Usted está aquí: domingo 18 de mayo de 2008 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

■ De posiciones y proposiciones

Ampliar la imagen Claudia Sheinbaum en el debate sobre la reforma energética en el Senado de la República, el jueves pasado Claudia Sheinbaum en el debate sobre la reforma energética en el Senado de la República, el jueves pasado Foto: José Carlo González

El primer día se hizo la luz. La derecha y la izquierda son, persisten, insisten y disputan el poder; forma y fondo, sin eludir las referencias al fetichismo ni las invocaciones al mito y el tabú, para realzar virtudes propias y desaciertos del otro. Las ideologías muertas gozan de cabal salud. Pero la irrefutable topografía política se comprueba en la práctica; responde a lo que se diseña en cubículos de pensadores y quienes son vistos como tales: los intelectuales, la “inteliguentsia” decía la prematura posmodernidad.

Ah, la dicha de poner la palma de la mano como espejo para que el Narciso de la transición en presente continuo viera reflejada su culpable imagen; hacer un charco del río de Herodoto para decir que en 1960 la agotada revolución encontró en Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría la voluntad de ir más a la izquierda que los cubanos: la rigidez del que presumía disponer de un sonar que le permitía eludir los amagos de izquierda y derecha; el anticomunismo visceral del otro, el sucesor cuyo primer acto fue expulsar diplomáticos de la embajada de la URSS. Adolfo López Mateos, jefe del par de marras, diría que su gobierno era de izquierda y de inmediato lo corrigieron los consejeros áulicos: “de izquierda, dentro de la Constitución.” Esa, la del mito, la que se ha reformado cientos de veces. Pero no es el número sino el sentido de las reformas lo puesto a debate.

Después del segundo día hubo quienes elogiaron a rabiar la “sustancia, pertinencia y relevancia” que dieran al debate las intervenciones de Héctor Aguilar Camín, Arturo Fernández de Castro, Luis Rubio y Carlos Elizondo Mayer: Juan Gabriel Palencia (Milenio Diario, sábado 17 de mayo de 2008), quien ahí mismo repite los ensalmos de las brujas de Macbeth: el gobierno debió haber puesto en la mesa del debate la actualidad de la Constitución. Fuera mitos. Ausente el PRD, partido mayor de las izquierdas partidarias y dispersas, retomemos la retórica fundacional foxiana para hacer sobre las rodillas una Constitución libre de tabúes y fetichismos. ¿Y qué hacer del rotundo no de Beatriz Paredes en el primer día?

Porque no contará el PAN con los votos priístas que necesita para aprobar la iniciativa de Felipe Calderón. Beatriz Paredes asumió sobria y firmemente su liderazgo; ratificó lo dicho el 4 de marzo y repetido en Veracruz el 5 de abril ante el Consejo Político Nacional. Pero expondría en el primer día del debate sobre la reforma energética su respeto por las instituciones legítimamente constituidas: “Son, los legisladores, en el sistema de democracia representativa que nos rige, en quienes la sociedad delegó su representación... A ustedes, señoras y señores legisladores, compete ese gran honor; a ustedes también, el juicio de la historia.” En el viejo partido del revisionismo sexenal, cohabitan la izquierda y la derecha; en el priato tardío se fundieron la tecnocracia en tránsito al neoliberalismo y la victoria cultural de la derecha que acogió en su seno a los compañeros de viaje del PRI.

Pero vino el remolino de la reforma energética y no hay dónde esconderse. Por eso se iluminó el sórdido ámbito político con la presencia y las palabras de Cuauhtémoc Cárdenas. Germán Martínez Cázares, líder del PAN, lanzó anatemas contra quien llamó pontífice del petróleo y presunto subversivo que pretende imponer su voluntad a los poderes constituidos. Andrés Manuel López Obrador no estaba en el Senado de la República. El panista recurrió a la historia, no como mito sino descontextualizada, como foto fija que congela el instante y oculta el devenir, para poner sobre la mesa el nombre de Lázaro Cárdenas. Cuauhtémoc, el hijo del Tata, apenas respondió a la provocación. No es lo suyo. Supo, en cambio, señalar cada verdad a medias, demandar claridad, rechazar los sofismas. Y en respuesta a una observación del Niño Verde, precisó que no representaba al PRD, sino a sí mismo, que suyas y de nadie más eran las opiniones y conclusiones expuestas ahí.

El PRD se deshace. La izquierda tendrá que constituirse partido político. Plena de principios, posiciones en el poder y dinero, tiene que abandonar la tentación de un mandato de fantasiosa legitimidad derivado del fraude electoral que, conforme a la añeja convicción nacional, es constante, indemostrable y, por lo mismo, incuestionable. La locura del método. O cómo envejecer prematuramente en el disfrute del infantilismo democrático. No hay partido. No hay quien asuma el mando formal. Y el líder reconocido, el guía irreprochable, el conductor incontestado, tendría que asumir la dirección del partido y guardar en el arcón de los recuerdos el título de “presidente legítimo” y la banda tricolor con el águila de alas extendidas.

No hay quien dispute el liderazgo a Andrés Manuel López Obrador. Él tendría que decidir entre la agitación de un movimiento disidente, o la inmediata conducción de la contienda electoral; sin el repudio previo del resultado. El movimiento tiene entusiasta apoyo de millones que representa poder, pero no es poder representativo. No se reflejará en la realidad sin el voto de los que han firmado y confirmado su adhesión. El año entrante habrá elecciones federales, de diputados locales, municipales y de seis gobernadores. El PRD se deshace y en las urnas sentenciarán su desaparición. A menos que el líder asuma la conducción del partido en busca de los votos que les permitan llegar al 2012 con organización y presencia para disputar la Presidencia de la República.

El debate sobre la reforma energética se decidió el primer día. Notable la intervención de David Ibarra, puntual, precisa, documentada y tajante en las conclusiones. El segundo día permitió escuchar a Javier Jiménez Espriú desmenuzar una iniciativa que, “desde el diagnóstico es insuficiente en el análisis económico; discutible desde el punto de vista técnico; inconsistente en el aspecto legal; ignorante en el sentido histórico y ayuno de sensibilidad política”. “Contrario a toda lógica: se ha partido de la decisión de abrir Pemex al sector privado y luego se han acomodado premisas, argumentos, datos y diagnósticos, en ese orden, para sustentar la solución decidida de antemano”.

Felipe Calderón dejó la víbora chirriando y se fue a Perú, a la cumbre en la que presentó la llamada Iniciativa Verde. Hay crisis alimentaria y la hambruna está entre nosotros: Sojo aconseja comprar tortillas en los supermercados. Agustín Carstens pone el caballo detrás de la carreta: a pesar de los altos precios, no subieron los ingresos porque exportamos 12 por ciento menos crudo y crecieron 40 por ciento las importaciones de gasolina. La reforma impostergable es hacendaria.

La educación es prioridad nacional. Con la Alianza por la Calidad de la Educación, pusieron en marcha un ambicioso proyecto. Tema vital que demanda espacio y análisis que no se reduzca a los encuentros y desencuentros de la dirigente sindical, Elba Ester Gordillo, y la secretaria Josefina Vázquez Mota. Vale.

Carlos Slim declaró que la caridad no reduce la pobreza. Necesitamos una política social de Estado, comida, salud y educación para los millones de pobres; y Pemex como palanca para el crecimiento y desarrollo económicos, y no instrumento para que Hacienda resuelva sus urgencias presupuestales de corto plazo.

 
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