Usted está aquí: lunes 7 de julio de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ La verdad antes que nada

■ News Divine, diversión non santa

Pase lo que pase, este día fue marcado como en el que, independientemente de lo que pueda expresar la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal mañana, el gobierno de la ciudad ofrecerá a sus habitantes el resultado de las investigaciones en torno a la tragedia en el antro News Divine.

Pese a que, como dijimos en la entrega anterior, la gente ya juzgó y tiene muy claro el orden de las responsabilidades, el gobierno que encabeza Marcelo Ebrard tendrá que explicar, casi minuto a minuto, el accionar policiaco durante el operativo desgracia con absoluta honestidad, aunque después la rama cruja o los micrófonos de la justicia –que de cualquier manera lo atacarán– le lancen todas las maldiciones y las condenas que tienen destinadas para descalificar a sus enemigos.

Sí, el jefe de Gobierno debe decir la verdad, y además, lo más difícil, convencer a la gente de que lo que diga, acuse a quien acuse, es una verdad comprobable; que cada uno de sus dichos están respaldados por una investigación seria y objetiva, y de que no hay manto que alcance para proteger a quien o a quienes causaron dolor y pena, entre los habitantes de cuando menos tres colonias populares del norte de la capital del país.

Y si bien se tendrá que empezar por casa, es decir, transparentando el accionar de los cuerpos de seguridad que actuaron esa tarde, por ningún motivo tendrá que dejarse de lado ni la responsabilidad del delegado con permiso, Francisco Chiguil, que permitió que el antro siguiera abierto pese a no cumplir con la ley, ni la de los dueños de ese hoyo en donde sucedían cosas que tendrían que haberse juzgado desde hace buen tiempo.

Ahora sabemos, por ejemplo, gracias a que algunos de los clientes del antro han llevado hasta las páginas electrónicas públicas, videograbaciones en donde se muestra la forma en que los dueños del Divine impulsaban la diversión de los casi niños, que existía al menos una jaula en donde las y los jóvenes se metían a bailar y por cada prenda de vestir que se quitaran, la casa, es decir los dueños, les regalaban alguna bebida alcohólica u otras cosas, según se ha confirmado en declaraciones de asiduos al lugar.

El operativo, entonces, no surgió de la mente calenturienta y criminal de algún jefe de seguridad pública, fueron las denuncias vecinales las que urgieron por la intervención de las autoridades para frenar lo que pasaba en el News Divine. La misma noche de la tragedia, el señor Enrique Moreno relató a este diario que él y una veintena más de vecinos presentaron una última denuncia en contra del antro el 31 de julio de 2007, pero que, aunque en la delegación política de Gustavo A Madero se realizaron las inspecciones correspondientes, nada sucedió.

Nada deberá escapar a la indagatoria que efectuó la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, menos aun el juego, si así se le puede llamar, que dentro de aquella trampa se efectuaba con los jóvenes, que dicen los vecinos entraban desde las dos de la tarde y salían totalmente intoxicados del lugar, ya en la madrugada.

Lo que por ningún motivo se debe olvidar es que, además de la manipulación que se hacía de esos casi niños en el News Divine, hubo una vejación mayor hacia ellos, cuando se les tomaron fotografías como si fueran delincuentes. Eso, por ningún motivo puede explicarse. Por cierto, se nos dice que Alejandro Garniño, mando de la policía que ordenó que se les fichara, y que fue entregado a las autoridades judiciales el viernes pasado, está en libertad. Eso, tampoco tiene explicación.

 
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