Usted está aquí: miércoles 21 de mayo de 2008 Sociedad y Justicia Incorrecto, usar misma herramienta para evaluar a niños y jóvenes, dicen expertos

■ En bachillerato los alumnos están más preocupados en sociabilizar que en matemáticas

Incorrecto, usar misma herramienta para evaluar a niños y jóvenes, dicen expertos

■ Enlace sólo acentúa diferencias sociales

■ La enseñanza, estancada porque no se atienden todos los niveles

Laura Poy Solano /II

Después de dos años del inicio de su aplicación en alumnos de tercero y sexto de primaria, la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (Enlace) se hizo por primera ocasión en 2008 a poco más de 878 mil alumnos que cursan el último grado de bachillerato en planteles federales de todo el país, como parte de las acciones de la llamada reforma integral de la educación media superior.

Sin embargo, expertos y especialistas en temas educativos e identidades juveniles advierten que “no se puede evaluar con la misma herramienta a niños y jóvenes, ya que estos últimos han comenzado a forjar su identidad como ciudadanos; a definir su participación política, social y cultural, así como su vinculación con sus pares, en un contexto abierto, ajeno a los modelos de la enseñanza básica”.

José Antonio Pérez Islas, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y experto en identidades juveniles, afirmó que la prueba Enlace para alumnos de educación media superior “no va a aportar nada nuevo a lo que ya sabemos: que los alumnos con mejores condiciones socioeconómicas tendrán los mejores re- sultados, y que el mapa de las desigualdades sociales señala que aquellos que se encuentran en desventaja, ya sea por pobreza o por la región donde viven, tendrán los peores”.

En condiciones sociales y culturales tan distintas –agregó–, las pruebas estandarizadas “sólo acentúan las enormes diferencias que prevalecen entre los jóvenes”.

Pérez Islas, quien participó como coordinador de la Encuesta Nacional de la Juventud, destacó que la prueba Enlace en bachillerato, con un costo promedio de 70 pesos por alumno, “no contó con la participación de especialistas, pedagogos y expertos en jóvenes, y no sabemos, más allá de que habría preguntas sobre comprensión lectora y matemáticas, qué habilidades se evaluaron y cuáles se hicieron a un lado”.

Destacó que examinar a quienes están a punto de concluir su bachillerato “no es igual a cuando tienen 12 ó 15 años, porque su entorno escolar y social es totalmente distinto, mucho más abierto, y la capacidad de sociabilizar con sus pares es un tema prioriotario, de interés fundamental, porque descubren su propia forma de participación social, cultural y política, lo que va mucho más allá de sus habilidades matemáticas o lectoras”.

Al respecto, Carlos Muñoz Izquierdo, director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana (Uia), afirmó que si bien es importante establecer un diagnóstico sobre la educación media superior, “es igual, o más importante, definir el qué y cómo queremos alcanzar una verdadera reforma de ese nivel educativo”.

En México –alertó–, la enseñanza permanece estancada no sólo por falta de recursos, sino porque “no queremos o no hemos logrado convencernos de que es importante atender todos los niveles educativos, en particular aquellos que han estado totalmente abandonados, porque si comparamos nuestros resultados con países de desarrollo similar al nuestro, nos daremos cuenta de que no estamos alcanzando aquellas metas que sí podemos lograr, porque no tenemos claro el rumbo que debemos seguir”.

“Ambigua”, función del bachillerato

Pérez Islas afirmó que “antes de realizar más evaluaciones estandarizadas, lo que tendría que pensarse es cuál es la función del bachillerato, porque parece ambigua, y no nos queda muy claro qué buscamos formar en este nivel educativo. Estudios recientes han revelado que entre jóvenes que sólo han concluido la secundaria y aquellos que salieron del bachillerato no existe siquiera una ventaja ante el mercado de trabajo, es decir, están al mismo nivel, porque no representa un beneficio”.

Los pocos estudios que se han hecho sobre jóvenes que cursan el bachillerato –indicó– revelan que están en una serie de relaciones que van más allá de la escuela, y “esto es una realidad que aún no se quiere entender: el mundo de la escuela ya no es cerrado, es un espacio abierto, no sólo por las nuevas tecnologías de la educación, sino por las formas de vincularse entre los alumnos, y para ellos el tema de lo que se hace en la calle es fundamental, la convivencia con sus pares, y son temas excluidos de todo plan de estudios, a pesar de que es una variable central en su proceso formativo”.

 
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