Usted está aquí: lunes 7 de julio de 2008 Política Las contradicciones de Bush

Iván Restrepo

Las contradicciones de Bush

Cuando al inicio de su primer mandato el presidente George W. Bush propuso explotar los yacimientos petroleros en Alaska, los científicos, los grupos defensores de la naturaleza y las propias agencias gubernamentales responsables de la flora y la fauna le advirtieron sobre los daños que se causaría a una región de enorme fragilidad ecológica y patrimonio de la humanidad. Algunos de sus consejeros le recomendaron no abrir un frente de batalla en el campo de la conservación y mejor continuar aprovechando los yacimientos de otros países. El proyecto fue enterrado al aparecer otras prioridades geopolíticas en Irak y Afganistán, por ejemplo. Ahora, cuando su popularidad está por los suelos y el mundo cuenta los días que le faltan para terminar, la administración Bush incluyó al oso polar en su lista de especies amenazadas, pues su hábitat peligra por el derretimiento de los hielos en el Ártico. De los 25 mil ejemplares de esa especie que existen, 16 mil viven en territorio canadiense, que no lo tiene en esa categoría.

El gobierno estadunidense explicó que la medida era una respuesta a la recomendación de sus especialistas. Aunque los grupos científicos y ambientalistas la apoyaron, advirtieron que faltaba lo principal para proteger el Ártico y la riqueza que allí existe: que el gobierno estadunidense se comprometa seriamente en la lucha por evitar el calentamiento global. Y esto comienza con variar el modelo económico e industrial vigente en ese país, el mayor derrochador de recursos energéticos y naturales del planeta. Anotemos de paso que el panda se ha convertido estos meses en el emblema chino de la conservación de las especies. Solamente existen mil 600 ejemplares. Con motivo de las próximos Juegos Olímpicos, el gobierno chino publicita sus logros y las estrictas medidas que ha tomado para evitar la caza del panda y garantizar su hábitat.

Pero como ocurre con sus explicaciones sobre los motivos para invadir Irak y permanecer en Afganistán, el señor Bush cae en contradicciones permanentes. No terminaban los comentarios favorables por proteger al oso polar cuando pedía al Congreso aprobar un plan para reducir el costo de los energéticos. La estrategia principal para lograrlo consiste en levantar la prohibición de explotar hidrocarburos en costas y refugios ecológicos. Aprovechó su solicitud para acusar a los legisladores demócratas de ser en parte responsables del alto costo de la energía y recalcar que Estados Unidos no puede seguir dependiendo del petróleo proveniente de zonas inestables y de regímenes hostiles. Los legisladores le respondieron que la solución no es ésa, sino el uso racional de la energía y un modelo económico más sustentable. En 1981, el Congreso prohibió la mayor parte de las perforaciones frente a las costas del Atlántico, el Pacífico y el oriente del Golfo de México con el fin de proteger la actividad turística y evitar derrames de hidrocarburos.

Además, y a menos de un mes de proclamar las medidas para proteger a los osos polares, Bush otorgó permisos a siete compañías para que busquen petróleo y gas en el mar de Chuchi, frente a las costas de Alaska. Allí viven más de 2 mil 500 osos, los cuales son muy sensibles a los cambios en su ambiente y resultarán afectados. Además de la flota de barcos, rompehielos, barcazas, remolcadores y helicópteros que se necesitan para iniciar actividades, las petroleras construirán cientos de kilómetros de caminos y senderos en la franja litoral. Recordemos que, luego del desastre que en 1989 ocasionó en Alaska el buque petrolero Exxon Valdez (la Corte Suprema acaba de reducir sustancialmente la multa impuesta por ese delito a la compañía propietaria del Exxon), el padre de Bush vetó la perforación de pozos en esa región y reconoció su enorme importancia para el mundo. En aras de más utilidades para las petroleras, su hijo hasta eso olvida.

El candidato republicano que recientemente visitó nuestro país y pidió la protección de la morenita del Tepeyac, apoya la estrategia petrolera de Bush. En cambio Obama se opone. El vecino quiere el petróleo de países amigos, como México. La propuesta privatizadora de Calderón es una forma de complacerlo.

 
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