundiales de oro negro, con una tendencia dramática a la baja, lo cual ya habíamos señalado en “Hacia la desprivatización” (Suplemento Especial La Jornada; 18.3.08).

Por cierto, México “copresidió” dicha reunión y tal parece que la cleptocracia calderonista se obstina en ignorar sus trascendentales discusiones y resultados, a tal grado que en forma inconsciente, cuando pende sobre la nación la espada de Damocles de la entreguista reforma energética, será anfitrión en 2010 de la duodécima reunión del IEF.

Sheila McNulty y Carola Hoyos, de The Financial Times, exponen que “ExxonMobil, considerada por sus colegas y los inversionistas la petrolera internacional más exitosa, comienza a mostrar señales de debilidad”.

La producción de ExxonMobil, recientemente expulsada de Venezuela (ver Bajo la Lupa; 10.2.08), declinó 10 por ciento en el primer trimestre, y Neil McMahon, analista de Sanford Bernstein, comentó que la baja producción persistirá en los próximos cinco años pese a los altos precios del petróleo.

La producción total de gas y petróleo de Exxon cayó 5.6 por ciento. En África, su nueva área de inversiones, periclitó 20 por ciento debido a que Exxon fue “obligada a compartir los beneficios con los gobiernos de los países anfitriones”. También la nacionalización en Venezuela dañó sustancialmente sus volúmenes, así como sus mediocres hallazgos en los campos de gas de Canadá.

McNulty y Hoyos comentan: “a diferencia de Royal Dutch Shell, que enfatiza la investigación en la segunda generación de biocombustibles y como líder en el transporte de gas natural, Exxon se ha inclinado en favor de las alternativas tradicionales, como el poder eólico, que ha resultado poco económico”.

Exxon se ha vuelto exageradamente misteriosa en su investigación sobre nuevos combustibles, “de lo que no desea hablar públicamente”. Edward Markey, jefe del comité selecto de la independencia energética de la Cámara de Representantes, ha criticado los gastos en capital y exploración de ExxonMobil, así como la auto-recompra exagerada de sus acciones.

Tampoco las grandes petroleras privadas anglosajonas han encontrado tantos “tesoros” en las profundidades oceánicas en la parte estadunidense del Golfo de México (The Financial Times; 9.4.08), donde los hallazgos han sido decepcionantes y donde la pirata española Repsol ha sido sacada a patadas, como en la mayoría de Latinoamérica, con excepción y decepción de México, donde Fox y Calderón la han subsidiado parasitariamente en detrimento del bien común nacional.

Pareciera que la superchería de los “tesoros” oceánicos de Calderón y Repsol, una verdadera maniobra financiera, sirven más bien para ocultar cuantiosas pérdidas e inflar los activos mediante fantasiosas “reservas”, con el fin de elevar artificialmente las cotizaciones en las bolsas (ver Bajo la Lupa; 30.4.08).

Estas técnicas de engaño financiero ya están muy vistas desde la burbuja de la fantasmagórica Compañía del Mar del Sur, a inicios del siglo XVIII, y tal parece que la pirata española Repsol, presuntamente propiedad del Grupo Santander (a su vez, también presuntamente, propiedad del Royal Bank of Scotland, de la reina de Inglaterra), pretende repetir sus esquemas tramposos en México y Brasil.

En el contexto de las múltiples decepciones de nuevos hallazgos desde el Golfo de México, pasando por Canadá, hasta África, que han sido sobredimensionados, para no decir desinformados deliberadamente, caben dos paréntesis.

El primero: las plausibles fuentes alternativas de energía son todavía muy costosas y difícilmente podrán desbancar a los hidrocarburos en la próxima generación. La misma Shell ha sufrido fuertes fracasos en el rubro de la energía eólica que ha tenido que abandonar en Gran Bretaña (The Daily Telegraph; 2.5.08).

El segundo paréntesis: las principales trasnacionales petroleras privadas del mundo pecan de opacidad y desinformación, en la que ExxonMobil es la peor calificada (The Financial Times; 27.4.08).

La decadencia de ExxonMobil es más dramática de lo que se ha permeado y nada menos que la legendaria familia Rockefeller, que fundó Standard Oil, la antecesora de ExxonMobil, fustigó los pésimos manejos de la primera trasnacional petrolera del orbe, carente de rumbo y ausente de la investigación innovativa. Neva Rockefeller, economista y descendiente de su fundador, John, puso el dedo en la llaga: “tratamos de impedir la caída de un gigante” (The Financial Times; 30.4.08), cuyo mínimo 5 por ciento de las acciones se encuentra en manos de la legendaria familia empresarial judía consagrada a la filantropía.

La familia Rockefeller expone el grave problema de “buscar nuevas vías para competir con las empresas petroleras estatales que ahora controlan más de 80 por ciento de las reservas mundiales”, por lo que ha criticado sin misericordia el manejo de Rex W. Tillerson, presidente atribulado de ExxonMobil, cuyo portavoz, Alan Jeffers, aduce que no es tan sencillo pasar de los hidrocarburos a las nuevas fuentes alternativas de energía: “el petróleo y el gas proveerán hasta 80 por ciento de las necesidades mundiales de energía en los próximos 30 años, por lo que su abandono no sería sensato”.

Se acabó la era de las trasnacionales petroleras privadas y ahora se inicia el auge y ascenso irresistible de las petroleras estatales.

 
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