Usted está aquí: viernes 27 de junio de 2008 Espectáculos Novecento, barco teatral de sueños, celebró 115 funciones en el Shakespeare

■ Eduardo España da vida a la historia de un marinero que nunca pisó tierra

Novecento, barco teatral de sueños, celebró 115 funciones en el Shakespeare

■ Profundizar en la brevedad de la existencia, mensaje del monólogo de Alessandro Baricco

Arturo Cruz Bárcenas

Ampliar la imagen El gusto por el jazz, reflejado en Novecento El gusto por el jazz, reflejado en Novecento Foto: Carlos Ramos Mamahua

Novecento es la historia teatral de un hombre que vivió toda su vida en un barco y que nunca pisó lo que se llama “tierra firme”.

Alguna vez quiso “bajar” a un continente para ver desde ahí el mar… “¿Qué pasaría si ésta fuera la última vez que vas a escuchar una historia?”, pregunta al principio de la puesta en escena el actor Eduardo España, quien actúa el monólogo que el pasado lunes celebró 115 representaciones en el Foro Shakespeare, ubicado en Zamora 7, en la colonia Condesa.

Escrito por Alessandro Baricco y dirigido por Marco Viera, Novecento, una historia para soñar, profundiza en la brevedad de la vida, en la impostergable necesidad de que cada momento sea intenso, para que al final se vea la estela sobre la mar como si fuera una suma de intensidades.

España se transforma en unos 20 personajes que refieren la importancia de las cosas simples, de tener amigos, de oír una trompeta, de saber y gustar del jazz. Cuando al final el público tributó al actor un aplauso de pie quedó constancia de que tuvo en la vida una noche de triunfo y, con ello, una postura respecto del teatro.

Novecento nació a bordo de un barco de vapor, el Virginian, y fue criado por un marinero que lo bautizó con ese nombre. Para él la vida en la tierra era sólo un sueño. Su hogar era el barco. Desarrolló, de forma lírica, la virtud de la creación e interpretación de la música en un piano, entreteniendo a más de dos mil personas en cada viaje. Así conoció al trompetista que narra esta historia.

Los recursos escénicos son ingeniosos, sencillos, y el simbolismo es poético, de cartas con las que se hacen barcos de papel. Los mensajes van y vienen, al ritmo del oleaje, de la gravedad lunar. Entre el barco de papel y la luna hay una relación indisoluble.

En la obra hay multitud de comentarios que causan cosquillas, chistes de buen nivel, como el hecho de que el personaje Bill Joung, el telegrafista, es tartamudo; el timonel es ciego, y el ingeniero que diseñó el barco no dispuso que hubiera cocina, pues era anoréxico, etcétera.

España decidió celebrar el hecho de que Novecento cumpliera las primeras 115 funciones, mientras que se estila es festejar números cerrados (cien, por ejemplo).

El pasado lunes el foro estuvo lleno, a diferencia de otros inicios de semana, en los que España dijo: sólo hay “unas 15 personas”. No se lamentó por ello,

 
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