Usted está aquí: sábado 19 de julio de 2008 Cultura Soy un obrero, un pastor de la palabra: Chumacero

■ A sus 90 años, durante 60 ha hecho libros

Soy un obrero, un pastor de la palabra: Chumacero

Fabiola Palapa Quijas

Ampliar la imagen El poeta Alí Chumacero, la noche del jueves, en la librería Rosario Castellanos del FCE durante una mesa redonda por su cumpleaños 90 El poeta Alí Chumacero, la noche del jueves, en la librería Rosario Castellanos del FCE durante una mesa redonda por su cumpleaños 90 Foto: Carlos Cisneros

“A mis 90 años he dedicado dos tercios de mi vida a hacer libros. En momentos de ocio también los he leído. Tengo una de las bibliotecas más numerosas y menos leídas del país. Mi cultura se ha hecho, casi exclusivamente, de la conversión de pueblos. Yo soy un obrero, un pastor de la palabra.”

Así se definió el poeta Alí Chumacero (Acaponeta, Nayarit, 1918), la noche del jueves, durante el encuentro que organizó el Fondo de Cultura Económica (FCE) con motivo del 90 aniversario del autor del Poema de amorosa raíz.

En la librería Rosario Castellanos del Centro Cultural Bella Época, Chumacero manifestó que le “encanta estar sentado viendo pruebas de imprenta, corrigiendo, aplicando reglas gramaticales; diciéndole al autor en qué está equivocado. He tenido hasta ahora la suerte de corregir a los mejores autores de México; corregir en el sentido físico de la imprenta previo a la publicación de un libro”.

Tipógrafo más que literato

Alí Chumacero se considera tipógrafo más que literato, ser humano más que poeta, más cerca de la tierra que del follaje.

“El haber concurrido en estos menesteres me ha procurado la satisfacción sólo percibida por quienes sospechan que servir a los demás es tan respetable como servirse a sí mismos.

“Soy más que un escritor, un hombre de palabra. Nunca hasta ahora en toda mi vida,he sentido la tentación siquiera de dejar esta humildísima profesión. Nunca se me ocurrió pensar que podía dejar de ser un humilde obrero de la palabra.

“He vivido tranquilo –agregó Chumacero–, pero no del todo feliz porque la felicidad, lo he dicho siempre, es una estadía, un paso de los tontos que son felices.”

Con frases ingeniosas, el poeta nayarita reconoció que no ha cometido la estupidez de ser abstemio, que morirá a los 500 años: “Voy a vivir lo que a mí me pegue la gana y voy a morir apuñalado por un marido celoso”.

 
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