Usted está aquí: lunes 7 de julio de 2008 Sociedad y Justicia Aprender a morir

Aprender a morir

Hernán González G.
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■ Muerte en Aguascalientes

El pasado miércoles 2 de julio fue asesinado en la otrora apacible ciudad de Aguascalientes y a escasa distancia de la residencia oficial del gobernador del estado, Luis Armando Reynoso Femat, el empresario de la industria del transporte, Gerardo Medrano Ibarra, de 45 años, supuestamente al evitar ser secuestrado por sujetos que viajaban en tres camionetas.

El crimen organizado y avecindado en “La tierra de la gente buena”, ha cobrado en fechas recientes la vida de por lo menos 16 policías. “Salimos a las calles –escribió el periodista Enrique Rodríguez Varela en la revista aguascalentense Crisol Plural– invadidos por el miedo, la rabia, el coraje, la angustia y la impotencia. Mientras tanto y a su vez, el señor de la mansión Rincón Gallardo, displicente de la realidad que vivimos, purificándose en la hoguera de las vanidades y rodeado de las bellezas del mundo, sigue soñando con el estadio Victoria y en dirigir al equipo Necaxa… con Peñuelas bussines… en tener la mejor cantina-feria de México, sigue gastando el erario en mejorar la infraestructura de los antros (infraestructura para el narcomenudeo fashion), sigue cobrando su estratosférico sueldo por “riesgo laboral” (sic) y haciendo realidad su sueño de ser el político más caro del continente americano (caro por la sangría económica que representa y caro por los magros y perversos resultados que ofrece). Los sueños del hidro-rayo mayor se convierten en pesadillas para nosotros, los ciudadanos atemorizados. Sueldos de primer mundo y funcionarios de pacotilla”.

Una semana antes del asesinato del empresario Medrano, otra ciudadana de Aguascalientes, Georgina Rivera Villanueva, había entregado en la oficina del citado mandatario una petición para aplicar la eutanasia a una de sus tres hijas, de ocho años de edad, con seis kilos de peso, aquejada de hidrocefalia y rechazada por los hospitales públicos.

“Con todo el dolor de mi corazón, prefiero que mi hija tenga una muerte asistida que una vida sin asistencia, porque yo no tengo dinero para atenderla; además, ya sufrí muchas humillaciones y maltrato. Ya vi a mil doctores y todos dicen lo mismo: mi hija no tiene remedio”, declaró la atribulada madre en rueda de prensa en que la acompañó la diputada perredista Nora Ruvalcaba. Ante esta petición, ¿exhibirá el gobernador Reynoso Femat los mismos criterios que ha mostrado para combatir al narco?

 
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