Usted está aquí: jueves 5 de junio de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ ¡Ay de quien discursea con ayes!

■ Odio desde el podio

■ Irritación por la consulta

Ampliar la imagen INTERCAMBIO LEGISLATIVO. Manlio Fabio Beltrones (PRI), Héctor Larios y Rubén Camarillo (PAN) durante la sesión de ayer de la Permanente INTERCAMBIO LEGISLATIVO. Manlio Fabio Beltrones (PRI), Héctor Larios y Rubén Camarillo (PAN) durante la sesión de ayer de la Permanente Foto: Francisco Olvera

El ocupante de la Presidencia de la República se mostró ayer desesperado y exasperado por los recursos cívicos que con plena legitimidad y en absoluto uso de sus derechos están presentando los mexicanos que consideran que las propuestas de reformas petroleras abren las puertas a la privatización. En Puebla, acompañado por la joya moral y política llamada Mario Marín (cada vez más frecuentemente exhibida por quien como candidato juró encabezar cruzadas anti-precioso), Felipe Calderón se manifestó nada democrático, muy autoritario e incluso amenazante (según la Real Academia Española, el uso de ayes, en su segunda acepción, “seguido de la partícula ‘de’ y un nombre o pronombre, denota pena, temor, conmiseración o amenaza”).

Obsesionado por la necesidad de que los políticos mexicanos lleguen a entendimientos que permitan dar pasos que él considera positivos y urgentes, el compañero de trabajo del secretario Iván se permitió ayer condolerse de quienes no comparten sus visiones. Cual si estuviese profetizando tragedias y señalando desde ahora a culpables, el Señor de Los Finos dejó ir el estilete de sus elementales condolencias imputadoras contra quienes “son incapaces de entenderse con los diferentes” y “sólo siembran odio y rencor entre nosotros”. El fondo del interjectivo discurso felipense está en la doble derrota contundente que sus planes gerenciales han sufrido, primero con el freno al proceso de rápida aprobación legislativa que se pretendía para aprobar la iniciativa de reforma petrolera y, luego, con la derrota de las posiciones calderónicas en el debate legislativo que el oficialismo esperaba cuando menos equilibrado y no tan cargado en contra de los planes de apertura a capitales privados.

Pero ha sido la propuesta ebrardista de consulta ciudadana la gota que ha derramado el vaso de los gobiernistas que querían jugar a los debates domesticados por la propaganda televisiva deformada y a las votaciones institucionales legislativas que por mayoría numérica apalabrada aprobarían meses después lo que en el primer intento no habían podido. La tesis cívica, absolutamente legal y legítima, de la consulta ciudadana, ha sacado ronchas a quienes ya soñaban con el fin de la pesadilla de los debates perdidos y con el paso a la fase controlada de las votaciones camarales según eso altamente representativas y soberanas. Felipe se desespera, se enoja y amenaza con profusión de ayes y con el enderezamiento de acusaciones políticas que pretenden culpar a sus opositores de males patrios enormes y de ser tan malos mexicanos que merecerían castigos, segregaciones, represiones.

Por todo ello, Calderón se muestra sumamente voluntarista en sus giras oficiales, porrista del “¡sí se puede!” siempre y cuando sus opositores legítimos dejen de ejercer esa función y se conviertan mágicamente en puntales y motores de la magna obra felipilla que entonces sí podría realizarse. “La clave es entendernos”, dice quien ya se entendió con Mario Marín. Y abiertamente pide apoyo “para seguir haciendo reformas que beneficien a México. Que nos apoyen para que podamos fortalecer y modernizar, por ejemplo, a Pemex”, dice el licenciado F.C. tomando ese caso petrolero al azar, por pura coincidencia, un detalle en el bosque de posibilidades. Un ejemplo, nomás.

Astillas

Con gran amabilidad, Miguel Izquierdo Saure le suelta dos que tres elogios al chofer de la presente troca analítica para luego advertirle que en asuntos de política gringa no es tan ducho como en la mexicana: “a Obama lo identificamos en Estados Unidos como el ‘achocolatado’, pues no es ni blanco ni negro, sino todo lo contrario. Bush y su candidato republicano, McCain, se han de estar frotando las garras (al fin halcones; que nos dispense el pajarraco) pensando que ya la hicieron con, cuando menos, otro cuatrienio de terror para la humanidad que, para nuestro caso, da lo mismo un demócrata que un republicano. ¿No te das cuenta cómo lo tratan los medios de comunicación gringos, insidiosamente?: ¡Ganó un negro!, publican. ¿Tú crees que permitirán su triunfo las mayorías blancas-racistas? ¡Por favor!”... Desde su consultorio odontológico de Polanco, Jaime Edelson Tishman protesta porque aquí se caracterizó como “hispano-mexicano” a Juan Camilo Mouriño Terrazo: “¿Y tú qué eres? –increpa el dentista al tecleador–, probablemente un resentido. Porque Julio me suena a nombre de emperador romano, y con apellidos como los tuyos haz (sic con caries ortográfica) de ser solo hispano; los libros de historia no mencionan a ningún Moctezuma Hernández ni tampoco un Cuihitlauac (sic sin muela del juicio histórico) López”... El trabajador jubilado de Pemex Marco Antonio Balanzá vuelve a dar información de lo que ve: “en Poza Rica, Veracruz, la Subdirección Región Norte transfirió a una compañía privada las actividades totales del departamento de Construcción y Mantenimiento, que se realizaban por administración directa de Petróleos Mexicanos, y que incluyen las áreas de pintura, carpintería, combustión interna, albañilería, tuberías y tanques, construcción de caminos, ingenieros civiles, electromecánica y taller eléctrico. Con esa privatización se va a desplazar a más de mil 500 trabajadores, y lo más absurdo es que la sección 30 del sindicato petrolero, con sede en Poza Rica, no dice ni hace nada, como un cómplice silencioso”... ¡Aguas! Ayer, mientras esta fábrica de barquitos de información era calafateada, se reunían en Bucareli varios elementos tóxicos para la nación, de apellidos Mouriño, Kessel y Reyes Heroles G.G. (léase je je)... ¿Quién dice que no hay justicia en México? Allí está el caso de un gobernador acusado de asuntos de narcotráfico al que de seis años originales de prisión se le ha condenado ahora a más de 36 (oh, perdón, es un ex gobernador, no un mandatario actual: hágase la voluntad judicial en los bueyes de sexenios pasados, no en los actuales, rezaría una adaptación moderna del bovino dicho rural)... Y, mientras la Permanente se decide a hurgar en el sabido conflicto de intereses empresariales (actualmente, en lo telefónico) del ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, ¡hasta mañana, con un suspirante ay!

 
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