Usted está aquí: sábado 31 de mayo de 2008 Cultura Migración y desintegración comunitaria ponen en riesgo los códices de los pueblos

■ Especialistas debatieron sobre la importancia de preservar esa riqueza documental

Migración y desintegración comunitaria ponen en riesgo los códices de los pueblos

Arturo Jiménez

La migración y los procesos de desintegración comunitaria han propiciado mayor vulnerabilidad al robo, daño o extravío del acervo de imágenes contenido en códices, lienzos, mapas y otros documentos pictográficos que cuentan la historia de los pueblos, en una problemática de saqueo muy parecida a la que enfrentan el arte sacro y las piezas arqueológicas.

Por otro lado, y pese a que lograron conservar su elaboración y función como prueba de derechos sobre la tierra durante la Colonia y los siglos XIX y XX, ahora esos documentos han comenzado a caer en desuso tras la reforma agraria constitucional de 1993, impulsada durante el salinismo.

Tales planteamientos fueron formulados en la conferencia magistral 400 años de códices, a cargo de la investigadora Ethelia Ruiz Medrano y comentada por Sebastián van Doesburg y María Castañeda de la Paz, la tarde del jueves en el Museo Nacional de Culturas Populares.

Ruiz Medrano dijo que si bien la castellanización y la escritura alfabética adoptada de manera paulatina por los indígenas redujo la elaboración y uso de códices, lienzos y mapas de tradición prehispánica en la defensa de sus territorios, esta práctica siguió teniendo una función hasta el presente, aunque las imágenes tuvieron cambios de estilo y su contenido reflejaba las transformaciones de su cosmogonía.

Al respecto, destacó la enorme flexibilidad de las sociedades indígenas para asimilar e incorporar de manera ágil a sus tradiciones los nuevos elementos externos a partir del siglo XVI.

Además, agregó, las autoridades coloniales permitieron la continuación de ciertas prácticas culturales siempre y cuando no implicaran un retorno a las antiguas religiones mesoamericanas ni un recuento de su pasado, pese a lo cual proliferaron las historias locales pintadas, muchas veces acompañadas con textos en castellano o en náhuatl y otros idiomas originarios.

En el siglo XVII comenzó una mayor presión de las haciendas y ranchos de los colonizadores sobre las tierras de los pueblos indígenas y ello dio lugar a una mayor defensa ante los “violentos y dolorosos” procesos de reasentamientos, en la cual las historias locales pintadas tuvieron mucha relevancia como documentos probatorios.

Incluso, varias comunidades que no contaban con esos pictogramas se dieron a la tarea de elaborar y relaborar su historia local a partir de la tradición oral.

La oralidad, dijo Ruiz, iba del presente al pasado de esos pueblos y eso, a su vez, les permitía entender su futuro.

Para apoyar su exposición, la investigadora proyectó varias copias de esos documentos en una pantalla, las cuales ha recopilado en archivos de México, Francia, España y Estados Unidos.

Muchos de esos documentos se encuentran fuera de las comunidades, en archivos o ya destruidos, pero otro tanto aún son conservados por los pueblos.

La preservación de códices y mapas en las comunidades se mantuvo en secreto durante siglos y su cuidado se transmitía con el cambio de autoridades y de generación en generación.

Pero esa práctica, comentó Sebastián van Doesburg, ahora parece contraproducente porque ello ha permitido la decisión individual de vender esos tesoros en el mercado negro, a espaldas de las comunidades, las cuales muchas veces no sabían que contaban con ese patrimonio.

Por ello Van Doesburg y Ruiz Medrano propusieron que debe darse una revisión y catalogación de los acervos documentales de los pueblos de México pero de manera abierta a la comunidad.

 
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