Usted está aquí: miércoles 2 de julio de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Al desnudo, fallas en la estructura policial

■ La Unipol no es de un gobierno de izquierda

Primero es el proyecto que los compromete, y esa idea de nación que significa el cambio a veces requiere de sacrificios, pero siempre de la sapiencia necesaria para entender que no hay pretexto que valga para entorpecer o limitar el proceso del cambio, porque el proyecto es primero.

Urge recordarlo porque de pronto parece que entre las rencillas y las vendetas personales, se pierde la perspectiva del compromiso y se pone en riesgo la confianza que la gente depositó en un gobierno que les exige marcar la diferencia con la derecha en el poder.

La tragedia se ha convertido en crisis política porque desnudó, entre otras cosas, las grandes fallas estructurales que con el tiempo y la corrupción se han enraizado en los cuerpos de seguridad que operan en esta ciudad, y porque esto es razón suficiente para que desde la misma derecha se alimente la incertidumbre y el terror que ellos provocan a diario, en forma sistemática, pero que justifican en una guerra perdida en contra del narcotráfico, aunque condenan cuando la falla en un operativo no les pertenece.

No hay forma de evadir las responsabilidades en la tragedia de la discoteca News Divine, pero de igual modo es importante saber que lo ocurrido es la muestra fehaciente de que en algún momento se desvió el camino, de que se durmió la idea con arrumacos de triunfo deshumanizado que buscan en los números la eficiencia aparente, pero menoscaban la legitimidad de un régimen que trata de sudar las angustias de sus gobernados, y de aliviarlas, y de esa contradicción brutal que significa que un gobierno de izquierda realice razzias para combatir el crimen. Eso es cosa de la derecha.

Y si a este desvío, que provoca el error fatal, se anudan los intereses de la agenda personal de, por ejemplo, el procurador Félix Cárdenas, que para nadie es un secreto su desapego al proyecto de un cambio real y radical en el país, el asunto se convierte en crisis.

Rodolfo Félix Cárdenas, que en algún momento defendió a Marcelo Ebrard de la injusticia, ahora lo enreda en intrigas injustificables que no sólo parecen provenir de sus venganzas personales en contra del jefe de la policía local, Joel Ortega, sino de otros compromisos que le obligan a esconder evidencias para aparentemente menoscabar la fuerza que tomó el quehacer político del jefe de Gobierno.

Un ejemplo de la actitud del mismo procurador tiene que ver con su dicho, sostenido, de que en el operativo nada más estuvieron cuatro agentes del Ministerio Público y otros tantos policías judiciales, aunque según se asegura en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, pudieron ser una decena, cuando menos, los agentes destacados en el operativo.

Si no se conocieran los antecedentes del procurador se podría decir que todo esto es simple ineptitud, pero el análisis más simple de su accionar despierta algo más que sospechas.

Félix Cárdenas acusa el jefe de la Unipol de homicidio doloso, y sabe desde luego, como ya lo consignamos en este espacio, que los argumentos que él esgrimió a favor de Marcelo Ebrard en el caso San Juan Ixtayopan, serían los mismos que tomaría la defensa de Guillermo Zayas para destruir la hipótesis.

Y entonces ¿cuál era el fin? ¿Se olvidó Félix Cárdenas que el jefe de Gobierno aseguró justicia para el caso, o trató de exhibir a Ebrard y enredar las pesquisas hasta hacerlas imposibles de juzgar? No se vale.

Joel Ortega no está libre de culpas, está claro que no ha podido transformar a la policía, y el costo de esa imposibilidad se traduce en la mayor crisis que vive el Gobierno del DF, así que no es posible evadir las responsabilidades.

La Unipol como instrumento de represión no debe existir en un gobierno de izquierda. Otras formas de prevención del delito, acordes con el pensamiento del jefe de Gobierno, deberán tomar el lugar que ocupa el engendro represor, porque si no ¿dónde está la diferencia?

Este es el mejor momento para ir a fondo en la restructuración de la policía, es decir, de todo el aparato de seguridad de la ciudad de México. La Unipol, por lo pronto, está muerta o cuando menos no se mueve, y el gobierno de Marcelo Ebrard deberá replantearse cómo y con quién seguir en la tarea de brindar seguridad a sus gobernados, pero con visión de izquierda, y si no, ¿dónde está la diferencia?

 
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