Usted está aquí: domingo 13 de julio de 2008 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

■ Mandarines y malandrines

Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, en la Muralla china El presidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, en la Muralla china Foto: Notimex

Miguel de la Madrid visitó China en los años del modesto afán por evitar que la nación se le desbaratara entre las manos. Sexenio del amargo paréntesis entre el presuntuoso llamado de José López Portillo a aprender a administrar la abundancia y la impetuosa convocatoria de Carlos Salinas a insertarnos en la modernidad. Desde luego, era el fin del pasado que vino con el apocalíptico desplome del 82 y la infernal implosión del 95 que enmarcan los cinco lustros de crisis y desesperanza que padecemos.

En Pekín (me resisto a llamar Beijing a la vieja capital china de Confucio, Lao Tse y Mao), el iniciador del cambio, el sutil y flexible Deng Xiao Ping, el de la cita liberadora de la rigidez del llamado socialismo realmente existente: “No importa el color del gato sino que atrape ratones”, recibió al mandatario mexicano. Entre otras cosas, preguntó cuál era el mayor problema de México: “La deuda externa”, respondió De la Madrid. Cuánto daríamos por tener ese problema, dijo suavemente Deng, quien rememoraría el valor del peso mexicano de plata, moneda dura que circulaba en China en los años distantes de su juventud. “Hoy aspiramos a llegar al año 2000 con un ingreso per cápita de mil dólares, lo que nos permitiría ser un pueblo moderadamente acomodado”, diría el dirigente que dio impulso al crecimiento económico de 10 por ciento anual y la incorporación de China a la economía de mercado como una potencia en la globalidad de flujos financieros desaforados.

Otros han caminado sobre la Gran Muralla y recorrido la Ciudad Prohibida; han visto la permanencia de la imagen de Mao Tse Tung; los fantasmas en la Plaza de Tiananmen. A pesar de las amenazas de golpismo palaciego y palafrenero del duranguense del Yunque, sería injusto no tender un discreto velo sobre lo hecho y dicho por el Alto Vacío y su comitiva, entre juegos infantiles y ofertas de know-how arqueológico y antropológico a los “inexpertos” chinos. En ese resbaloso terreno, Felipe Calderón supo acudir a principios puestos a prueba al reconocer la premisa de “una sola China”, trátese del Tíbet o de Taiwán, pero precisando que dichos asuntos “constituyen un asunto interno de China.” Pero vendría el desliz del optimismo desbordado por el encuentro con el G8 y las cuentas en el ábaco prestado del G5.

Le gustan las canciones de su tierra, sobre todo la que dice: “tú sí tienes de qué presumir...” Y reverdeció la higuera. Deng aspiraba a que el suyo llegara a ser un pueblo moderadamente acomodado en los albores del siglo XXI; Calderón predice que México será potencia mundial para el año 2040; la cuarta potencia del globo, diría al ajustar sus cuentas alegres a lo que resulte de las reformas energéticas y otras que han emprendido los mandarines del partido que también degeneró en gobierno y olvidó que las ilusiones desaforadas generan desilusionados. Y que nadie entiende lo que celebran sus mandarines en plena debacle de la seguridad pública y frente a la revuelta regresiva, reaccionaria diría si no diera lugar a confusión con la derecha en el poder; en el Poder Ejecutivo de la Unión y no los otros poderes reales.

Lástima que los conservadores no hayan recordado o nada sepan del autogolpe del moderado Comonfort y las consecuencias de la inconcebible conjura de Tacubaya. Manuel Espino hace público el manifiesto con el que los del Yunque se declaran autores de maniobras que llevaron a Calderón a la victoria electoral; dice el de Durango que él personalmente convenció a 10 o 12 gobernadores del PRI a que cambiaran de chaqueta y tiraran de la carreta al grito de Viva Felipe. Espino insiste en que las ranas azules ya tienen rey y es Vicente I. Y ya empezó el proceso comicial que culminará con la elección de seis gobernadores en 2009. Y para el secretario de Gobernación son indescifrables las diferencias entre seguridad pública y seguridad nacional. Tanto Juan Camilo Mouriño como Calderón invocan las tareas de la inteligencia, mientras el director del Cisen declara que están a cargo de contratistas privados, con debido cumplimiento a la obligación de concursar en calidad y precio.

“Ya conmigo ya no cuenten, ya me dieron un piedrazo”, decía socarronamente el coronel Zataray, gallero y político en la era del alemanismo alegre y dispendioso. Los alternantes, los de la transición en presente continuo, ven la tempestad y no se hincan; dan palos de ciego al avispero y parecen creer que frunciendo el ceño, haciendo gestos feroces, van a evitar los efectos de su torpeza. Madero, el de Chihuahua, el hombre de negocios y líder senatorial en lugar del defenestrado Santiago Creel, jura y perjura que ya tienen amarrados los votos para aprobar dentro de unos cuantos días la iniciativa de reformas a Pemex. No los tienen, nunca sumaron bien y Jesús Murillo Karam les aclaró las cuentas y los tiempos: ¿Saben cuándo van a contar con esos votos?: ¡Nunca!

Hay mandarines que temen a los malandrines del maximato imaginario. Germán Martínez Cázares no dijo una palabra sobre el espinoso asunto del manifiesto yunquero contra el liderazgo presidencial sobre el partido, de amagos al mando que no se comparte y se deposita en un solo individuo que despacha en la oficina que, según decía y decía bien, Óscar Flores: “Nada más se abre desde adentro”. Pero el belicoso Germán dio por muerto al PRD. El PRI es el enemigo a vencer en el 2009; y dio por guisada la liebre de la reforma a Pemex sin haberla alcanzado, sin contar con los votos priístas, ingredientes indispensables para esa olla podrida. Y como muestra de inteligencia política ponen a prueba la inteligencia nacional con la filtración de informes “basura” y acusaciones sin ton ni son, contra Manlio Fabio Beltrones, coordinador de la fracción senatorial del PRI.

Manlio Fabio Beltrones presentó cargos penales ante el Ministerio Público. Le preguntaron si ese conflicto afectaría el curso de la reforma energética: “De ninguna manera. El país no puede estar sometido a ese tipo de demandas satisfechas o insatisfechas. El crecimiento de México debemos buscarlo todos”. Así se las ponían a mi general Obregón. Eduardo Bours exige que prueben las acusaciones contra Guillermo Valdés; reclama entrarle al tema de los caciques regionales (¿ebrios de poder y bacanora?): “que los estados podamos cobrar más impuestos, que no tengamos que andar en ese peregrinar a México para que te den dinero... con ese criterio de que si te portas bien te doy y si no te portas bien, no te doy.”

Se alborotó la caballada. El desdén de Eugenio Hernández a las infidencias incompletas de Manuel Espino. Los pasos de Fidel Herrera Beltrán tras la visión de Heriberto Jara de una federación de estados libres y soberanos. Las palabras y los hechos de Zeferino Torreblanca, de Juan Sabines y de Leonel Godoy, atentos al mandato del voto y al sentido común. Emilio González en Jalisco y Juan Manuel Oliva en Guanajuato que obedecieron a la voz de: o cabestrean o se ahorcan.

Y, la sorpresa de los mandarines con el impacto de Ney González en Nayarit: hacer política y hacer políticos. El PRI ganó la mayoría en el Congreso local y municipios. Beatriz Paredes entendió y aprovechó el fin del ciclo de la capacidad de decisión centralizada.

Va de nuevo. Pero ahora que hay modo, el PRD predica la pureza popular, convoca a la democracia participativa y desdeña a la democracia representativa.

 
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