Usted está aquí: miércoles 21 de mayo de 2008 Opinión El Foro

El Foro

Carlos Bonfil
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■ Kurt Cobain: sobre un hijo

Ampliar la imagen El líder de Nirvana en un fotograma del documental El líder de Nirvana en un fotograma del documental

Quede el espectador plenamente advertido de lo que no verá en el documental de A.J. Schnack dedicado a Kurt Cobain, figura prominente del rock grunge en Estados Unidos. A excepción de unas cuantas fotos del guitarrista y compositor del grupo Nirvana, al final de la cinta, no hay otra imagen ni de él ni de sus amigos; de su polémica esposa, Courtney Love, o de otras celebridades del medio artístico. No hay imágenes de archivo ni registro de sus conciertos, tampoco entrevistas con miembros de su grupo musical ni con productores o siquiera con sus familiares.

Kurt Cobain: sobre un hijo es un documental impresionista que registra minuciosamente los lugares en que transcurrió la vida del guitarrista muerto por mano propia a los 27 años: las ciudades y pueblos de Aberdeen, Olympia y Seattle, en el estado de Washington, con su aspecto a 12 años de la desaparición del músico, y sobre todo la voz del ídolo a partir de las entrevistas de 25 horas de duración que realizó su amigo Michael Azerrad entre 1992 y 1993.

A partir de esta voz póstuma, el montaje de A.J. Schnack refiere los datos biográficos que se juzgan esenciales, todo según las confidencias del interesado: su infancia feliz bruscamente alterada por el divorcio de sus padres, la reminiscencia de algún maestro comprensivo, de una tía amorosa, de un amigo gay en la adolescencia, su rechazo a la mezquindad de muchas otras personas que enturbiaron su primera juventud, conduciéndolo a la rebeldía, el rock y las drogas, y hacia una celebridad a su vez contrariada por una severa depresión y un crónico dolor estomacal, provocados por el alcohol y las drogas, calmados después parcialmente por el consumo de heroína en un círculo absurdo que en definitiva culminaría en el suicidio con una escopeta.

No hay comentario en el filme sobre la polémica que en 1998 desató el documental del británico Nick Broomfield (Kurt & Courtney), en el que se responsabilizaba, sin pruebas contundentes, a Courtney Love, esposa del guitarrista, de la muerte de este último por intermedio de un matón a sueldo. Lo que interesa al director y editor A.J. Schnack es el registro de un estado de ánimo, a ratos jubiloso y escéptico, las más de las veces melancólico y depresivo, que incluye sus azarosas reflexiones filosóficas a los 25 años. En fechas recientes, el realizador Gus Van Sant trazó en Los últimos días (The last days, 2005) el retrato minimalista de un músico semejante a Kurt Cobain, y su contacto con la naturaleza poco antes de su muerte. El paso meteórico de este ídolo, emblema de desasosiego moral y rebeldía, ha sido así objeto de un documental de los 90 interesado en el registro del escándalo y de una ficción absorta en la fabricación de una mitología instantánea.

Kurt Cobain: sobre un hijo retoma, a final de cuentas, muy poco del libro de entrevistas de Michael Azerrad (Come as you are: the story of Nirvana), pues el espectador poco familiarizado con la trayectoria del grupo y su máximo exponente jamás se enterará de otra cosa que del estado de ánimo predominantemente depresivo de Cobain. En este sentido el documental, producto de autoconsumo, se dirige a un público cautivo y, debido sin duda a la imposibilidad que tuvo el realizador de conseguir los derechos de reproducción de la música original, este público tampoco tendrá la gratificación de escuchar al guitarrista.

Queda entonces un trabajo experimental sin mayor claridad expositiva, con imágenes seleccionadas de modo arbitrario, sin el rigor e inventiva de, digamos, un documentalista maestro como Frederick Wiseman (presentado en la pasada edición del Ficco), y que muy poco ilustra sobre la carrera del guitarrista, de no ser acaso detenerse en sus reflexiones crepusculares encaminadas a lo anodino: “Las drogas son malas y te joden. Yo sabía que en algún momento las dejaría. Estar casado y tener un hijo ciertamente ha sido un estímulo para hacerlo”. Si la esforzada interpretación mitológica de Kurt Cobain en el cine no se ha agotado con este último documental, posiblemente no suceda lo mismo con la benevolencia de muchos espectadores.

 
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