Usted está aquí: lunes 26 de mayo de 2008 Cultura Transforman y enriquecen México y la estampa moderna para su estancia en el Munal

■ La exposición terminó una gira itinerante por Filadelfia, Nashville, Phoenix y San Antonio

Transforman y enriquecen México y la estampa moderna para su estancia en el Munal

■ Presenta 98 obras del Museo de Filadelfia y 17 del McNay, además de 74 del recinto sede

Merry MacMasters

Ampliar la imagen Aflicción, grabado de José Clemente Orozco, de 1929 Aflicción, grabado de José Clemente Orozco, de 1929

México y la estampa moderna: una revolución en las artes gráficas, 1920-1950, exposición que La Jornada documentó en su momento (24/12/06), al concluir su itinerancia en Estados Unidos –Filadelfia, Nashville, Phoenix y San Antonio–, decidió hacer una última parada en el Museo Nacional de Arte (Munal), donde llega totalmente transformada.

De acuerdo con John Ittmann, curador de grabado del Museo de Arte de Filadelfia, instancia organizadora junto con el Museo de Arte McNay, en San Antonio, Texas, cada vez que una exhibición viaja de un lugar a otro “siempre cambia”. Aquí, sin embargo, se ha transformado en algo “grandioso, impresionante, debido a las riquezas del acervo del Munal y algunos préstamos relevantes de grabados de primer orden por parte de otras instituciones en la ciudad”.

Así que la presentación de la muestra en México ha resultado “mucho más amplia e ilustradora de lo que hubiera sido posible en cualquier otra parte del mundo”.

La primera versión de México y la estampa moderna comprendió 125 obras de artistas nacionales y extranjeros, que vinieron aquí y fueron influenciados por su arte. Ahora el total de piezas ha crecido a 222: 98 proceden del Museo de Arte de Filadelfia, 17 del McNay y 74 del Munal. A fin de establecer un “diálogo” entre las tres instancias –propósito de la muestra desde un principio, según Miguel Fernández, titular del Munal–, la museografía se caracteriza por exhibir tríos de obras, con piezas de cada uno de los museos.

El nuevo guión temático contempla “cómo conviven los artistas presentes en la colección de Filadelfia, como en nuestro propio acervo”, apunta Dafne Cruz. La subdirectora de curaduría del Munal anota que el recinto posee una colección de estampa de alrededor de mil 200 piezas, desde el siglo XVIII hasta más o menos 1950, que se ha visto enriquecida por las donaciones de obra de José Chávez Morado, en 1985, y de Amador Lugo, en 2000. Lo que se hizo fue “ver sobre todo qué temas predominaban, algo que se refleja muy bien en el cuarto y más grande núcleo, El arte como propaganda”.

México y la estampa moderna en el Munal empieza con una sala introductoria que parte de finales del siglo XVIII. Siguen: La revaloración del grabado popular, donde se incluyen varias xilografías de Justino Fernández (1904-1972), mejor conocido como historiador del arte, pertenecientes al Munal; Hacia un arte nacionalista, apartado cuya obra se circunscribe a los años posteriores a la Revolución mexicana; Otra visión sobre México, con trabajos de Jean Charlot, Mariana Yampolsky, Elizabeth Catlett, Howard Cook, entre otros.

Finaliza con el núcleo Nuevos lenguajes y otras rutas, que comprende 18 estampas de Gerardo Murillo, Dr. Atl, sobre los volcanes, donde destaca el colorido y la técnica esténcil, propiedad del coleccionista Alfredo Name. La exposición encierra 14 técnicas diferentes de grabado.

La exposición nació de una idea de Innis Shoemaker, curadora principal del Museo de Arte de Filadelfia, que consistió en aprovechar su rico acervo de grabados mexicanos. Cabe mencionar que el de Filadelfia fue uno de los primeros museos en EU en organizar a principios del siglo XX una exposición monográfica de un artista mexicano: José María Velasco. Desde una fecha temprana ya coleccionaba la cerámica talavera del siglo XVIII.

Cuando el dealer y especialista Carl Zigosser dejó la Galería Weyhe de Nueva York, para volverse curador de grabado en 1940 del Museo de Arte de Filadelfia, aportó su colección personal. Otro curador del recinto, pero de pintura, Henry Clifford, venía con frecuencia a México, tenía una casa en Cuernavaca y se volvió muy amigo de Inés Amor. Eso atrajo al museo “muchos regalos de pinturas por parte de la galerista, del entonces secretario de Educación Pública, Moisés Sáenz, así como de otras fuentes”, expresa Ittmann.

En años recientes, la actual directora del museo, Anne d’Harnoncourt, ha dicho que su amor por México se manifestó una década antes de su propio nacimiento porque a principios de los años 20 su padre, René, llegó de Austria a México, donde se volvió muy amigo de muchas personalidades del momento, inclusive Diego Rivera, y coleccionó obras de arte. Anne creció rodeada de dichas piezas, cuando su padre fue director del Museo de Arte Moderno en Nueva York.

Los días 2 y 3 de junio se organizará un coloquio internacional sobre la exhibición y se presentará el libro Leopoldo Méndez: arte revolucionario y la estampa mexicana (University of Texas Press, 2007), de Deborah Caplow.

 
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