Usted está aquí: lunes 4 de agosto de 2008 Estados Megadesarrollo amenaza la ecología de Tulum

Megadesarrollo amenaza la ecología de Tulum

Avala Semarnat un downtown con hoteles, residencias, canales tipo Venecia y campos de golf

Mireya Cuéllar (Enviada)

Ampliar la imagen Puerta de acceso para la maquinaria pesada que ha iniciado el desmonte de las 78 hectáreas en las que se edificará el desarrollo inmobiliario Aldea Zamá, en los límites del Parque Nacional Tulum Puerta de acceso para la maquinaria pesada que ha iniciado el desmonte de las 78 hectáreas en las que se edificará el desarrollo inmobiliario Aldea Zamá, en los límites del Parque Nacional Tulum Foto: Luis López Soto

Tulum, Qroo. 3 de agosto. Por daños al medio ambiente, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) clausuró ocho pequeños hoteles instalados en terrenos que el gobierno federal reivindica como parte del Parque Nacional Tulum; sin embargo, el pasado 11 de julio, contra la opinión de ambientalistas y algunos pobladores, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) aprobó el Downtown Tulum, un proyecto de desarrollo inmobiliario que se comercializa con el nombre de Aldea Zamá y que incluirá, en una primera etapa, zonas residenciales, multifamiliares y centros comerciales. Para una segunda: hoteles, canales navegables y un campo de golf.

Ubicado en los límites del Parque Nacional Tulum, la primera etapa del Downtown se desarrollará sobre 78 hectáreas de terreno que el Instituto del Patrimonio Estatal (IPAE) de Quintana Roo le vendió –no se sabe a qué precio, porque esa información ha sido clasificada como confidencial– a la empresa Mayazama SA de CV, un corporativo inmobiliario formado por Grupo Plan, del que Roberto Hernández es accionista, y grupo Dicas, de Emilio Díaz Castellanos, según la información que se ha hecho llegar a publicaciones para inversionistas.

El proyecto ha sido motivo de una amplia polémica y movilización de los grupos ambientalistas y pequeños hoteleros, no sólo porque el gobierno del estado le quitó a la Universidad de Quintana Roo parte del terreno donde se instalará Aldea Zamá para entregarlo a los desarrolladores, sino porque el despojo fue disfrazado de permuta; se argumentó que a cambio de ese predio se le daría otro que resultó ser uno que la universidad ya poseía en comodato desde ocho años atrás en las playas de Xcacel-Xcacelito. Pero además porque modificará totalmente el rostro de ese destino turístico.

Más bien parte de la Ruta Maya que de la Riviera Maya, Tulum es una comunidad de 32 mil habitantes, cuyos turistas tienen poco que ver con los spring breakers que llegan a Cancún o los “todo incluido” que frecuentan Playa del Carmen. Los viajeros que se animan hasta acá –a más de 100 kilómetros del aeropuerto de Cancún– son europeos o nacionales, en su mayoría jóvenes mochileros, quienes disfrutan los pequeños hoteles sin luz eléctrica (para no alejar a las tortugas que anidan en estas playas), que se movilizan en transporte público, usan los taxis, comen en las fondas y compran en las tienditas del pueblo.

Es un turista que aporta a la comunidad mucho más que los del “todo incluido” de las grandes cadenas hoteleras (que comen en el hotel y se transportan en sus vehículos, sin interactuar nunca con los habitantes del pueblo) o el de los cruceros que tanto promueve la Secretaría de Turismo, dice Carlos Meade, director de la ONG Yaxche, Árbol de la Vida.

El Downtown se presentó como un proyecto con identidad maya –tuvieron que cambiar el nombre por el de Aldea Zamá, porque fue lo primero que se cuestionó durante la consulta ciudadana– “sólo porque a los departamentos les montarán una fachada estilo palapa, pero todo lo mezclarán con canales tipo Venecia”, apunta Meade, quien dice también que la experiencia indica que el concepto Riviera Maya explota todos los aspectos de lo que fue esa cultura, pero “los mayas de hoy no son más que la mano de obra barata que levantará los muros y hará los canales”.

Claudia Avendaño, quien como miembro de la comunidad asistió a las presentaciones del proyecto que hizo la empresa, recuerda que les hablaron “de dos campos de golf, canales navegables y los equipos modernos que usarían para que los químicos no lleguen al mar y maten el arrecife”

“Ellos dicen que tendrán una planta de tratamiento de aguas residuales y después las van a inyectar al subsuelo a más de 60 metros de profundidad; lo que no entienden es que no importa cuántos metros abajo la inyecten, de todos modos van a contaminar el manto porque este suelo es totalmente poroso y el agua dulce (aunque sucia) tiende a subir.

Tulum ya tiene un problema de contaminación del manto freático pues no cuenta con drenaje y en parte es problema de sus habitantes, quienes –dice Claudia–, piden al albañil que hace la fosa séptica de la casa que no la revista toda con cemento para que se filtre el agua y así nunca se llene. De lo contrario tendrían que pagar cada cierto tiempo a las pipas que hacen el servicio de recoger las aguas negras de las casas del municipio”.

Tulum, “región amenazada”

El Programa de Regiones prioritarias (formado por organismos ambientales nacionales e internacionales) catalogó la zona donde se ubicará el proyecto Downtown como de “alta biodiversidad” y “región amenazada”. El dato es retomado por la Semarnat en su dictamen para autorizar, con el cambio de uso de suelo, que esta selva mediana subperennifolia sea deforestada y se destine a “uso habitacional”.

La primera etapa consistirá en la urbanización de la zona mediante la instalación de servicios públicos como drenaje sanitario, agua potable, energía eléctrica y banquetas, que dividirá al terreno en 25 manzanas. En la segunda, será ofertado “a los habitantes de la localidad e inversionistas”. En 16 meses el terreno estará urbanizado y en 10 totalmente edificado con condominios y comercios.

En el terreno se ubica un cenote, 26 especies de aves, seis de reptiles, cinco de anfibios y 4 de mamíferos. De las 41 especies registradas, 8 se ubicaron dentro de la NOM-059-Semarnat-2001, entre ellas la palma chit, especie amenazada. Para el cenote estipula que en un radio de 50 metros a la redonda “quedan prohibidas todo tipo de actividades constructivas. De esta manera, la formación referida deberá ser integrada al paisaje como sitio de contemplación de la naturaleza”.

La resolución de la Semarnat sobre el impacto ambiental hace un señalamiento confuso: en una tabla sobre la “política aplicable a la Unidad de Gestión Ambiental AH3-4, en la que se localiza el predio de interés en la ciudad de Tulum” dice que se puede aprovechar predominantemente para “asentamientos humanos” y que el uso del suelo es compatible con el manejo de infraestructura y turismo, sin embargo, cuando señala los usos “incompatibles, y que en ningún caso es recomendable llevar a cabo” además de la agricultura, señala también, otra vez, el “turismo”.

Bajo en suelo de lo que será el Downtown –como en toda la región– hay un manto freático que se ubica a una profundidad de unos ocho metros, por lo que se indica a los constructores que las obras de infraestructura para dotar el terreno de luz, agua, drenaje, agua, etcétera, que serán subterráneas, no deberán superar una profundidad de cuatro metros, para “no ser un factor que promueva la afectación del manto”.

La Semarnat le ha indicado también que para desmonte, despalme, relleno, nivelación del terreno y todo lo relacionado con la primera etapa de los trabajos, podrá contratar sólo a 41 trabajadores e instalar sanitarios portátiles pues la genereación de 20 litros diarios de orina, entre otros, pueden contaminar el manto freático.

La vida en la península de Yucatán depende del manto (los cenotes son parte de ese sistema) porque en toda la zona hay un sólo río, el Hondo, pero se ubica en los límites de Quintana Roo y Belice.

 
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