Usted está aquí: viernes 11 de julio de 2008 Mundo Pasa Fidel Castro “las horas más agradables” con García Márquez

■ Rememoran casi 50 años de sincera amistad, dice el líder cubano

Pasa Fidel Castro “las horas más agradables” con García Márquez

Gerardo Arreola (Corresponsal)

La Habana, 10 de julio. Para Fidel Castro, Gabriel García Márquez volvió a ser una excepción. El líder cubano hizo un “descanso” en la rutina de su reclusión para recibir el martes al premio Nobel de Literatura y a su esposa Mercedes Barcha, con quienes dijo que pasó “las horas más agradables” desde que hace casi dos años, forzado por enfermedad, abandonó la vida pública.

Gabo ha sido una figura de excepción para el ex presidente cubano. Entre otras singularidades, fue el primero que habló con lujo de detalles del despliegue militar cubano en Angola en los años 70; el que estuvo al lado de Fidel Castro cuando el papa Juan Pablo II ofició una misa en la Plaza de la Revolución; el que llevó a Washington un mensaje confidencial de La Habana, alertando de una inminente ola de atentados, hace apenas diez años.

El martes pasado, escribió Castro en su artículo de hoy, recibió a los García Márquez durante unas cinco horas y compartió con ellos un almuerzo. También este caso fue de excepción. El ex mandatario no había mantenido un encuentro tan largo con un invitado extranjero durante estos últimos dos años ni había ofrecido una comida.

“Ellos almorzaron lo suyo y por mi parte cumplí la dieta disciplinadamente, sin salirme un ápice, no para añadir años a la vida, sino productividad a las horas”, dijo el líder cubano, a quien García Márquez había visitado en marzo del año pasado. Tras aquel encuentro circuló una foto en la que ambos conversan en un jardín.

“¡Qué deseos tenía de intercambiar con ellos para rememorar casi 50 años de sincera amistad!”, escribió ahora Castro.

“Para que tengas material de lectura”, le dijo Mercedes, cuando los visitantes regalaron a su anfitrión una selección de discursos de cinco premios Nobel de Literatura. Gabo eligió su propia intervención de 1982, la de sus antecesores William Faulkner (1949) y Pablo Neruda (1971) y la de sus sucesores, John Maxwell Coetzee (2003) y Doris Lessing (2007).

 
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