Usted está aquí: viernes 13 de junio de 2008 Espectáculos Los Licuadoras, rock mexicano de estilo electrodoméstico, lanza su primer disco

■ Patricia Peñaloza y Diego Elgarte se presentarán mañana en el bar el Pasagüero

Los Licuadoras, rock mexicano de estilo electrodoméstico, lanza su primer disco

■ Mezclar sonidos que rompan la perfección de las producciones, concepto musical de la banda

Mariana Norandi

Ampliar la imagen Patricia Peñaloza y Diego Elgarte, durante su visita a La Jornada Patricia Peñaloza y Diego Elgarte, durante su visita a La Jornada Foto: Foto Víctor Camacho

En el escenario, ella libera la necesidad desenfrenada de expresar lo que aborrece. Él juega con la guitarra a sacarle ruidos cincuenteros, haciendo caso omiso a las imposiciones musicales contemporáneas. Ella se rebela contra las órdenes sociales de lo femenino y recatado, para soltar las riendas de lo que le dicta el deseo. Él coquetea con todos los estilos musicales, pero no se casa con ninguno. Ella dice nutrirse de la filosofía de Patti Smith, en el sentido de que no hace falta tener una gran voz para ser cantante, sino algo que decir. Él, estático en el escenario, se mueve por el interior de su instrumento; ella, por todo el escenario, con atuendos galácticos y recreando histriónicamente sus canciones.

Son Patricia Peñaloza (vocalista y letrista) y Diego Elgarte (música, guitarra y secuencias), integrantes del dúo Los Licuadoras, quienes en el bar Pasgüero del Centro Histórico presentan este sábado su primera producción discográfica, homónima, del autollamado rock electrodoméstico.

Paty, como se le conoce en la escena musical, cuenta que desde niña le gustaba jugar a acomodar discos por género y que se divertía llamando a las emisoras radiofónicas para decir algo, aunque sólo fuera para saludar. Quería ser locutora de radio y novelista. Estudió periodismo, profesión que ejerce y es autora de la columna Ruta Sonora de La Jornada; recuerda que cuando cerraba los ojos imaginaba su futuro en un escenario, no en una redacción periodística.

Diego nació en Buenos Aires, Argentina, al año de haberse producido el golpe militar. Luego, cuando apenas tenía tres años, aquel acontecimiento lo trajo a México con su familia. Al entrar en la adolescencia cambió el sueño de convertirse en artista plástico por el de la música, y rápidamente comenzó a roncanrolear y a jazzear.

El inicio

Un día de 1998, cuando Paty ya tenía un “morralito de letras” y Diego el suyo de canciones, un amigo músico los presentó y desde entonces iniciaron una relación sentimental y musical.

“La conocí en el Multiforo Alicia. Paty estaba entrevistando a Panteón Rococó, ese día fue una odisea maravillosa” expresa él.

Ella le puso letra a su sonidos; él, sonido a sus letras, y comenzaron a presentarlas en vivo a finales del año 2000.

Una de las razones por las cuales la banda tiene tan desconcertante nombre es, precisamente, por haberse iniciado en los albores del milenio.

“A nosotros nos gusta la música electrónica de la década de los 50 y en aquellos años; incluso, cuando éramos chavitos imaginábamos el año 2000 como futurista, con naves espaciales y supersónicos. Por otro lado, la licuadora me parece un emblema maravilloso del cine de los 50, cuando se representaba ‘la liberación’ de la mujer con los nuevos electrodomésticos, como las licuadoras y las aspiradoras. Y además, cuando mi abuelo murió, que era el único músico de la familia, me heredaron su licuadora”, comenta Paty.

Por esto, en la vida de Paty la licuadora es más que un electrodoméstico: en un símbolo de su propia liberación artística.

Errar se vale

El concepto musical de esta banda, de acuerdo con su nombre, es un “licuado” de sonidos que buscan romper la “perfección” musical que ofrece la actual producción digital.

“Me interesan los aparatos viejos, los sintetizadores de los años 60 y 70, que funcionan a raíz de voltaje, son erráticos y difíciles de controlar. Somos seres humanos y nos tenemos que permitir el error. Algo que se ha dado a partir de los años 90 es la grabación digital, que permite una pulcritud y exactitud musical que pasma. Durante mucho tiempo, cuando las grabaciones se hacían en cinta, hubo muchas obras maestras, y de 20 años para acá, con la pulcritud de la grabación digital ya no hay tantas obras maestras” afirma Diego.

La letras de Paty son de un feminismo cotidiano, más que político. Es una batalla individual, más que organizativa. Ella desafía esos pequeños detalles del día a día en la relaciones sociales de género, “que son los que te joden la vida”, como la separación de las labores domésticas en la familia o la doble moral sexual.

“Vivimos en una época súper conservadora, donde una mujer es criticada por ejercer su libertad sexual. Si una mujer manifiesta esta libertad es vulgar; si lo hace un hombre, es masculino. Por ejemplo, la canción Plasta es una crítica a las mujeres pasivas que fomentan el machismo, y Profesional de la violencia, a los hombres que un día te aman y al otro día, si no les cumples su caprichito, no te pelan.”

Esta actitud escénica y artística de Paty provoca muchos comentarios machistas entre en el público. Cuenta que es común que le digan expresiones como “encuérate” u otras más agresivas.

Sin embargo, dice que las cosas van cambiando y que la generación nacida en la década de los 80 ya está transformando su mentalidad y respeta la libertad de una mujer en su vida privada y en el escenario.

La relación sentimental de Paty y Diego duró hasta hace tres años. Sin embargo, y aunque explican que a muchos les cuesta entenderlo, están tan involucrados en el proyecto y se compenetran tan bien musicalmente, que la separación sentimental no fue un obstáculo para continuar y fortalecer la banda.

Ahora, en 2008, lanzan su primer disco, denominado Los licuadoras, producción independiente distribuida por Prodisc; la producción musical corrió a cargo de Emmanuel del Real, Carlos Navarrete El Bona, Martin Thulin y Diego Elgarte. Este disco resume la historia una década de crecimiento musical; cristaliza un concepto que se fue creando muy poco a poco, e inaugura una nueva etapa del grupo. A partir de ahora este disco está haciendo su propio camino y será el público roquero quien lo juzgue. Por lo pronto lo presentan este sábado, a las 22 horas, en el bar Pasgüero. Motolinía 33, Centro Histórico. La entrada, 80 pesos, y con disco 150. www.myspace.com/oyealoslicuadoras.

 
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