Usted está aquí: miércoles 30 de julio de 2008 Cultura ¿Contra o en favor de la lectura?

Javier Aranda Luna

¿Contra o en favor de la lectura?

¿La nueva ley del libro favorecerá realmente a las librerías? ¿La política del precio único se traducirá en la práctica en una política social sin precedentes, que favorecerá sobre todo a los jóvenes, o el demonio aparecerá, de nuevo, en los detalles? Lo sabemos: el Diablo se encuentra, particularmente en el sistema político mexicano, en los detalles.

¿No hemos tenido senadores que litigan en su despacho privado contra el patrimonio de las instituciones del Estado que ellos representan? Nunca faltan en la viña del señor los tinterillos que “interpretan” leyes, como los arcanos del tarot, para justificar sus trapacerías.

Justificaciones leguleyas, despapuchos, caprichos y un cinismo de piedra han sido algunas de las constantes de los gobiernos panistas en materia de cultura. Los resultados están a la vista: las carísimas óperas montadas por el señor Sergio Vela y su equipo en el sexenio pasado y los nulos resultados de su actual administración, sin contar, claro, con el hoyo negro presupuestal en el que se convirtió, desde su planeación misma, la megabiblioteca Vasconcelos.

Qué bueno que tenemos ley del libro. Qué malo que muchos de los que habrán de instrumentarla serán, al parecer, los mismos que han abusado de los recursos públicos haciendo lujosos álbumes familiares con cargo al erario o aquellos que, después de quemar libros o de pretender “derribar” revistas independientes (¿Proceso contra proceso se llamó el libelo?) ejercerán políticas públicas y presupuesto como mejor les plazca.

La secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota hace unos días dio a conocer unas cifras verdaderamente aterradoras en materia de lectura: 30 por ciento de los mexicanos no ha tenido ocasión de visitar una biblioteca en toda su vida; 40 por ciento nunca ha entrado a una librería; uno de cada ocho mexicanos no ha leído un libro en su vida y 30 por ciento de los ciudadanos no lo hizo en el año anterior.

También nos dio a conocer otra cifra digna del museo del horror en el contexto de la promulgación de la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro: por cada euro que México le ha vendido a España en libros, este país le ha vendido a México 180.

Señalar esos datos significa, me parece, el reto a vencer por la actual administración: estimular el flujo de visitantes a las bibliotecas y librerías, fomentar el gusto por la lectura y dar preferencia a los editores y libreros mexicanos en la adquisición de acervos para las bibliotecas o en los libros de texto de las escuelas.

Por eso imagino que las bibliotecas familiares de 15 o 20 títulos propuesta por el presidente Calderón será cien por ciento mexicana; que el diccionario y el libro de historia de nuestro país serán los elaborados de manera estupenda por El Colegio de México; que el atlas geográfico de nuestro país no estará plagado de madrileñismos, y la guía práctica de salud no será una edición que tendremos que leer con un diccionario de lunfardo al lado.

Entre 2006 y 2007 la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito compró 63 millones 354 mil 401 ejemplares a editores privados, y entre 2001 y 2006, 340 millones. Muchos de esos libros fueron a parar a bibliotecas escolares, de aula y a manos de los maestros. Si las autoridades educativas realmente piensan fomentar la lectura y fortalecer a las librerías podrían adquirir 20 por ciento de sus libros en librerías y seleccionar, entre sus textos educativos y de consulta, libros de autores clásicos (los mejores y más baratos) y consultar la opinión de lectores profesionales (previo pago), como José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Gabriel Zaid para que no nos den, de nuevo, gato por liebre como ocurrió con las denigrantes bibliotecas de aula.

Naturalmente no convendría que en ese Consejo Consultivo de Fomento a la Lectura anunciado con bombo y platillo hace unos días por Calderón tuvieran cabida personajes del inframundo literario como Mr Fahrenheit 451 ¿Se imaginan a ese personaje decidiendo qué libros deben estar en las bibliotecas escolares?

 
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