Usted está aquí: miércoles 11 de junio de 2008 Sociedad y Justicia Discretamente, retorna la venta de alcohol en Bagdad

■ Ha cesado campaña de extremistas islámicos

Discretamente, retorna la venta de alcohol en Bagdad

Dpa

Bagdad, 10 de junio. En el barrio Karada, de Bagdad, Boulos Yunan coloca botellas en bolsas de plástico para una clientela sedienta de un trago de whisky o de cerveza, en una ciudad agobiada por las bombas y la violencia.

Hace sólo unos meses, Yunan y otros vendedores de alcohol no se hubieran arriesgado a comerciar estas bebidas prohibidas ni siquiera en secreto, por miedo a ataques de musulmanes radicales, principalmente de la milicia chiíta Ejército del Mahdi, que vigila el cumplimiento de la ley islámica.

Tras volver lentamente a Bagdad una calma relativa y al retirarse el Ejército del Mahdi de las calles, las tiendas de licores están reabriendo sus puertas en las zonas donde tradicionalmente se vendía alcohol y los bares ofrecían abiertamente su mercancía.

“Este verano hay una creciente demanda de cerveza de varias marcas. Pero la mejor es la alemana, que cuesta alrededor de 1.25 dólares por lata”, dice Yunan, un cristiano propietario de una tienda en Karada, por la que paga cerca de 2 mil 500 dólares de renta mensual.

“El arak importado de Turquía, Líbano y Grecia es muy popular, junto con el arak iraquí, que está hecho de dátiles”, dice.

La mayor parte de los clientes son hombres de diversas edades, pero también vienen a menudo a la tienda mujeres jóvenes y de mediana edad a comprar cerveza, explica Yunan. “Mi clientela es variada: musulmanes, cristianos y gente de otras comunidades religiosas. También tengo artistas, poetas y escritores”, agrega.

Generalmente el alcohol se podía conseguir durante la mayor parte del mandato de Saddam Hussein, pero a mediados de los años 90 impuso restricciones a su venta como parte de un resurgir de la religiosidad en su política.

Tras la invasión dirigida por Estados Unidos en 2003, los iraquíes disfrutaron de un breve periodo de relajación en las restricciones sobre el alcohol, que no duró mucho, pues los “vigilantes de la ley islámica” se enfrascaron en una violenta campaña contra bebedores y comerciantes de alcohol.

Con la violencia aún fresca en la memoria, los habitantes de Bagdad se sienten nerviosos a la hora de vender o comprar alcohol, pero se muestran optimistas de que la situación mejorará.

 
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