Usted está aquí: lunes 7 de julio de 2008 Opinión Especulan

León Bendesky
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Especulan

Por más que las autoridades monetarias y financieras de los países más ricos se esmeran por controlar la inestabilidad prevaleciente, ésta sigue siendo el rasgo predominante del entorno económico.

En la reciente reunión del Grupo de los Ocho de Tokio se trató el asunto de la inflación que sigue al alza y de las posibilidades de un estancamiento de la producción. Ambas condiciones están vivas y no ceden ante la inyección de dinero que han hecho los bancos centrales, las alzas de las tasas de interés y los ajustes de cuentas en los grandes bancos comerciales.

En Estados Unidos el conjunto de los precios creció en mayo a una tasa anual (respecto del mismo mes del año anterior) de 4.2 por ciento. Pero el rubro de la energía aumentó 17.4 por ciento y el de los alimentos 5.1 por ciento.

En Europa, en los países de la zona del euro, la inflación llegó ya a 4 por ciento, el nivel más alto desde que esa moneda empezó a funcionar y significa el doble del alza de los precios proyectada por el Banco Central Europeo. En Alemania la inflación es la mayor de los 15 años recientes y en 11 años en España. El BCE subió las tasas de interés a 4.25 por ciento como medida para frenar las presiones sobre los precios.

La incertidumbre sobre la evolución de la economía es todavía muy grande y en un ambiente caracterizado naturalmente por los efectos del azar es difícil prever la reacción de los consumidores y de los inversionistas frente al cambio de los precios relativos y la disminución del empleo y del ingreso.

Las explicaciones más convencionales del resurgimiento de la inflación parten del efecto que provocan los altos precios del petróleo y, ligado a ellos, el uso alternativo de diversos cultivos para producir biocombustibles. En el caso del petróleo se aduce que hay exceso de demanda provocado por el fuerte ritmo de expansión de economías como las de China y la India. Ese mismo fenómeno se toma como fuente de una mayor demanda de alimentos que contribuye al alza de los precios.

Debe haber elementos ciertos en esa explicación, pero quedan, sin embargo, muchos cabos sueltos. No hay evidencia de escasez de crudo que haya dejado insatisfecha la demanda, incluso a los altos precios vigentes, tampoco la hay con respecto al manejo de los inventarios. La semana pasada, por ejemplo, se redujeron los inventarios de crudo de Estado Unidos, sin contar los de la reserva estratégica, pero al mismo tiempo subieron los de gasolinas.

En cuanto al maíz y otras fuentes de azúcares, se sabe que una parte de la producción se está usando para producir bioetanol. Pero no hay una idea clara de la relación que esto tiene con los precios de otros productos agrícolas y la sensibilidad de las condiciones de la oferta y la demanda de ellos de manera cruzada, es decir, cuando hay posibilidad de sustitución.

Se discute mucho sobre la especulación en los mercados de petróleo crudo y de sus derivados. Unas partes niegan que esa sea de una magnitud tal que tenga una incidencia sobre los precios. Pero tampoco se cuenta con análisis que aclaren las condiciones de los mercados de futuros y sobre cuál es su impacto en los precios actuales de diversos productos. Vaya, no hay una explicación suficiente de cómo funciona el proceso de fijación de los precios, cuestión clave para comprender la operación de los mercados.

Puede estar ocurriendo que ante las dificultades de los bancos comerciales, arrastrados por la crisis del mercado hipotecario de Estados Unidos, y que aún no están superadas, los inversionistas buscan nuevas formas de valorizar el capital. Entre ellas está la especulación con contratos y opciones de futuros de petróleo y productos agrícolas, así como de diversas materias primas industriales, cuyos precios también están subiendo notablemente.

En periodos de inestabilidad financiera como el que se registra ahora en la economía global, la especulación se acrecienta persiguiendo una mayor rentabilidad. Las operaciones especulativas pueden tener un cierto efecto positivo en la asignación de los recursos en mercados que no muestran grandes distorsiones de los precios, contribuye así con la estabilidad.

Pero esa actividad tiene repercusiones adversas sobre las cantidades y los precios cuando existe alta volatilidad y cuando los riesgos crecen y se pueden hacer grandes ganancias. Esta ventaja para quien invierte especulativamente se separa de las ventajas para los consumidores que no tienen defensa contra el alza de los precios.

Esta discrepancia entre las ganancias especulativas y las pérdidas del consumidor son un elemento clave de una situación inestable y proclive a la crisis como la que hoy existe. Hasta ahora se pone el énfasis en los mercados, todavía se hace poca referencia al efecto social de los desajustes económicos. Las presiones sobre la población van a intensificarse, sobre todo si se materializa la combinación de alto crecimiento de los precios con un estancamiento de la producción y la pérdida de empleos.

 
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