Usted está aquí: sábado 2 de agosto de 2008 Opinión Cuartetos en Aguascalientes

Juan Arturo Brennan

Cuartetos en Aguascalientes

Aguascalientes, Ags. Así como hay algunos cuartetos de cuerdas formados en su totalidad (o casi) por miembros de una familia, hay otros en los que, por el contrario, se encuentra una rica diversidad de orígenes. Tal es el caso del Cuarteto Penderecki, cuyos integrantes, provenientes de Polonia, Inglaterra, Canadá y Estados Unidos, han logrado en más de 20 años de labor conjunta un rico sonido y un sólido trabajo de ensamble que, sin duda, tiene como raíz precisamente esa conformación cosmopolita.

El Cuarteto Penderecki fue el encargado de ofrecer el concierto inaugural de la cuarta versión del Festival de Música de Cámara de Aguascalientes, un concierto de atractivo repertorio y sólidos resultados musicales.

Para el famoso Cuarteto Op. 76 No. 3 de Haydn, los integrantes del Cuarteto Penderecki aplicaron una buena componente estilística en lo general, con la atención debida a las dinámicas, los contrastes, el color instrumental, etcétera.

En lo particular, destacó la creación de sonoridades análogas a las del hurdy-gurdy en el primer movimiento, así como la inteligente diferenciación en las variaciones del segundo, resultando especialmente coherente y lograda la participación protagónica de la viola.

La segunda obra interpretada por el Cuarteto Penderecki fue una notable sorpresa: el Cuarteto No. 1 de Janácek, inspirado en La sonata a Kreutzer, de León Tolstoi. Se trata de un cuarteto que se percibe inicialmente como una obra fragmentaria y dispersa, pero a medida que avanza adquiere rasgos de unidad.

Sí, es una obra que puede ser calificada como neurótica y esquizofrénica, pero su audición cuidadosa permite concluir que Janácek aplicó un cierto método a la locura que hay en esta música.

Chispazos sonoros, feroces contrastes, grandes silencios, apretadas texturas… en fin, una serie de elementos constructivos y expresivos que requieren, ante todo, mucha precisión, y los miembros del Cuarteto Penderecki demostraron poseer con creces esta cualidad. Fue esa precisión, así como una disciplina tímbrica monocromática que le va muy bien a esta música (cuyo aspecto exterior de colorido es ciertamente engañoso) las cualidades que permitieron a este multinacional cuarteto ensamblar con coherencia los bloques de este sorprendente cuarteto de Janácek.

Para concluir su destacado concierto inaugural, el Cuarteto Penderecki hizo una inteligente interpretación del Cuarteto Op. 44 de Mendelssohn, calibrando con eficacia los parámetros constructivos clásicos de la pieza con ciertos momentos de expresión más romántica, pero siempre muy controlada.

Dicho de otra manera, el Cuarteto Penderecki supo traer a primer plano, sin contrastes excesivos, todo lo que de apolíneo tiene la música de Mendelssohn. Fuera de programa, el grupo abordó una muestra de la materia musical que ha nutrido su carrera de manera fundamental: el Segundo cuarteto de Penderecki, obra breve pero poseedora de una energía volcánica que recibió una interpretación potente y concentrada, con admirable claridad en el perfilado de cada uno de los gestos, motivos y modos de producción sonora propuestos por el gran compositor polaco.

Para la segunda noche de la versión de 2008, el Festival de Música de Cámara de Aguascalientes propuso un concierto de formato inusual, reuniendo al Cuarteto Latinoamericano y al Cuarteto José White, cuyos miembros se combinaron para interpretar movimientos del Quinteto K. 516 de Mozart y del Sexteto Op. 18 de Brahms, así como las Dos piezas para octeto Op. 11 de Shostakovich.

Con una vertiente didáctica y una propuesta de interacción con el público, este concierto representó la primera colaboración entre estos dos cuartetos, los más destacados en nuestro panorama camerístico, y dejó abierta la puerta para otros proyectos semejantes.

La reacción del público (mayoritariamente joven) ante la música interpretada en ambas sesiones fue sorprendente: las obras de Janácek, Penderecki y Shostakovich fueron ovacionadas con un entusiasmo evidentemente mayor que las de Haydn, Mozart, Mendelssohn y Brahms, lo que permite abrigar esperanzas de que tendremos generaciones de melómanos con oídos más abiertos.

 
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