Usted está aquí: lunes 30 de junio de 2008 Cultura “Lo que llama al optimismo es mirar la utopía diaria”: Bartra

■ El investigador publica El hombre de hierro, análisis y reflexión sobre el capitalismo actual

“Lo que llama al optimismo es mirar la utopía diaria”: Bartra

■ El libro es un intento por saldar cuentas con su pensamiento crítico, explica en entrevista

Arturo Jiménez

Ampliar la imagen Otro mundo es posible, expresó el investigador Armando Bartra en su charla con La Jornada Otro mundo es posible, expresó el investigador Armando Bartra en su charla con La Jornada Foto: Carlos Cisneros

Desde el pensamiento crítico y con una mirada amplia y abarcadora de la diversidad de opciones de análisis y de prácticas políticas para cambiar el orden económico y social predominante, el investigador Armando Bartra lanza –podría decirse que a contracorriente– varias afirmaciones optimistas.

Por ejemplo: el sentimiento apocalíptico que hace prever a muchos el posible fin de la raza humana, de la vida misma en general y de la propia Tierra –con base en problemas graves y reales, como el cambio climático o la amenaza nuclear–, no debe dominarnos ni apesadumbrarnos, pues hay motivos suficientes para pensar que no sucederá, y más aún, que las cosas van a mejorar.

Otro ejemplo de optimismo: la izquierda no sólo no está en crisis, sino que cada vez adquiere más fuerza, y no sólo en América Latina y otros países del mundo, sino también en México, donde gobierna la derecha.

¿Optimismo razonado? Sí, responde Bartra en entrevista con La Jornada; además, explica y argumenta, para el primer caso, que la misma percepción de su riesgo de exterminio como especie encaminará las reflexiones y acciones de la sociedad humana por senderos diferentes a los modos de producir y consumir del sistema capitalista, lo cual ya ha empezado a germinar en el mundo con una toma de conciencia cada vez mayor y con la búsqueda de verdaderas soluciones de fondo que frenen el cambio climático.

En cuanto al segundo ejemplo, señala que la izquierda –en México y en el mundo– no sólo es la que participa en los partidos políticos o los movimientos armados, sino que hay un amplio y cada vez mayor espectro de movimientos políticos y sociales, urbanos y rurales, o de diversas minorías raciales o sexuales o de otros tipos, que se organizan, cuestionan y generan opciones de vida diferentes a las exigidas por el capitalismo dominante.

“Creo que otro mundo es posible. Es un optimismo razonado, pero basado en una utopía pragmática. La utopía es constante; lo que llama al optimismo es mirar alrededor. No sólo vislumbrar el futuro esperanzador, sino ver la utopía cotidiana. La utopía es colectiva, individual, global, local. Si miramos alrededor con un cierto optimismo, entonces podemos tener futuro.”

Revisión de la sociedad capitalista

Bartra habla con motivo de la publicación de su libro El hombre de hierro. Los límites sociales y naturales del capital (UACM-UAM-Itaca), en el que hace un diagnóstico, revisión y análisis general de la sociedad capitalista contemporánea, a la vez que plantea reflexiones en la búsqueda de propuestas, soluciones y modos de acción.

“No me cuezo al primer hervor. Soy un crítico del orden social y económico en el que vivimos desde hace muchos años, y por tanto he absorbido el pensamiento crítico de muchas corrientes, particularmente del marxismo. Hay que repensar las cosas; este libro es un intento por saldar cuentas con mi pensamiento crítico y con las realidades del siglo XX, que nos han dado muchas sorpresas, para cualquiera que desee mirar con los ojos verdaderamente abiertos.”

Recuerda que el libro utiliza la metáfora planteada por Carlos Marx a mediados del siglo XIX y referida a un orden que en ese momento era relativamente novedoso: el capitalismo industrial, donde la maquinaria, y más concretamente, la máquina, “el hombre de hierro” se impone sobre el de carne y hueso.

“Pero no sólo es el mundo exterior, sino también el interior, el pensamiento, las disciplinas científicas, que se constituyen en mecanismos más o menos inertes que nos imponen ciertas rutinas intelectuales. Esto es una máquina interna. Y se ha hecho mucho más sofisticado; tiene que ver con el mundo privado y con el público, con el sueño, la vigilia, el consumo, la producción. Es decir, vivimos en un mundo máquina, de inercias.”

Aclara: “La explotación, la desigualdad, la miseria, son conceptos vigentes, graves, sobre todo cuando la polarización de la sociedad es más aguda que nunca. Pero si nos quedamos en esto, dejamos de percibir cuestiones que son tanto o más importantes”.

Bartra destaca que la conciencia de que todos estamos en el mismo barco y de que éste puede hundirse en cualquier momento se dio sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, con las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagazaki, y la posterior carrera armamentista.

Apostar por revoluciones lentas

“Es la conciencia de que la humanidad se está suicidando. Estamos hablando de enfermedades incontrolables, de pugna por el agua, de hambre, de éxodo, de la forma más dolorosa y envilecedora de morir la humanidad: por obra de sus actos.”

–¿Es posible frenar al sistema capitalista?, pues su término se viene previendo desde el siglo XIX y a la vez que en apariencia se debilita, se fortalece.

–No sólo es posible, sino necesario, indispensable. Aquí no vale la prospectiva ni las probabilidades de que tengamos algún futuro. Aquí el problema es que no hay opción, tenemos que apostar a que es posible.

–Pero los intentos mundiales van por reformas no de fondo, como lo plantea en su libro para el caso del cambio climático.

–Necesitamos reformas profundas, un vuelco histórico, un cambio civilizatorio. Pero éste no se puede seguir viendo con los ojos mágicos de una revolución que iba a ser una suerte de tortilla que se voltea y los que estaban abajo quedan arriba y viceversa. No quiero decir que las revoluciones políticas sean irrelevantes y que no importe quitar a un dictador y poner una democracia. Es algo legítimo, son avances, pero no debe creerse que el mundo va a cambiar de manera mágica por una toma de poder. Son dos tiempos, uno largo y otro corto.

“En el tiempo largo estamos padeciendo una crisis y necesitamos emprender cambios urgentes, que emprendan un nuevo camino del que podremos dar testimonio dentro de mucho tiempo. Debemos plantearnos revoluciones lentas para rectificar un sistema impreso en el mundo material, en el modo de producir.”

 
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