Usted está aquí: sábado 2 de agosto de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Datos escalofriantes sobre infectados con VIH

■ Mortalidad por falta de acceso a retrovirales

Mañana arranca la XVII Conferencia Internacional sobre el sida, y el balance que en ella se presentará resulta verdaderamente escalofriante, en especial cuando se documenta la creciente infección en la población infantil. Por la relevancia del tema y la urgente necesidad de concientizar a toda la población sobre esta letal enfermedad, van los siguientes elementos, con su respectiva numeralia, contenidos en La niñez y el VIH/SIDA en América Latina y el Caribe (julio 2008), de UNICEF y la Cepal.

Los niños y niñas de hoy no conocen un mundo libre del sida. En América Latina y el Caribe alrededor de 55 mil 300 menores de 15 años tienen el VIH (44 mil 300 y 11 mil respectivamente). Es imperativo examinar cómo esta pandemia está afectando a la población infantil en América Latina y el Caribe para formular programas de protección de este grupo vulnerable, prevenir infecciones adicionales y mitigar su impacto. El hecho de que un número cada vez mayor de niños y niñas nacen con el VIH evidencia el fracaso de los esfuerzos por prevenir la transmisión vertical, que ocurre cuando una mujer embarazada con VIH transmite el virus a su bebé durante el embarazo, el parto o el amamantamiento. Si bien en la región se ha logrado algún progreso en el cuidado y tratamiento de adultos, no sucede así con los niños y niñas.

La infección con el VIH sigue siendo una de las epidemias más devastadoras de la historia, que afecta de manera desproporcionada a las personas más vulnerables, incluidas mujeres y niños. Se calcula que en América Latina y el Caribe 1.9 millones de personas vivían con el VIH en 2007; de estas, 55 mil 300 eran menores de 15 años. Con una prevalencia promedio de VIH de uno por ciento, el Caribe sigue siendo la región que registra la segunda prevalencia más alta después de África al sur del Sahara, con una cifra proyectada de un cuarto de millón de personas infectadas. En 2007, 108 mil 550 personas en América Latina y 20 mil 247 en el Caribe sufrieron nuevas infecciones por el VIH.

Al inicio de la epidemia, pocos habrían predicho que los niños y jóvenes constituirían el grupo más afectado. Los jóvenes ya representan 420 mil infecciones en América Latina y el Caribe, y contraen el virus principalmente por actividad sexual sin protección. Múltiples factores aumentan su vulnerabilidad, incluida la carencia de información, habilidades, servicios y productos. Más allá de su propia infección, niños y adolescentes son afectados debido a la enfermedad y muerte de sus progenitores y cuidadores. Además de aquellos dejados huérfanos por el sida, en la región muchos niños viven con progenitores crónicamente enfermos, y sufren discriminación y aislamiento.

La falta de prevención de la transmisión vertical del VIH acrecienta el número de niños y niñas que entran al mundo con VIH, siendo causa importante de la morbilidad y mortalidad entre los pequeños, especialmente en los países en desarrollo. A nivel regional, la gran mayoría de los niños y niñas fueron infectados mediante la transmisión de madre a hijo, que ocurre cuando una embarazada seropositiva transmite el virus a su bebé durante el embarazo, parto, alumbramiento o amamantamiento. Los niños también pueden contraer el virus por la transfusión de sangre contaminada, los productos sanguíneos, y las agujas y jeringas contaminadas, así como por el abuso sexual. En ausencia de intervenciones, el riesgo de transmisión del VIH de madre a hijo es aproximadamente de 15 a 30 por ciento si la madre no amamanta al niño, y puede aumentar hasta a 30-45 por ciento con la lactancia prolongada. Sin embargo, dicho riesgo puede reducirse a menos del 2 por ciento con intervenciones económicas y efectivas como la administración de profilaxis antirretroviral a la mujer durante el embarazo y parto, y al bebé poco después del nacimiento, junto con prácticas seguras de parto, consejería y alimentación sustitutiva.

Hasta la fecha, en América Latina y el Caribe sólo a la mitad de las embarazadas se les ofrece y realiza la prueba de VIH, y a menos de 36 por ciento de aquellas infectadas se les provee servicios para prevenir la transmisión vertical, lo que redundó en 6 mil 363 nuevos niños y niñas infectados en 2007. En países desarrollados, el tratamiento antirretroviral ha convertido la infección por el VIH en niños en una enfermedad crónica, con una duración de vida prolongada y de buena calidad. Sin tratamiento, alrededor de un tercio de los niños y niñas que adquieren el VIH de sus madres mueren en su primer año de vida, y el 50 por ciento fallece antes de cumplir el segundo año.

Como muchos niños y niñas de América Latina y el Caribe carecen aún de acceso a terapia antirretroviral (ART), sólo en 2007 murieron 4 mil 319 niños menores de 15 años a causa de enfermedades relacionadas con el sida. A nivel mundial, son escasos los datos de diagnóstico en la infancia temprana, y entre aquellos países que sí informan al respecto, solo el 8 por ciento de los bebés nacidos de madres con VIH han sido evaluados con pruebas virológicas a los primeros dos meses del nacimiento. Aunque en la región ha habido grandes avances en la ampliación de la atención y el tratamiento para adultos -el 64 por ciento de los adultos de América Latina necesitados de tratamiento recibieron ART en 2007-, los niños siguen rezagados en el acceso al tratamiento y atención, aun cuando el VIH avanza más rápida y agresivamente en ellos.

Es crucial diagnosticar el VIH en bebés tan pronto como sea posible, ya que el tratamiento temprano puede mejorar significativamente las tasas de supervivencia. Sin embargo, el diagnóstico en menores de 18 meses es difícil y en algunos casos casi imposible, debido a la falta de equipos de prueba de VIH apropiados. Una vez diagnosticados, los niños y niñas con VIH requieren acceso a ART, lo que presenta desafíos pues es difícil que los más pequeños puedan ingerir píldoras. Se necesitan formulaciones líquidas que a menudo requieren refrigeración.

En resumen, en América Latina y el Caribe el progreso en la prevención y diagnóstico del VIH en los niños sigue siendo insatisfactorio. Este es uno de los aspectos más trágicos de la pandemia en la región: los medios para atenuar el impacto del VIH en niños y niñas existen, pero la voluntad política y el liderazgo para protegerlos y apoyarlos siguen siendo insuficientes.

Las rebanadas del pastel

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