Usted está aquí: miércoles 9 de julio de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ Efectismo

■ ¿Basta con renunciar?

■ El fondo, intocado

Ampliar la imagen ENCUENTRO EN JAPÓN. El presidente Felipe Calderón y su homólogo estadunidense George W. Bush conversan durante la cumbre del G-8, realizada en Japón ENCUENTRO EN JAPÓN. El presidente Felipe Calderón y su homólogo estadunidense George W. Bush conversan durante la cumbre del G-8, realizada en Japón Foto: Ap

Tarde y a medias, el capitán del barco capitalino se decidió a tirar lastre para salvar la carga principal que es él mismo. Adiós directo al públicamente felicitado Joel Ortega e indirecto en el caso del procurador ahumado de renuncia en mano, Rodolfo Félix Cárdenas. Marcelo trata de mantenerse a flote con medidas que debió haber tomado a unas horas de que murieron 12 personas en un acto policiaco clasista y criminalmente torpe (en la Tolerancia Cero del derechista gurú Giuliani, primero los pobres) pero, a diferencia de lo que hasta ahora ha sucedido en los ámbitos cínicos del PAN y el PRD, en el mazacote de intereses prácticos llamado “izquierda” sí ha habido en esta ocasión las renuncias que nunca han llegado en los casos de impunidad explícita de los todavía gobernadores Mario Marín y Ulises Ruiz, y del secretario de contratos familiares, Juan Camilo Mouriño (pero no sólo ellos, aunque son los peores botones de muestra de la extraordinariamente bien surtida Mercería del Poder Corrupto).

Salen dos por la borda, pero de maneras distintas. A Joel se le hizo efectiva la declinación al cargo que según eso había presentado desde el primer momento posterior a la tragedia pero sólo ahora quiso ser aceptada por un jefe de gobierno guarecido tras las indagaciones de una comisión local de derechos humanos que le dio la plataforma burocrática para hacer el despido que la política ordenaba muchos días atrás. A Rodolfo se le concede la gracia de no decir si se acepta, al menos en lo inmediato, la renuncia que ha presentado apenas ayer y se le permite beneficiarse de la formalidad importante de ser él quien tomó la decisión de alejamiento y no ser expresamente despedido. Marcelo Errar sigue haciendo honor al apellido que las circunstancias han confirmado: frente al procurador de justicia quedó (de nuevo) carente de reflejos rápidos, políticamente indeciso, como si un subordinado tuviese más visión y decisión política que el jefe empantanado. El Mar Errático no supo decir si aceptaba o no la renuncia de Félix Cárdenas, que más tarde anunció por su cuenta su propia salida, entre aplausos de sus colaboradores reunidos en un auditorio

Pero el tema se queda en lo anecdótico y lo individual porque el fondo sigue intocado. El punto fino no está en lo operacional (ni siquiera en la parte de impacto mediático que son las renuncias, aceptadas o en veremos), sino en lo conceptual. Y el jefe del gobierno capitalino continúa metido en el gatopardismo camachista de las apariencias y los arreglos cosméticos: hacer como que mucho hace para acabar no haciendo nada. No hay una nueva política hacia los jóvenes, sino una remodelación efervescente de las formas con las que el gobierno capitalino pretende recuperar la confianza de los jóvenes: la vista puesta en las elecciones y en la popularidad del águila del futurismo que en las encuestas cae.

Ebrard no puede dejar en el archivo las violaciones a ordenamientos legales cometidas por Ortega, Félix Cárdenas y el delegado Chiguil (que oportunamente hizo mutis). Las renuncias y licencia no bastan porque constituyen una especie de borrón burocrático y cuenta judicial nueva. Lo que los capitalinos exigen es justicia real, procesos judiciales de investigación del grado de responsabilidad de quienes se han ido, no cabezas de notables tiradas al circo romano de los medios, en especial los electrónicos.

El episodio de la News Divine deja, por lo pronto, un saldo desfavorable para Ebrard: sus aspiraciones presidenciales han sido lastimadas pero no extinguidas, y del resultado que tenga en el difícil campo de la seguridad pública, que ofrece mejorar superlativamente, dependerá su restablecimiento y eventual nueva lozanía política; las circunstancias también lo han obligado a hacer un reconocimiento, así sea epistolar, de la autoridad felipense a la que hasta ahora daba rodeos mediante la práctica cotidiana de acuerdos administrativos pero, al mismo tiempo, el desconocimiento político de la legitimidad del ocupante de Los Pinos; y la necesaria designación de interinos (Mondragón en la policía y Mancera en la procuraduría) puede convertirse en un nuevo juego de vencidas si no hubo o hay entendimiento subterráneo con el calderonismo, que puede ver en esta coyuntura una excelente oportunidad para dar un golpe efectista electoral que arrebate al funcionario capitalino el control de dos áreas estratégicas.

También el entorno de la consulta petrolera capitalina resultó dañado. El panismo-felipismo ha echado a caminar una campaña contra Ebrard, acusándolo de atender más los asuntos partidizados que los propios de su encargo de gobierno, porque éste metió a los privatizadores un gol enorme al anunciar un ejercicio de apreciación de la voluntad ciudadana, que por el simple hecho de realizarse exhibe el aferramiento federal a decidir el futuro del petróleo en ámbitos de elite controlada y el temor de esos buscadores de tesoros de aguas políticas profundas a conceder voz a las mayorías que se consideran sin representantes confiables para resolver tan trascendente asunto. Con el telón de fondo del News Divine, los Feli-pillos tratarán de restarle legitimidad a esa consulta.

Astillas

Cuauhtémoc Cárdenas continúa con el proceso de asumirse como lopezobradorista (cada vez menos) de clóset: ayer, en la Universidad Autónoma Metropolitana, parecía hablar en desconocida lengua olmeca tardía, con llamados enérgicos a la movilización popular contra la privatización petrolera, críticas al gobierno calderónico por actuar conforme a órdenes de organismos financieros internacionales y valoración de acciones enérgicas en el tiempo más corto posible. De aprobarse esa privatización, dijo Cuandrés, en el país se podrían presentar “situaciones traumáticas”. Tales palabras podrían ser escalones para subir a templetes zocaleros de reconciliación prelectoral… Y, mientras Germán Martínez y Manuel Espino dialogan (no necesariamente sobre la forma de dar más impunidad a sus jefes: uno, actual, en lo referente a fraudes electorales; otro, pasado, en lo económico-penal), ¡hasta mañana, con el espía Mouriño negando todo!

 
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