Usted está aquí: sábado 2 de agosto de 2008 Capital La necesidad fomenta el crecimiento de mototaxistas en la delegación Tláhuac

■ Las bicicletas fueron superadas como transporte colectivo y hasta se usan carritos de golf

La necesidad fomenta el crecimiento de mototaxistas en la delegación Tláhuac

■ En un principio la policía los acosaba, ahora la delegación hostiga sólo a algunos, afirman

Alejandro Cruz Flores

Ampliar la imagen José, uno de los mototaxistas que se desempeñan en la delegación Tláhuac José, uno de los mototaxistas que se desempeñan en la delegación Tláhuac Foto: Alejandro Cruz Flores

La falta de oportunidades de empleo obligó a José, como a cientos de vecinos de Tláhuac, a trabajar en un bicitaxi. Con el tiempo se dio cuenta de que el esfuerzo físico de transportar hasta cuatro personas con un total de unos 250 kilos, “mermaba la salud con problemas en los huesos, articulaciones y hasta de la próstata por el roce con la bicicleta”. Fue así como decidió cambiar la bici por una moto y de esta forma “aligerar el trabajo”.

Además de los mototaxis, en el centro de Tláhuac y colonias aledañas también se pueden ver carritos de golf que sortean el tráfico vehicular de esas zonas. Su principal clientela son las amas de casa que van al mercado o por los hijos a la escuela, además de personas de la tercera edad. “Hay señoras que nos confían a sus hijos, como nos conocen, nos piden que los llevemos a la escuela”; en cuanto a las personas mayores, muchas sólo quieren cruzar la avenida, “hasta vergüenza me da cobrarles”, confiesa.

El costo de la dejada es de tres pesos si el trayecto es en la misma colonia donde fueron abordados o seis cuando hay que ir de una circunscripción a otra, explica el mototaxista. “Los precios son bajos, por eso la gente nos prefiere a las combis, porque además los dejamos enfrente de su casa”.

Aunque reconoce que un carrito de golf deja más ganancias, pues es más solicitado, la mayoría no puede costear la inversión que se requiere para tener uno, que va de los 30 mil a los 40 mil pesos, mientras que adquirir una motocicleta no pasa de los 10 mil.

En Tláhuac, señala José quien tiene seis años dedicado a esta actividad, hay más de 300 personas que ofrecen este servicio, la mayoría organizados en distintos grupos, aunque también hay quienes trabajan de manera independiente, pues son los dueños de la unidad.

Fue en 2002, a cinco años de perder su empleo en una institución bancaria, y de dedicarse a diversos oficios como taquero y mesero, que “se me ocurrió lo del bicitaxi”, como forma de sacar adelante a su familia.

Pero con el paso de los meses, indica, “uno se va mermando al grado de que había días en que no salía por lo cansado que estaba”. Fue entonces que, luego de pensarlo mucho, utilizó sus ahorros para comprar una motocicleta, luego de que en el municipio mexiquense de San Vicente Chicoloapan viera que se utilizaba este vehículo para dar el servicio. “Aunque cuando yo empecé ya había como tres motos” en Tláhuac, recuerda.

Debido a que se trata de una actividad que no está regulada, en un principio fueron hostigados con la implementación de operativos; ahora son tolerados por las autoridades, aunque “quienes no somos afines a la delegación, aún somos perseguidos”, afirma.

Aunado a esto, agrega José, no hay un control por parte de los mandos delegacionales, los líderes que tienen buena relación con las autoridades tienen privilegios, como poner “una base donde quieran, mientras que los independientes no nos podemos ni estacionar en ciertos lugares, nos tachan de piratas”, indica.

Además, añade, la delegación continúa expidiendo licencias hasta a adolescentes de 14 años, lo que ha provocado un incremento desmedido de unidades, que han hecho esta actividad poco rentable. “Cuando me va bien saco 60 pesos (al día), porque la moto es mía, de lo contrario tendría que pagar una cuenta de 100 pesos diarios, por eso muchos tienen que trabajar de seis de la mañana a 11 de la noche, para que les salga”, señaló.

Ante esta situación, José Luis se pronunció porque se realice un censo de las personas dedicadas a esta actividad, cuántos son, quiénes los operan, para que así se finquen responsabilidades en caso de un accidente, pero, dice, las autoridades hacen caso omiso y sólo negocian con algunos líderes.

“El problema es que esto se ha convertido en un negocio de unos cuantos, hay personas que tienen hasta 10 unidades o más, con ganancias mínimas de mil pesos diarios”, lamenta José.

 
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