Usted está aquí: lunes 12 de mayo de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Tren suburbano, otro monumento al fraude

■ Enojo popular justificado

La pregunta resulta obligada: ¿por qué tanta prisa para inaugurar la fase de prueba del tren suburbano que correrá en el norte de la ciudad si los trabajos no están terminados? ¿Por qué se trató de engañar a la gente con una inauguración que no era más que el montaje de un show barato? ¿Qué se pretendía con tal tamaño de bufonada?

En la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, como en Los Pinos, se sabía perfectamente que las obras para ese transporte y las de mitigación, es decir, las que evitan que la obra se convierta en un problema, igual para los habitantes de las inmediaciones de las vías, como para los usuarios, observaban retrasos importantes en su construcción.

Y no sólo eso, en el acto con el que Felipe Calderón ¿inauguró? la fase de prueba en la estación Buenavista, no se transparentó la situación real de eso que sólo fue el pretexto para que lanzara otro discurso inicuo, pero inocuo, sobre quienes han gobernado la ciudad en sentido contrario a las disposiciones a la que él, Calderón, obedece.

No hay que buscar mucho. Las estaciones Lechería, Fortuna, Tlalnepantla, San Rafael, y la misma terminal Buenavista, no están concluidas, pero tampoco están listos los puentes que interconectan la estación tranviaria con el Metro, y menos aún los puentes peatonales que salvan al transeúnte del torrente vehicular que pasa por avenida Insurgentes.

Todo esto estaba en la conciencia de las autoridades federales que desde abril pasado trataron de poner en marcha la obra, porque el retraso en la culminación de los trabajos les fue notificado desde la Secretaría de Transportes y Vialidad del DF, en aquel mes.

De cualquier manera, en Los Pinos se tomó la decisión de engañar a la gente con la complicidad de quienes anunciaron el acto con bombo y platillo, pero de inmediato quedó al descubierto que se trataba de un montaje con sabor a venganza política.

Quienes ocurrieron a la estación Buenavista descubrieron de inmediato el fraude. “Sólo perdimos el tiempo”, aseguraron los que dieron crédito a la publicidad que anunciaba la puesta en marcha de ese sistema de transporte, aunque algunos afirman, porque “ya lo anunciaron”, que será al inicio del mes próximo cuando ya pueda dar servicio.

Pero hay más. Existe la presunción de algunos diputados de que esta obra encierra irregularidades que pudieran haber dañado el erario por muchos millones de pesos, y consideran incluso que pudiera guardar semejanzas con lo sucedido con la megabiblioteca José Vasconcelos, uno de los monumentos al fraude que dejó la administración panista de Vicente Fox.

Por lo pronto la Auditoría Superior de la Federación ya documentó irregularidades como pagos en exceso por obras incompletas, falta de documentos que amparen obras y en fin, daño al erario por cuando menos 12 millones de pesos.

Así, sí se mira de cerca, esta obra inconclusa que apresuradamente inauguró Felipe Calderón, no se quedó en el show político ni en el engaño a la gente, sino que nos anuncia otro posible robo a los dineros del pueblo, es decir, un fraude en todo el sentido de la palabra. Y la otra pregunta que salta es: ¿quién debe pagar por esa situación? Seguramente estamos frente a otro episodio de impunidad, por eso se hizo con tanta desvergüenza, ¿verdad?

De pasadita

En la muy larga noche de lo cochupos que se han descubierto entre algunos consejeros del Instituto Electoral del DF, aún no se hace el día. Ya les platicaremos de cómo se las gastan estos ¿servidores públicos? Tal vez, aunque resultara injusto para un grupo, lo mejor sería sacar del organismo a los que se olvidaron que los dineros que tanto requiere la ciudad no se pueden ir en caprichos burocráticos de esos sujetos.

 
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