Usted está aquí: viernes 27 de junio de 2008 Opinión La circuncisión y el amor brujo

José Cueli

La circuncisión y el amor brujo

El modelo del “Block Maravilloso” freudiano, en opinión de Jacques Derrida, incorpora entre otras cosas lo que en apariencia habría parecido contradecir, bajo la forma de una pulsión de destrucción, la propia pulsión de conservación, que se podría denominar la pulsión de archivo, el mal del archivo: “Ciertamente no habría deseo de archivo sin la finitud radical; sin la posibilidad de un olvido que no se limita a la represión. Sobre todo, y he aquí lo más grave, más allá o más acá de ese simple límite que se llama finidad o finitud: no habría mal de archivo sin la amenaza de esa pulsión de muerte, de agresión y de destrucción. Ahora bien, esta amenaza es infinita, arrastra la lógica de la finitud y los simples límites fácticos, la estética trascendental, se podría decir, las condiciones espacio-temporales de la conservación. Digamos más bien que abusa de ellos”.

En la implicación de lo infinito, el mal de archivo está tocando el mal radical.

El otro aspecto crucial aludido por Derrida es el asunto de la singularidad literal que se perfila hacia la figurabilidad. “Inscribiendo de nuevo la inscripción, conmemora a su manera, en efecto, una circuncisión”. Trazo que marca una incisión en plena piel. Asunto de estratificación laminada, sobreimpresión peliculada de marcas epidérmicas que desafían al análisis. Archivos sedimentados, de los cuales algunos estuvieran como tatuajes, inscritos en plena epidermis de un cuerpo propio” (…) Imposible capricho epidérmico (…) Figurabilidad y pulsión de destrucción que se maquilla con tintes de erotismo, siendo un hermoso ejemplo de ello el desesperado cante al amor perdido que incita a la realización de sortilegios y de invocación a las fuerzas del mal, en el rincón de los “encantamientos” como en la obra El amor brujo, de Manuel de Falla: imagen del fuego fatuo, si le huyes te persigue, si le llamas echa a correr. Está donde no le llaman, acude cuando no se le invoca (…) Presencia de una ausencia, fugacidad del instante…

Asimismo, las alusiones de Derrida al asunto de la estratificación laminada, de la sobre-impresión peliculada y de la resistencia y desafío al análisis que bien puede conectarse con la mecánica del proceso onírico.

Después del tatuaje, la cicatriz u ombligo del sueño o del texto –el sueño es una lectura-escritura– desaparecen y se ocultan (en su develamiento) bajo todo género de ropajes. Es en el ombligo del sueño-sueño (La inyección de Irma) el lugar en que los hilos del sueño se aposentan en el no-sentido. Ese ombligo incognoscible –dice Freud– donde los hilos del sentido se enmarañan haciendo imposible desenredarlos, ese centro, el no sentido, que es tanto como aceptar que la clausura de la metafísica no es hermética, sino que presenta fisuras por donde lo irracional hace su aparición.

 
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