Número 144 | Jueves 3 de julio de 2008
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus
RESPUESTA GLOBAL AL VIH
EMERGENCIA MUNDIAL | EMERGENCIA NACIONAL

En dos años más se cumplirá el plazo para proporcionar acceso universal a métodos de prevención, información y tratamiento para el VIH/sida. Con ese presión encima, representantes de 147 países se reunieron en la sede neoyorkina de la ONU para presentar informes de la situación de la epidemia en cada nación. En México, mientras tanto, activistas demandan nuevas opciones de gasto que garanticen a largo plazo medicamentos para todos los que los necesitan.

Por Rocío Sánchez/enviada

La comunidad de naciones hizo inventario de lo que se ha hecho para terminar con el VIH. Los resultados no son los esperados, frente a las expectativas que se hicieron al iniciar el siglo. Durante dos días, en la Reunión de Alto Nivel sobre el Sida 2008 se revisaron los avances en el cumplimiento de los compromisos mundiales para abatir una epidemia que no ha logrado ser contenida.

Las mujeres fueron un tema relevante en este recuento sobre la epidemia. Según el informe del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, la mitad de las personas que viven con VIH en el mundo son mujeres. Las estadísticas muestran también que las jóvenes de 15 a 24 años tienen menos información sobre la infección que los chicos de la misma edad. Sólo 36 por ciento de ellas y 40 por ciento de ellos tienen información suficiente para protegerse, lo cual está muy lejos del 95 por ciento adoptado unánimemente por los Estados miembros en la Declaración de Compromiso en la Lucha contra el VIH/sida (que debería alcanzarse en 2010).

Si bien las mujeres que viven en África tienen igual o mayor acceso a los tratamientos antirretrovirales, ocurre lo contrario cuando las epidemias están concentradas, dice el documento. “Aunque la mayoría de los países disponen de marcos estratégicos para hacer frente a la carga que la epidemia impone a las mujeres, sólo el 53 por ciento asignan presupuestos a programas centrados en la mujer”.

Ratri Suksma, una mujer indonesa que participa en una organización civil local, habló en la tribuna de la Asamblea General para hablar sobre su vida con el VIH. Cuando conoció su condición muchos en su país creían que sólo las trabajadoras sexuales y adictas a las drogas podían tener el virus, recordó, y dijo que ella no es ni una cosa ni la otra. Exigió respeto para sus derechos humanos y los de su hija, que se ve afectada también por el estigma y la discriminación. “Yo voy a honrar mi compromiso pero les pregunto ¿harán ustedes lo mismo?”, cuestionó en la tribuna.

Diálogo restringido
El nivel de discusión política en la reunión dejó que desear, según activistas. Aunque se observaron dispositivos de seguridad más estrictos de lo usual, la presencia de jefes de Estado fue mucho menor que en reuniones anteriores. La inequidad de género no logró superarse, pese al acento oficial en la epidemia femenina de VIH: las representaciones del continente africano —en cuya región sur 61 por ciento de quienes viven con VIH son mujeres— estaban compuestas en su totalidad por hombres.

No obstante, hubo también sorpresas en las misiones de ciertos países, como en la de India, donde se registró oficialmente a la primera persona transexual que acude a una reunión de esta índole. Como un proceso alterno, se abrió un registro para representantes de la sociedad civil a quienes se acreditó de manera independiente a las delegaciones oficiales, pero al parecer hubo un cálculo equivocado sobre la afluencia.

Constante fue el andar apresurado de un lado a otro por los pasillos del edificio principal. Los salones que albergaron mesas de discusión sobre acceso a medicamentos, liderazgo político o género y VIH/sida, se veían rebasados por la cantidad de gente. Muchos no alcanzaban un lugar y otros, como los representantes de medios de comunicación, en definitiva no tenían permitido entrar. Igual sucedió con los eventos alternos, organizados específicamente por ciertos países y cuyo acceso en su mayoría fue “sólo con invitación”.

A las restricciones se sumó el rígido formato, común para la ONU, en el que se dio la discusión. Pero el diálogo siempre encuentra cauces: hubo un intenso trabajo de cabildeo en los pasillos, las salas de espera y las cafeterías, que se convirtieron en sedes para trazar estrategias o alianzas. Un ejemplo de la organización extraoficial fue la protesta conjunta de decenas de trabajadoras sexuales para exigir el fin de la brutalidad policiaca en Cambodia y agradecer los buenos oficios del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

La homofobia, una vergüenza
Otro tema crucial en la lucha contra el VIH abordado en la discusión fue el de los grupos más vulnerables a la infección, como las trabajadoras y trabajadores sexuales, los usuarios de drogas inyectables y los hombres que tienen sexo con hombres. Ban Ki-moon, calificó de “vergonzoso” que se siga estigmatizando a los varones con prácticas homosexuales a 60 años de haberse firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En su informe, el secretario general reporta que la mayoría de los usuarios de drogas inyectables y de los hombres homosexuales del planeta carece de acceso adecuado a los servicios de prevención del VIH. Por otra parte, apenas 40 por ciento de los homosexuales encuestados en 28 países dicen saber dónde pueden obtener condones o someterse a la prueba de detección del VIH. “En varios países, por ejemplo Armenia, Grecia, México, Papua Nueva Guinea y Turquía, menos del 25 por ciento de los hombres que tienen sexo con hombres tienen acceso a los preservativos”, señala el informe.

La ONU subraya que se necesita “con urgencia” una mayor determinación a nivel nacional para intensificar las actividades de prevención dirigidas a los homosexuales, como la que ha demostrado Brasil, que en 2008 lanzó una campaña en los medios de comunicación masiva para reducir el riesgo entre los hombres jóvenes gays.

Por su parte, los activistas mexicanos se congratularon de que el secretario de Salud nacional, José Ángel Córdova Villalobos, hiciera explícito su compromiso con la lucha contra la homofobia y, además, hablando a nombre de los 21 países que integran el Grupo de Río. “El estigma, la discriminación y la homofobia han impedido las discusiones abiertas sobre el tema, creando una cultura de secretos, silencios y vergüenza, lo cual reduce los resultados de los esfuerzos para promover medidas efectivas de prevención, cuidados y apoyo”, expresó el secretario.

Una emergencia estacionada
Luego de revisar el panorama trazado con los 147 informes de país, la ONU hace puntuales recomendaciones para continuar con la lucha contra el VIH/sida, recordando que faltan dos años para el compromiso de acceso universal y que el mundo está a la mitad del camino en las Metas del Milenio, que se plantearon para 2015.

Hasta ahora, la respuesta al VIH se ha considerado como una medida de emergencia. Ya han pasado más de 25 años de su inicio por lo que es tiempo de empezar a pensar en una respuesta sostenida, es decir, a largo plazo. Para ello, es necesario contar con compromiso y liderazgo políticos, así como con la participación de todos los sectores de la sociedad empezando por las personas que viven con VIH y las organizaciones de la sociedad civil.

En este mismo sentido, organizaciones civiles de alrededor de 30 países (entre ellas nueve mexicanas) emitieron la “Declaración de la Sociedad Civil sobre la Reunión de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre el Sida”, donde subrayan que el involucramiento de la sociedad civil en las delegaciones nacionales oficiales “debería ser efectiva, no solamente formulismo”. En el caso de los países con epidemia concentrada, como es el caso de América Latina y de México en particular, la ONU recomienda organizar una respuesta eficaz contra el VIH, es decir, atendiendo a las poblaciones más vulnerables, lo cual permitirá contener la epidemia y que ésta no alcance a la población general. De la misma forma, es necesario poner atención en las desigualdades de género que hacen más grave la epidemia, sobre todo para las mujeres.

Emergencia nacional