Usted está aquí: viernes 6 de junio de 2008 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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■ Crisis alimentaria mundial / II

■ Fin del neoliberalismo

■ Surgimiento de una nueva economía moral

Santiago Levy escribió hace tiempo un artículo en el que “demostraba” que era irracional que en México se cultivara maíz. Que, por tanto, deberíamos importarlo y exportar frutas y legumbres. Concibió el Progresa (ahora Oportunidades) como una manera de hacer realidad su recomendación, ya que al elevar los niveles educativos de los jóvenes rurales se aceleraría su emigración a las ciudades o al exterior, vaciando el campo. Las ideas de los neoliberales como Levy, vueltas política oficial del Banco Mundial (BM) y del FMI, han llevado al abandono de las políticas de desarrollo agropecuario en los países pobres, ya que los alimentos vendrían, a precios muy bajos, de los países ricos. En México se desmantelaron las instituciones de fomento agropecuario: banca de desarrollo rural, instituciones de investigación y extensión agropecuarias, Conasupo y sus tareas de estabilización de precios y administración de subsidios. Como resultado, cada vez importamos una proporción mayor de los alimentos que consumimos. Este año, según predice el BM, el déficit comercial de alimentos será 2.5 veces mayor que en 2006: casi 5 mil millones de dólares (La Jornada, 04/05/08).

The Guardian, diario de Gran Bretaña, al cerrar su serie de cinco notas sobre este tema, señaló en coincidencia con lo antes dicho:

“La crisis alimentaria mundial es una tragedia prevista con frecuencia y pasión. Durante muchos años los expertos en alimentos advirtieron que la subinversión crónica (de gobiernos y donantes) en la agricultura de los países en desarrollo, algún día se traduciría en desastre. Ese día ha llegado” (31/05/08).

Esta subinversión se refleja en que la proporción que se destina a la agricultura de la ayuda de los países ricos a los países pobres, cayó desde 20 por ciento en 1986 a 3 por ciento ahora; y en que los países africanos dedican 5 por ciento del gasto público al sector. Añade The Guardian:

“La venta a muy bajos precios de las cosechas excedentes (dumping) por parte de Occidente, combinada con las políticas de ajuste estructural durante los años 80 y 90, llevaron a eliminar los esquemas de comercialización agrícola gubernamentales que garantizaban estabilidad de precios, succionando de la agricultura africana casi toda la vida que le quedaba.”

Lo anterior, así como la conclusión central de la entrega de Economía Moral del 30/05/08 en cuanto al papel central de la especulación en la crisis alimentaria, coincide con lo que declaró el movimiento campesino internacional Vía Campesina con motivo de la cumbre de Roma:

“… la actual crisis alimentaria es el fruto de décadas de ‘liberalización’ del comercio y de integración vertical de la producción, el procesamiento y la distribución por las grandes empresas agrícolas. Desde hace décadas se viene obligando a los gobiernos a abrir sus mercados e importar alimentos. Los países han perdido la capacidad de autoalimentarse. A eso se deben, en parte, las recientes revueltas del hambre en varias partes del mundo. Bajo el principio del ‘libre comercio’ los alimentos son considerados ahora mercancías iguales a cualquier otra, sujetas al afán de lucro y a los juegos financieros. Las alzas actuales de los precios se deben principalmente a la especulación de grandes comerciantes e inversores, porque ahora la producción de alimentos compite con la de agrocombustibles. Además, los gobiernos han desmantelado las políticas agrarias que apoyaban la producción de alimentos y en cambio apoyan a las compañías transnacionales para que sigan fortaleciendo su control de la cadena alimentaria.”

Quienes han destruido la capacidad agrícola de nuestros países son parte central de la cumbre de Roma y con su usual cinismo vuelven a recomendarnos más libre comercio: quieren impedir la prohibición a la exportación de alimentos que han establecido países como India. Como señaló Alejandro Nadal:

“desde 1982 los programas de ajuste y reformas estructurales dictados por los sabios del FMI, el BM y la OMC han perseguido los mismos objetivos que tuvo el régimen colonial inglés en India: 1. Destruir las bases de la producción de alimentos para ‘explotar las ventajas comparativas’. 2. Perturbar las redes locales de comercialización para entregarlas a grandes conglomerados trasnacionales. 3. Eliminar la intervención de agencias públicas que permitía estabilizar precios mediante la administración de inventarios. El objetivo es claro: entregar el mercado mundial de alimentos a unos cuantos conglomerados trasnacionales. Hoy el saldo de la globalización es que 850 millones de personas están en peligro de morir de hambre, un holocausto que empequeñece al de Bengala hace 60 años” (La Jornada, 04/06/08).

La crisis alimentaria puede señalar el final del auge neoliberal y la vuelta de una nueva economía moral, ya que como lo señalé en la entrega del 25/04/08 de esta columna, el retorno a la economía moral descrita por E. P. Thompson y que prevaleció en los siglos XVII y XVIII es imposible, por los argumentos ahí esgrimidos. Sin embargo, las organizaciones de la sociedad civil han venido desarrollando en los últimos decenios ideas bastante claras al respecto que podrían socializarse todavía más hasta hacer que las multitudes las hagan suyas, como hacían con el concepto del precio justo en los siglos antes referidos. La más radical de todas las ideas que circulan en tales organizaciones (que está implícita en lo citado de Vía Campesina) es que los alimentos no son una mercancía común y corriente, e incluso que no deberían ser mercancías. Esta idea ha sido más explícita en el caso del agua. Pero si de ambos, agua y alimentos, depende la reproducción de la vida de manera directa, es evidente que el acceso a ellos no debería depender de la relación mercantil fortuita entre el poder adquisitivo de los salarios y los precios de los alimentos. Por tanto, uno de los rasgos de la nueva economía moral podría ser la desmercantilización de los alimentos, empezando por los cereales y la leche.

 
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