Usted está aquí: lunes 16 de junio de 2008 Cultura Descubren que Teotihuacán estaba rodeada por barrios de trabajadores de Mesoamérica

■ Artesanos, albañiles, lapidarios, arquitectos, entre otros, vivían en espacios amurallados

Descubren que Teotihuacán estaba rodeada por barrios de trabajadores de Mesoamérica

■ Varios de ellos están bajo los poblados que actualmente rodean al sitio prehispánico

Ana Mónica Rodríguez

Ampliar la imagen Vestigios de los conjuntos arquitectónicos que rodeaban al centro ceremonial de Teotihuacán, en los cuales se asentaron grupos de trabajadores provenientes de Mesoamérica Vestigios de los conjuntos arquitectónicos que rodeaban al centro ceremonial de Teotihuacán, en los cuales se asentaron grupos de trabajadores provenientes de Mesoamérica Foto: cortesía de Mauricio Marat / INAH

Ampliar la imagen Las pinturas que adornaban los techos y paredes de las viviendas plasmaban la vida cotidiana de los pobladores Las pinturas que adornaban los techos y paredes de las viviendas plasmaban la vida cotidiana de los pobladores Foto: cortesía de Mauricio Marat / INAH

Alrededor de 2 mil conjuntos arquitectónicos amurallados rodeaban a Teotihuacán y en ellos estaban incrustados por lo menos un centenar de “barrios” en donde vivía gente proveniente de varios puntos de Mesoamérica, la cual se dedicaba a múltiples oficios en esa extensa periferia del área monumental prehispánica.

Artesanos, arquitectos, albañiles, lapidarios y fabricantes de indumentaria habitaban en grandes manzanas, en donde perfeccionaban el oficio que ejercían cotidianamente en la colorida ciudad teotihuacana.

Estos espacios domésticos, cuyos muros y pisos que, pese a las centurias, lucen todavía decorados con pinturas, trasladan a los visitantes a un remoto pasado en el que se vislumbra el ambiente cotidiano de una familia teotihuacana.

En esas pinturas plasmadas al fresco, los teotihuacanos dejaron testimonio de sus actividades diarias, su forma de vida, su pensamiento y sus creencias, a través de las cuales se tienen elementos para imaginar cómo era la vida en la antigua ciudad mesoamericana, cuyo origen se remonta al siglo I dC, hasta su colapso –según apuntan los especialistas– que ocurrió hacia el año 700.

A unas semanas de que inicie una nueva temporada de investigaciones de campo en las inmediaciones de la zona arqueológica, la especialista Verónica Ortega explica que “90 por ciento de la extensión territorial de Teotihuacán se encuentra debajo de los poblados y municipios actuales, periféricos al sitio prehispánico.”

Tal situación, dijo la arqueóloga, obliga a los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a realizar un registro del patrimonio arqueológico que se encuentra fuera de la zona federal. “La problemática radica en que muchos de esos terrenos son de propiedad privada o comunal”, lamenta Ortega.

“El crecimiento urbano alrededor y en la periferia de la zona prehispánica disminuye las posibilidades reales de explorar esos barrios, porque la mancha urbana se extiende cada vez más rápido y nos imposibilita realizar las excavaciones necesarias. También es preciso que se controle o reordene la situación jurídica en Teotihuacán, para que continuemos investigando durante más años.

“Es importantísimo aplicar acciones de conservación para evitar que se sigan deteriorando los vestigios arqueológicos, pero es necesaria una protección física y jurídica.”

Actualmente, los expertos del INAH aprovechan cada uno de los lugares en donde se podrían realizar excavaciones. “Uno de esos casos es Atetelco, lugar en donde el arqueólogo Rubén Cabrera extendió su área de investigación para tratar de determinar cuáles eran sus límites”.

Teotihuacán, a decir de la especialista del INAH, tuvo una extensión de más de 22 kilómetros cuadrados en su época de mayor esplendor. Tetitla y Tepantitla también son residencias o barrios que han sido detectados en las cercanías del centro ceremonial, de las dos pirámides y de la Calzada de los Muertos.

Y las evidencias arqueológicas arrojan que en La Ventilla vivían los artesanos y guerreros; en Atetelco estaba la escuela de los guerreros; Tetitla era el barrio de los nobles, y a Tepantitla se le considera el paraíso de Tláloc, en donde emerge el mural conocido como Tlalocan.

 
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