Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de junio de 2008 Num: 693

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El palimpsesto de
Marcel Schwob

ARTURO GÓMEZ-LAMADRID

Diálogos de utopía
MARCEL SCHWOB

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

ENSAYAR LA POESÍA

CHRISTIAN BARRAGÁN


Práctica,
José Kozer,
Ediciones Sin Nombre-Conaculta,
México, 2007.

A Luis Paniagua

A pesar de que en la última década importantes casas editoriales mexicanas han publicado en distintos momentos parte de su prolífica obra, la magnífica poesía de José Kozer (Cuba, 1940) aún no se conoce ni se comenta con justicia en el país. Recientemente han aparecido los poemarios Práctica (2007) –nuevamente bajo el sello de Ediciones Sin Nombre, donde antes ya habíamos conocido Un caso llamado fk y La maquinaria ilimitada– y El carillón de los muertos (2006) –publicado originalmente en 1987, y ahora editado por primera vez en nuestro medio por la prestigiada Universidad Veracruzana–, lo cual confirma, sin embargo, la confianza de las editoriales mexicanas en la escritura de José Kozer, y, sobre todo, su alta estima en el ámbito más generoso de Hispanoamérica.

Los motivos que aborda la poesía de Kozer son tantos y tan disímiles como lo son en la vida misma cualquier día. De modo que en la voz del vate parece que todo puede ser dicho poéticamente. Y es, en efecto, el particular modo de la escritura de Kozer con que son expuestas las cosas cotidianas y vulgarmente manoseadas por el lenguaje diario lo que las hace entrañables, a veces de forma irónica, pero siempre sonrientes, gozosas.

Por eso no es de extrañar, sino de ensayar, que sus poemas vuelvan una y otra vez a los mismos tópicos y aun sobre sí mismos, hasta lograr la depuración buscada. Práctica es hasta ahora el mejor ejemplo de tal propósito. En los más de treinta poemas que lo conforman, cada texto a su manera ensaya, practica, su propio registro. Ninguno se asemeja a otro. Si de algo más concreto podemos decir que hablan los poemas de Práctica, sería entonces de la recuperación de un orden, de un equilibrio entre el exterior y el interior, de una armonía entre lo que dice el poema y lo que calla a través de una disciplina que se aprende, que se practica, como una palabra perdida o una oración: “Sólo una palabra, monocorde, en mi interior. Junto las manos cada vez que esa palabra pierde el fiel.” Pero a este momento de gran claridad y contundencia, por ejemplo, le anteceden algunos más que de una u otra forma apuntaban hacia él, y que de ningún modo desmerecen. Por el contrario, mientras aquel verso gana en precisión, éstos ganan en tanteo, pues son más libres y exploran con severo humor en ámbitos inesperados: “…anoche mismo, durante una práctica, sobre las tres de la madrugada, medio desvelado […] intenté, diez, veinte veces, repetir in mente una plegaria (cuatro palabras) diez, diez veces consecutivas, y no lo logré. Ni una vez, la vuelta completa, por Dios, madre mía, sólo una vuelta repetir diez veces una mantra, y no lo logré”. Al igual que estos otros versos que tanto se les asemejan y a la vez distancian, logrando ser valiosamente originales: “Hora de dejar la cama. ¿Dónde rayos metí los chanclos? ¿El taparrabo? ¿La mierda esa de la yukata quimono kasaya? A Oriente a Oriente que ya me desoriento. Sólo a mí se me ocurre desoccidentalizarme. Raparme. Recitar sutras que ni papa ni pajota.”

Así, la poesía de José Kozer expuesta en Práctica es habitada por una aguda y jovial pulsión que bien puede hallarse en una taza de té o en las “diecisiete ocupaciones del tipo subir persianas, tender el catre, abluciones, poner la mesa” y claro, en “vaciar unos momentos la cabeza antes de vaciar el vientre”. Un solo vigoroso afán que anima a cada momento el insospechado devenir del mundo y sus celebrados hábitos: una sola palabra, monocorde, que a sí misma se decanta.


REYES ENSAYISTA Y TEÓRICO DE LAS LETRAS

RAÚL OLVERA MIJARES


Teoría literaria,
Alfonso Reyes,
Fondo de Cultura Económica,
Ciudad de México, 2007.

Muchas cosas fue Reyes, quiso ser otras tantas, negándosele no pocas. Un título suyo resulta indisputable: el de poeta. Poeta lírico –desde sus mocedades–, dramático –si bien de teatro para ser leído– y épico –si ha de tomarse, extendiendo el vocablo, Visión de Anáhuac como tal. La narrativa fue su talón de Aquiles, considerada en forma canónica, pues no dejó novela larga aunque sí cuentos, relatos e innumerables crónicas –sin mencionar sápidos trozos de lo que ha dado en llamarse prosa de arte menor o brevedades.

El ensayo, esa forma de literatura híbrida, así tildada en su obra de discrimen mayor El deslinde (1944), fue su afición más socorrida. Tomando el orbe de las tierras por metáfora, el ensayo es a las letras lo que Australia a los otros continentes. América representa sin duda la novela moderna: ese territorio vasto, casi inconmensurable. El así bautizado continente euroasiático africano hallaría un paralelismo en los géneros lírico, épico y dramático . El último continente, sin embargo, es Oceanía. El ensayo nació a caballo entre el siglo XVI y el XVII en el seno de una tradición pietista, la de los hugonotes navarros, con Michel de Montaigne. A diferencia del viejo tratado, las cuestiones disputadas o los opúsculos filosófico teológicos, el ensayo no se propone la verdad objetiva sino la subjetiva, es decir, asume un punto de vista arbitrario, el personal del autor, que trata de explicarse la realidad y, desde ese bastión del yo, se convierte en el camino hacia la luz en la comprensión de un alma humana, singular e indivisa, sin jamás desentenderse de la fermosa cobertura, la retórica eficaz, la elegancia de estilo.

Teoría literaria, un esbelto volumen antológico, reúne un par de textos iluminadores. El volumen presenta una breve panorámica de los dos extremos a los que tiende la prosa discursiva de Reyes: el gracejo y las excelsitudes de estilo, por un lado, con textos tomados de la Experiencia literaria (1942), relativos a la traducción, la crítica y el sentido de la literatura, con la adición de otros textos propiamente teóricos que adolecen de un vicio fundamental: caen de lleno en una tierra de nadie, pues tampoco son historia, filosofía ni teoría literaria sin más. El deslinde, obra deudora de la fenomenología husserliana, no presenta desde el punto de vista noético –para servirnos de un término que cita el propio Reyes– el rigor necesario. Noesis se refiere a cómo se conoce algo, mientras noema es eso que se conoce. En efecto, noemáticamente, el fenómeno literario, como cualquier otro, puede ser objeto de análisis de la filosofía; sólo que ésta tiene sus propios métodos y no las consideraciones generales y en ocasiones coloridas de que se vale el autor, por muy informados que estén los términos de la propia filosofía u otras disciplinas.


DESVALIJANDO LOS RECUERDOS

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ


La hora entre el perro y el lobo,
Silke Scheuermann,
Sexto Piso,
México, 2007.

Dirigir la mirada hacia la primera novela de un autor siempre resulta un tanto riesgoso; son muchos los que coinciden con la premisa de que una primera novela siempre es un experimento. Por eso, dirigir los ojos hacia ella no garantiza nada aun cuando la autora haya sido multipremiada tanto en los cuentos como en la poesía. Tal es el caso de Silke Scheuermann (Francfort, 1973). La hora entre el perro y el lobo es el título y será publicada en media docena de países antes de que pase el primer año de la cesión de derechos. La oferta es, pues, tentadora. Descubrir el misterio que hace que hayan lanzado sus apuestas sobre esta primera novela varios editores es un aliciente a la hora de emprender la lectura.

La protagonista de esta historia ha vivido alejada de su familia por varios años. Aunque no se saben las razones con claridad, se intuye que la relación con Ines (sin acento), su hermana mayor, ha sido uno de los principales detonantes para su partida. Sobre todo porque siempre se sintió opacada por ella. No sólo mayor sino más agraciada, Ines ha destacado en cuanto contexto ha pisado. Su belleza y su éxito han sido una barrera que, incapaz de ser cruzada por quien narra su historia, ha valido más la pena alejarse de ella. Francfort es la ciudad destino. La misma a donde llega Ines para irrumpir en una vida que no sólo se había acostumbrado a estar sin ella sino que lo prefería.

A partir de la mezcla exacta entre el flujo de conciencia y el monólogo narrado, el presente las va conduciendo a un reencuentro mientras los recuerdos continúan separándolas. Porque, tras haberse negado a la invasión, su hermana por fin se pone en contacto con Ines. Entonces las imágenes empiezan a distorsionarse. En medio de un ambiente creado con exactitud, somos testigos de la transformación de Ines, de un pasado reciente cargado de alcohol y relaciones difíciles solapadas por Kai, su novio. El mismo que acabará entre los brazos de su hermana, que ya no sabe cómo es que las cosas van sucediendo. Por una parte, los recuerdos devaluados; por la otra, un dejo de satisfacción por haber sido la sobreviviente, la triunfadora. Aquélla que puede elegir su ubicación entre el perro y el lobo.

Con una prosa como hecha a mano, Silke Scheuermann ha construido una primera novela que no le pide nada a cualquier otra. Es un texto en que los sentimientos y las expresiones pueden más que los conceptos y las palabras. Empezar su lectura implica quedarse dentro, leer de corrido las más de cien páginas sin separaciones capitulares. Algo que se puede hacer por el poder cautivante de un lenguaje que, si bien cuenta una historia, también se decanta por el lado de la poesía. Sin lugar a dudas, un riesgo que valió la pena.



Doña Perpetua.
El poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo,

Arturo Cano y Alberto Aguirre,
Grijalbo,
México, 2008.

Tejida con el punto fino “del mejor periodismo narrativo”, esta biografía política de la Maestra –así, con mayúscula, como la también la debe llevar, por ejemplo, el “Don” cuando antecede a un Corleone– no tiene desperdicio. Los hilos, y sobre todo las cabezas al final de ellos, movidos por la mano que mece (casi) todas las cunas de la llamada clase política, aparecen revelados aquí bajo la clara luz de un trabajo de investigación, análisis y escritura impecables.



China y México: implicaciones de una nueva relación,
Enrique Dussel Peters y Yolanda Trápaga Delfín,
La Jornada Ediciones /Fundación Friedrich Ebert/UNAM/ITESM,
col. Nuestro tiempo,
México, 2007.

El propósito de este volumen, coordinado por los doctores en economía Dussel y Trápaga, consiste en “dar cuenta de las principales investigaciones llevadas a cabo en el medio académico mexicano sobre China y la relación China-México”. Ámbito poco explorado y, por ende, menos entendido, el de las actuales relaciones entre China y México debiera despertar el interés general, dada la creciente importancia geoestratégica, económica y social del también llamado gigante de Oriente.



Ciudad de México, crónica de sus delegaciones,
varios autores,
Gobierno del Distrito Federal,
México, 2007.

Antecedidos por la presentación de Marcelo Ebrard y la introducción de Axel Didriksson, este volumen de perfiles históricos por región es fruto del trabajo del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, presidido por Guillermo Tovar de Teresa –autor del Preámbulo–, y además de una sabrosa colección gráfica incluye, entre muchos otros textos, el escrito al alimón por Carlos Monsiváis y Jesús Ramírez Cuevas titulado “De cómo se adquiere la ciudadanía (notas sobre movimientos sociales en la Ciudad de México)”. Material inapreciable para chilangos y no chilangos.