Usted está aquí: miércoles 11 de junio de 2008 Mundo Autoriza la Unión Europea aumentar la semana laboral hasta 65 horas

■ España, Bélgica, Hungría, Chipre y sindicatos rechazan la medida aprobada por mayoría

Autoriza la Unión Europea aumentar la semana laboral hasta 65 horas

■ La polémica iniciativa permite no contabilizar más las “guardias” como tiempo efectivo de trabajo

■ Es un retroceso de las conquistas sociales y tendrá un costo negativo en la calidad de vida: Madrid

Afp, Dpa y Reuters

Ampliar la imagen Rachel y Rhiana Stockdale en Dublín, partidarias del no en el referendo de la UE en Irlanda Rachel y Rhiana Stockdale en Dublín, partidarias del no en el referendo de la UE en Irlanda Foto: Ap

Luxemburgo, 10 de junio. La Confederación Europea de Sindicatos (CES) calificó este martes como “inaceptable” el acuerdo concluido entre las naciones de la Unión Europea que autoriza la semana laboral de más de 48 horas, extendiéndose en algunos casos a 60 o 65, y permite no contabilizar más las “guardias” como tiempo efectivo de trabajo.

Los ministros de Trabajo de la Unión Europea (UE) alcanzaron un acuerdo sobre las directivas en relación con la extensión de la jornada laboral y los trabajos temporales, informó esta noche en Luxemburgo la ministra del área eslovena y presidenta de turno del consejo, Marjeta Cotman.

El acuerdo fue logrado tras reunión de los 27 ministros de los países miembro del bloque comunitario con mayoría calificada.

La jornada laboral máxima promedio seguirá siendo de 48 horas semanales, según la solución de compromiso presentada por la presidencia eslovena, pero en algunos rubros individuales puede haber excepciones, llegando a hasta 60 o 65 horas semanales.

Mediante convenios colectivos de trabajo, estos límites máximos también pueden ser superados.

Los trabajadores temporales tendrán en el futuro desde el primer día de su trabajo los mismos derechos que los empleados por tiempo indeterminado que laboren en la misma empresa.

Pero a pesar del optimismo de la ministra Cotman, de que “el compromiso garantiza protección y seguridad para los empleados, pero también flexibilidad en la organización del tiempo laboral”, y del comisario europeo de Asuntos Sociales, Vladimir Spidla, para quien el convenio es un “nuevo impulso para la Europa social”, la CES rechazó las normas que deberán ser ratificadas por el Parlamento Europeo, donde hay fuerte oposición a la medida.

“El acuerdo sobre el tiempo de trabajo es muy insatisfactorio e inaceptable para la CES en lo que concierne a las nuevas disposiciones sobre las guardias y el mantenimiento del opt out del Reino Unido”, dijo su secretario general, John Monks. “Ahora vamos a trabajar con nuestros aliados en el Parlamento Europeo”, dijo.

Los países europeos se pusieron de acuerdo en la madrugada de este martes sobre las reglas comunes para que los asalariados puedan trabajar más de 48 horas por semana, proteger a todos los empleados temporales y no contabilizar más las “guardias” como tiempo efectivo de trabajo.

De aplicarse las nuevas normas, los europeos, bajo ciertas condiciones definidas, podrán optar por trabajar hasta 60 o 65 horas por semana, como ya ocurre en el Reino Unido gracias al denominado opt out. Londres está exento de adherirse a medidas que sí deben cumplir los estados miembros del bloque comunitario, como la de ajustarse a la semana laboral tope de 48 horas.

En efecto, la revisión de la directiva sobre el tiempo de trabajo apunta a enmarcar mejor las derogaciones al techo semanal de 48 horas de trabajo, inscrito en la legislación europea. La revisión de la ley prevé además por primera vez que los periodos de guardia “inactivos” puedan no ser contabilizados como tiempo de trabajo.

Dos fallos de la justicia europea estipulan que el tiempo de guardia debe ser calculado como tiempo de trabajo, lo que coloca en infracción a la mayoría de los estado miembros de la UE, especialmente en las profesiones del mundo médico. Estos textos sociales, que estaban bloqueados hace años, fueron aceptados “por una mayoría calificada”.

Ambos documentos deberán ser todavía aprobados por el Parlamento Europeo, lo que está lejos de ser seguro. Cinco países –España, Bélgica, Grecia, Hungría y Chipre– han criticado enérgicamente las propuestas sobre el tiempo de trabajo y han pedido un arbitraje severo del Parlamento.

Más aún, el canciller español, Miguel Ángel Moratinos, dijo ante el Congreso de los Diputados en Madrid que su gobierno pedirá al Parlamento Europeo la revisión de esta norma.

El portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, dijo por su parte que supone un “serio retroceso de las conquistas sociales” de las últimas décadas y tendrá “un costo negativo” en la calidad de vida de los trabajadores. Provocará “un desgaste a la construcción en la idea de una Europa social”, aseguró.

De su lado, el secretario británico de Empresas, John Hutton, que defendió celosamente la flexibilidad laboral de su país, afirmó que el acuerdo “significa que la gente sigue siendo libre para ganar más trabajando más y las empresas pueden hace frente a los periodos de mucho trabajo”.

En otro tema que afecta al bloque comunitario, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, así como los líderes de los principales partidos irlandeses, urgieron hoy a votar en favor del Tratado de Lisboa, dos días antes del referendo sobre el futuro de la UE.

“Las generaciones futuras no nos agradecerán si somos nosotros los que detenemos (la construcción de) una Unión Europea que es la mayor fuerza de paz y prosperidad de nuestra historia y de la historia de Europa”, afirmó Cowen a los periodistas en Dublín.

En el último día de su campaña oficial, Cowen intentó ganarse el voto de los indecisos sobre el Tratado de Lisboa, que constituyen cerca de 30 por ciento de los 3 millones de irlandeses llamados a las urnas en jueves.

Un sondeo, publicado hace unos días por el diario The Irish Times, concede al no 35 por ciento, contra 30 para el . Veinte y ocho por ciento de las personas consultadas se declaran aún indecisas, mientras 7 por ciento dice que no quiere votar.

Antes de la jornada de reflexión del miércoles, el principal partido de la oposición, el Fine Gael, de Enda Kenny, reclamó insistentemente un voto en favor del Tratado de Lisboa. El partido nacionalista Sinn Fein, el único que apoya el no, sólo tiene cuatro diputados en la Asamblea, que cuenta con 166 escaños.

 
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