Imagen del reportaje gráfico “las mil caras de la ciudad.

La lente de Nacho López”, 1958

 

 

 

Hablan Trinidad Ramírez y Flavio Sosa

 

Los presos y los muertos

 

 

Juan Trujillo Limones, San Salvador Atenco, 3 de mayo. Han pasado dos años de la brutal represión policiaca a este poblado donde los vivos, los presos y los muertos conviven para liberar a unos y recordar a los otros. La impunidad que camina por los jurados también se percibe en forma de denuncia en la plaza principal. Las voces de Trinidad Ramírez y Flavio Sosa se escuchan como si se metieran al mundo de sus presos y sus muertos.

Mientras las mujeres atenquenses se han encargado de organizar el acto, activistas y simpatizantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (fpdt) y de la Otra Campaña se acompañan de Flavio Sosa, de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (appo), y los padres de los cuatro estudiantes universitarios muertos en Ecuador por el bombardeo del ejército colombiano el primero de marzo. El evento es un encuentro de experiencias, dolores, movimientos y represiones. Los presos y los muertos son la constante.

El operativo que golpeó a este poblado y a la organización popular en mayo de 2006, en el que participaron corporaciones policiacas federales y estatales, causó la muerte de Francisco Cortés Santiago, de 14 años, por disparo de bala, y de Alexis Benhumea, universitario herido en la cabeza, quien a poco más de un mes de hospitalización, murió el 7 de junio de 2006. También hubo 207 detenidos.

 

 

Trinidad Ramírez, Trini como le dicen aquí sus compañeras, está a cargo de la organización del Frente y también de la difusión de la defensa jurídica de los presos: “No olvidamos la brutal y cobarde represión que hizo el gobierno, nos mantenemos firme en la lucha, y no para lacerarnos, porque nuestro coraje está más vivo mientras no veamos a todos nuestros compañeros libres”.

Frente al auditorio están los colectivos de arte. A unos metros se preparan las detonaciones de los cañones que los atenquenses usan para sus fiestas.

En 2000 el gobierno del expresidente Vicente Fox había planeado un aeropuerto en 9 mil hectáreas. Ahora que hay indicios de reactivación del proyecto, Trini expresa: “Las grandes tiendas nos dicen que sigue el proyecto, pero el pueblo ya sabe, hicieron que abriéramos los ojos. Luchamos como nuestros antepasados, tenemos que mantener viva la memoria histórica”.

El impacto por la muerte de los estudiantes en Ecuador llega hoy hasta Atenco. “Les dije a los padres de los masacrados, que a nuestros hijos tenemos que mantenerlos de pie, y vivos. Si nos vencemos es matarlos. Su espíritu de lucha está aquí. Se van ellos, se va su cuerpo, pero quedan sus ideales aquí con nosotros. Y nos corresponde, mantener esos ideales vivos, por eso no podemos abandonar esta lucha”.

Se encuentran todavía presos los entonces líderes del fpdt, Ignacio Del Valle (Nacho), Felipe Álvarez y Héctor Galindo, con sentencias de 67 años y medio de prisión por diferentes “delitos”.

Hay otros 16 presos, de los cuales 12 esperan sentencia por secuestro equiparado y uno por ataques a las vías de comunicación.

Para Trini, tras dos años de la represión, hablar de su esposo Nacho es un tema que se mezcla con el de su vida cotidiana:

“Desde el 2 de noviembre pasado veo a Nacho, así es, vas, vienes, pero siempre con la idea de que vamos a lograr nuestro objetivo. Vamos a seguir resguardando nuestra tierra y lograr la libertad de todos. Hoy tengo un compromiso muy grande con esta lucha, hoy no vivo en mi casa. Mi vida es agitada, de un lugar a otro, pero bien vale la pena”.

 

Después del momento más ardiente de la violencia en Oaxaca, Flavio Sosa, un vocero de la appo, fue apresado por órdenes del gobierno federal entrante, el 4 de diciembre de 2006, y se convirtió en el primer preso político de Calderón. Sus “delitos”: secuestro, robo con violencia, lesiones calificadas, daños dolosos, sedición y ataques a las vías de comunicación. El pasado 19 abril Sosa salió libre, mientras el mapa de Oaxaca sigue mostrando los colores de la sangre y la represión.

En su encuentro con los atenquenses, Sosa denunció las condiciones en la prisión del Altiplano y exigió la liberación de cinco de sus compañeros. El activista parece adherirse a la tesis de que los muertos circundan a los vivos. Afirma que durante su reclusión se encontró y conversó en sueños con los caídos de Oaxaca:

“Son gente que caminó con nosotros, a lo mejor nos dimos la mano. Compartimos la calle, el mitin, y se te aparecen con voz y rostro y hablan contigo. No sólo son sombras, sino gente que te dicen ¿qué estás haciendo? No te sientas triste, dicen. Y tu también hablas con ellos, les cuentas cosas y lloras con ellos”.

Después de la irrupción del movimiento popular, el saldo conocido de muertos asciende a 26, con su “normal” dosis de absoluta impunidad. “Te das cuenta que a la gente la hacen luchar los muertos; en Oaxaca les tenemos un respeto y un cariño especial. Es una realidad rulfiana. Los muertos no han muerto, caminan con los vivos. Está vivo Zapata, pero también Guajardo, Carranza, Juárez, Santa Anna, la Virgen de Guadalupe que camina con la gente”, explica Sosa.

 “No propiamente se sientan a aconsejarte. Son conversaciones sobre cualquier tema. Sale el asunto de la appo, de la barricada. En algún momento parecería que en las barricadas se cometieron excesos. Por ejemplo, los amarrados. Entonces, de repente en un sueño me veo platicando con uno de ellos y dice: No cabrón, estás equivocado, tú ves las cosas desde arriba, las cosas son de otra manera”.

A pesar de la represión y prisión, Flavio Sosa se reincorporó a las actividades políticas con la appo y con el movimiento magisterial y popular. Según él, en estos momentos el movimiento pasó a “una etapa de conciencia colectiva; aún hay miedo, poca confianza para salir a la calle”.

La creciente espiral de violencia que emerge y se alimenta del capital financiero, el narcotráfico, la militarización, la paramilitarización, las desapariciones y el ataque a la soberanía nacional a través del despojo petrolero, dibujan un futuro posible donde muertos y presos podrían seguir como dolorosas constantes.