Usted está aquí: sábado 12 de julio de 2008 Opinión Oídos atentos

Bernardo Bátiz V.
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Oídos atentos

El Gobierno del Distrito Federal demostró que tiene sensibilidad y que no tiene oídos sordos si no por el contrario, oídos atentos y reacciona ante los hechos, las opiniones sustentadas y las exigencias de la población. Al severo y hasta rudo informe del presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, respondió de inmediato, aceptando la renuncia del secretario de Seguridad Pública, que había desempeñado en forma eficaz su papel, y del procurador general de Justicia del Distrito Federal, por la responsabilidad indirecta de ambos en el penoso caso de la discoteca o antro News Divine.

También respondió en este caso, a la opinión pública, a la voz popular, manteniéndola informada, compartiendo su indignación y dando la cara para buscar a los deudos de las víctimas, apoyarlos en lo que sea posible y exigiendo a sus colaboradores acciones rápidas y justicieras. Lamentablemente en algún nivel del aparato, se tomó la decisión discutible de consignar como homicidas dolosos a quienes sin duda no tuvieron la intención de privar de la vida a los jóvenes y policías que fallecieron.

Tiene también mucho valor el hecho de que el gobierno de la ciudad, legal y legítimo, haya tomado la determinación de llevar a cabo la consulta popular en el tema tan sensible de la propiedad del petróleo; el dilema va más allá de lo técnico, se trata de saber si se atiende a la Constitución o bien si se permite que empresarios privados y en especial extranjeros, se metan abiertamente o a hurtadillas a nuestra área estratégica principal, que es la de los hidrocarburos y los energéticos; por cierto, de que se trata de un área estratégica, no es invento de quienes estamos en favor de la soberanía nacional y del patrimonio de nuestra patria, las áreas estratégicas están muy bien definidas en los artículos 25 y 28 constitucionales.

La decisión, llevada adelante a pesar de los críticos tiempos por los que está pasando la administración de la capital, habla bien de la vocación democrática y el respeto a la opinión de los ciudadanos que hay entre los dirigentes que se echan a cuestas la consulta, con todo lo que esto implica de trabajo y tiempo.

Es una acción que rescata la dignidad ciudadana, atropellada por quienes creen erróneamente que sólo los altos dignatarios públicos y los expertos tienen voz y voto en estos asuntos, menospreciando a los ciudadanos que han dado muestra no sólo de interés en él, si no de desear información abundante y principalmente, de llevar a cabo una valerosa decisión de no marginarse, si no por el contrario, estar al frente de la lucha en defensa de lo que saben que es de todos los mexicanos. Sería por una parte vergonzoso y la historia registraría la acción negativa, si se pretende abrir las puertas de los energéticos a espaldas de lo que opine el pueblo, que no es una entelequia, es una realidad viva, que comparte valores, hábitos, convicciones y algo que han perdido muchos políticos educados en el extranjero, su sentido de pertenencia a la nación mexicana.

Finalmente el gobierno citadino ha tenido oídos atentos a las criticas y ha dado pasos para corregir tendencias y políticas tomadas en forma quizá irreflexiva, de las actitudes bravuconas y autoritarias del gobierno federal en el combate a la delincuencia organizada y común, que como se ha visto, en vez de resolver las cosas las empeora. Es mejor tener, como lo ha hecho el gobierno de la ciudad, los oídos abiertos y bien atentos y no oídos sordos como los tienen en otras áreas de la administración pública.

A propósito del día del abogado, 12 de julio, una felicitación a los colegas que respetan el juramento que hacen al recibirse de “atender a la seguridad y el bien común bajo el imperio de la justicia” y una reflexión; era tradicional que el papel de los abogados fuera el de consejeros y consultores de sus clientes y lo común, que éstos confiaran en sus consejos. Hoy ha aparecido una nueva casta de abogados, que ni dan consejo ni escuchan consultas, si no que están atentos a oír las indicaciones de quienes les pagan y a servirles incondicionalmente aun cuando no tengan razón ni la justicia esté de su lado.

 
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