Usted está aquí: domingo 8 de junio de 2008 Política Indígenas piden castigo para Zedillo

Indígenas piden castigo para Zedillo

Sergio Ocampo Arista (Corresponsal)

El Charco, Gro., 7 de junio. Indígenas mixtecos y tlapanecos demandaron la salida del Ejército Mexicano de sus comunidades y exigieron castigo para el ex presidente Ernesto Zedillo, el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero –hoy senador– y el general Juan Alfredo Oropeza Garnica, a quienes responsabilizan de la matanza de El Charco, ocurrida hace 10 años con saldo de 11 muertos, siete indígenas y cuatro milicianos del naciente Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).

Desde la noche del viernes, los mixtecos lloraron y rindieron tributo a sus muertos en la escuela primaria Caritino Maldonado Pérez, donde colocaron una ofrenda floral y 11 velas, una por cada uno de los caídos en ese sitio la madrugada del 7 de junio de 1998 en la comunidad de El Charco, municipio de Ayutla de los Libres, en la Costa Chica de Guerrero.

La mañana de hoy, un grupo de artistas, encabezados por el pintor nahua Nicolás de Jesús, elaboraron tres murales alusivos a la masacre en las paredes de las aulas.

Casi al mediodía iniciaron una marcha encabezada por mujeres indígenas, quienes llevaban una manta con la leyenda: “A 10 años de la masacre estamos construyendo el poder del pueblo, y rechazamos la militarización”. A la caminata se unieron contingentes de nahuas provenientes del municipio de Chilapa y de amuzgos de Xochistlahuaca, en la Costa Chica.

Que salga el Ejército

En el patio de la escuela se efectuó un mitin. Allí, Eustolia Castro Ramírez, en nombre de las viudas, demandó a los tres niveles de gobierno “castigo a los culpables de la muerte de nuestros esposos y una indemnización a los 42 huérfanos para darles educación, salud y recreación”.

Obtilia Eugenio, dirigente de la OPIM (Organización de Pueblos Indígenas Me’phaá-tlapanecos), exigió la libertad de cinco de sus compañeros presos en la cárcel de Ayutla de los Libres: “queremos que salgan los militares y los de la AFI de nuestras comunidades”.

Efrén Cortés, sobreviviente de la masacre, denunció que Guerrero “se ha convertido en un laboratorio para aplicar la guerra de baja intensidad contra pueblos indígenas que se resisten a vivir de rodillas, por eso la represión contra la OPIM, como en su momento fue para los mixtecos”.

Aseguró que “unos 15 mil soldados peinan las zonas de la Montaña y Costa Chica, prueba de ello es la instalación de un batallón móvil integrado por el Grupo de Fuerzas Especiales en Buenavista de Allende, municipio de Tecoanapa, así como los batallones de Cruz Grande y Tlapa, adonde ha llegado armamento pesado”.

 
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