Usted está aquí: sábado 7 de junio de 2008 Cultura Trigésimo Foro

Juan Arturo Brennan

Trigésimo Foro

Una ojeada panorámica a la programación de la versión 30 del Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez permite intuir que las correcciones de rumbo, timón, ruta y destino, han sido básicamente saludables y bien orientadas.

Entre los varios aciertos que de esa programación pueden señalarse, me quedo sobre todo con el hecho de que en el Foro 2008 hay una presencia muy notable de compositores mexicanos de las generaciones más recientes, así como una proporción mayúscula de compositores vivos de muy diversas latitudes.

Además, la lista de muertos convocados a este Foro no podía ser más ilustre: Berio, Messiaen, Takemitsu, Bartók, Ravel. Se percibe, entonces, una interesante línea de conducta en la programación y distribución de las actividades del encuentro (cuyo calendario ha generado polémica), así como una sólida extensión de su oferta musical hacia Morelia, gracias a la activa participación del CMMAS y el Conservatorio de las Rosas de aquella ciudad michoacana. Y si hay que creer en los augurios, un Foro que se inicia con un concierto para cláxones no puede ser malo.

El concierto estelar del primer día de actividades del Foro 2008 tuvo una importante componente protagónica de lo electroacústico, reflejo fiel no sólo de una vocación hacia la diversidad de lenguajes, sino también de la experiencia particular de quienes hoy dirigen los destinos del encuentro.

Desde la primera obra aparecieron las sorpresas. Hacía tiempo que no me tocaba presenciar la materialización de una idea tan singular como la que subyace en la obra Audible Ecosystemics, del italiano Agostino Di Scipio. La materia sonora a procesar electrónicamente es la resonancia natural (sin emisión alguna de voz) de la cavidad oral de la cantante Carmina Escobar.

Este discurso sonoro a base de residuos acústicos se hizo especialmente interesante por la importante componente de gestualidad que implica su ejecución, en la que la intérprete plasmó de modo inquietante diversas imágenes como gritos silenciosos, con varios referentes plásticos e iconográficos identificables en diversos grados.

Dark waves, del estadunidense John Luther Adams, es un sólido ejercicio repetitivo para dos pianos y electroacústica, desarrollado en un discurso por superposición y desfase. Llena de gestos y figuras muy bien ensamblados, esta obra tiene como resultante una serie de oleajes sonoros de gran eficacia expresiva.

Muy concentrada y precisa resultó la ejecución de las pianistas Grace Quaglio y Krisztina Deli. Del mexicano José Luis Castillo Borja se presentó Wild is the wind, para clarinete bajo, en la interpretación de Alejandro Moreno Ramos. Buena continuidad de digitaciones alternativas, notas coloreadas, microintervalos, multifónicos y respiración circular, para lograr una obra compacta y expresiva, bien trazada y bien realizada en esta ejecución.

Otro mexicano, Gonzalo Macías, presentó su Hoquetus para piano (a cargo de Krisztina Deli), pieza que después de un inicio libre y disjunto transita hacia una gran organización sonora de pulsos e impulsos insistentes, con una componente de modificación electrónica bien equilibrada que no avasalla al piano. La impresión de este Hoquetus de referencia medieval es la de una extensa y bien organizada toccata.

Esta buena sesión inaugural del Foro 2008 se completó con la reproducción espacializada de sendas obras del bosnio Borisa Sabljic Lukic (Made from Morelia) y el mexicano Édgar Barroso (CYT). Mientras que la obra del bosnio es aguerridamente anecdótica, llena de referencias concretas que confluyen en un posmodernismo asumido sin tapujos, la del mexicano es de una mayor abstracción en cuanto a fuentes, timbres, sonoridades y organización de los eventos sónicos, con un perceptible rigor en los procesos cibernéticos de transformación.

En suma, un muy buen concierto electroacústico en el inicio del Foro. Para mañana domingo, el concierto de clausura al mediodía en Bellas Artes, con la Sinfónica Nacional y la batuta de José Luis Castillo. No hay que perdérselo.

 
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