Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 20 de julio de 2008 Num: 698

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Breve semblanza de Freud
ALEJANDRO MICHELENA

Biografía
YORGUÍS KÓTSIRAS

Amnistía
NADINE GORDIMER

Nick Cave: semilla mala nunca muere
ROBERTO GARZA ITURBIDE

Las profesoras Brontë
MURIEL SPARK

La mesa
JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

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Alonso Arreola
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El swing del Lunario

Contra lo que muchos piensan, las llamadas big bands de jazz no nacieron para escucharse desde una butaca en algún refinado espacio de culto. Famosas en Estados Unidos desde finales de los años treinta –dominados por Louis Armstrong–, su objetivo inicial fue el de calentar las pistas de baile a base de swing. Hasta después surgirían, en respuesta natural a las búsquedas de conjuntos pequeños de be-bop y hard-bop, proyectos experimentales como los de Dizzy Gillespie o Gil Evans, responsables de que la gente tomara asiento para cumplir su rol de simple espectador, y de ahí hasta nuestros días, cuando conjuntos como el de Wynton Marsalis son considerados casi como orquestas clásicas.

Tal recordatorio vale para decirle a quienes asistan a la cuarta temporada de la Big Band Jazz de México en el Lunario del Auditorio Nacional, todos los miércoles de agosto, que podrán ver y escuchar un fino espectáculo, pero que además, si les apetece, podrán sacarle brillo a la pista al son de boleros y música mexicana diversa, lo mismo que con el repertorio tradicional que el conjunto liderado por la familia Ramos viene trabajando desde hace ya nueve años.

Martín Ramos, director general del proyecto, recuerda así el momento de fundación: “Por un decreto presidencial de hace cuarenta o cincuenta años, cada delegación debía tener su propia orquesta. En Xochimilco se decidieron por una de niños gracias al maestro Nicolás Pessina. Esa fue nuestra oportunidad para conocer el mundo de la música desde muy jóvenes. Al paso del tiempo seguimos nuestros estudios, unos en el Conservatorio, otros en la Nacional o la Superior, pero sin abandonar la orquesta, pues ahí nos hicimos amigos, y aunque después buscamos grupos y nuevas formas de desarrollarnos, nos mantuvimos en contacto hasta que decidimos hacer nuestra propia banda.”

Dadas los requerimientos de una pequeña orquesta, imaginamos las dificultades que sortearon en sus inicios. A ello responde Ramos: “No fue nada fácil, porque tuvimos que buscar a los integrantes adecuados así como un lugar para ensayar y un repertorio específico. Lo bueno es que con las ganas que teníamos se facilitaron las cosas. Actualmente practicamos en el teatro Carlos Pellicer que nos presta la delegación a cambio de conciertos. Por ello hemos tenido una constancia plena.”

Producto de tal consistencia son las cuatro temporadas que cuentan en el Lunario. “Cada año hacemos un concierto diferente –explica el músico–. Así vamos mostrando nuestro crecimiento y madurez como banda. Siempre cambiamos las piezas, pero también el acomodo de los músicos, las luces, muchas cosas que la gente que nos ha seguido podrá apreciar.” A ello agrega, refiriéndose a las posibilidades de interactuar con la banda: “Además, nuestra música se presta al baile y por ello hemos platicado con el Lunario para que quienes quieran pararse puedan hacerlo sin problema. Lo que hacemos es contagioso y… bueno, escuchar a veinte músicos en escena siempre es impactante y hay quien no soporta estar sentado.”

Pero las sorpresas no acaban ahí: “Para esta cuarta temporada –revela–, se nos ocurrió invitar a cantantes notable que han colaborado con grandes bandas. Entre ellos Manzanero, Carlos Cuevas y Gualberto Castro.” Respecto del primero, pero en otra conversación, el sobrino de Martín, Ernesto Ramos (director musical), abunda: “Ya tenemos un disco grabado en vivo, pero hay otro más de la temporada pasada en proceso de mezcla y otro con el maestro Manzanero ya terminado. Queremos concentrarnos en la promoción del primero lo mismo que en terminar los restantes, y por ello no tenemos planes de grabar esta temporada. Lo bueno de todas estas producciones es que hemos decidido registrar la música como se hacía antes, con primeras tomas que les den frescura y naturalidad. Hasta Manzanero grabó en vivo, en tiempo real, con nosotros.”

Haciendo cálculos, resume Ernesto, el grupo presentará “un ochenta por ciento de repertorio nuevo, aunque sin salirse del género big band y sin dejar de tocar temas clásicos tipo ‘New York'. Lo mejor, me atrevería a decir, es que la orquesta está mucho más sólida que en el pasado porque nos hemos puesto a ensayar a puerta cerrada y porque tenemos a Cintia Candela como directora de escena. Ella ha hecho espectáculos en Canadá y sus aportaciones han sido muy buenas para que esta vez el público reciba algo distinto y novedoso”.

Sobre su papel como líder musical, el director señala: “Estoy muy agradecido con los músicos que tenemos en la big band por su entusiasmo, pues todos tienen otros proyectos y sin embargo atienden a los llamados para estudiar conmigo el espectáculo.” Finalmente, y al igual que su tío, concluye: “No hemos querido soslayar que la gente va para escucharnos, pero también para ver y bailar. Así era en los años cuarenta y por ello, quien quiera levantarse a interactuar con la orquesta, será bienvenido. Lo hemos hecho en el pasado y esta vez no será la excepción. Por todas estas cosas aseguro a quienes vayan que no se van a arrepentir.”