Usted está aquí: lunes 4 de agosto de 2008 Sociedad y Justicia Aprender a morir

Aprender a morir

Hernán González G.
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■ Mujeres, violencia y sida

Dentro de la 17 Conferencia Internacional sobre VIH/sida que se lleva a cabo en la ciudad de México del 3 al 8 de agosto, destaca por su amplia percepción del problema y agudeza de enfoques el documento Mujeres, violencia, VIH/sida, del Dr. Víctor M. Ortiz Aguirre, profesor investigador del Centro de Estudios Rurales en el Colegio de Michoacán, AC y consultor en el tema del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM por sus siglas en inglés).

Víctor Ortiz señala que “el objetivo de la investigación es sondear, a partir de una aproximación cualitativa, el cruzamiento de dos epidemias: sida y violencia, desde una perspectiva de género, con una exploración más detallada en el caso de las mujeres indígenas, y relacionadas con la movilidad poblacional, dada la probable mayor exposición al riesgo de adquirir el VIH e infecciones de transmisión sexual. Otra de las razones de este énfasis es la muy escasa información sobre las sexualidades indígenas”.

“A la par de esta carencia de información –agrega el Dr. Ortiz-, encontramos también la falta de modelos de intervención específicos para este tipo de poblaciones, donde además las estrategias de prevención consideren sus valores y pautas culturales. Por tanto, las condiciones y motivaciones para su exposición a prácticas de riesgo son poco conocidas y en muchos casos construidas desde marcos conceptuales ajenos a las comunidades. Se las explica desde afuera, como en las guerras de conquista, donde el vencedor da nombre y razón del vencido, usurpándole la autonomía.

“A esta escasa investigación en torno a la correlación violencia y sida y a la prácticamente nula en torno a la población indígena, hay que añadir que la violencia en sus diversas representaciones es una manera de vivir muertos en vida, tanto para quien la ejerce (por su falta de conciencia) como para quien la recibe (por su falta de oportunidades). En cada caso estamos hablando de un cuarto elemento que, dada su importancia, conviene considerarlo aparte: el poder. Sin embargo, la relación de un individuo con su propia violencia es la clave para cualquier programa de prevención o investigación que se realice.

“¿En qué medida –pregunta Ortiz- la cultura construye una -mujer y un varón como estructuras obligatorias de pensamiento, hasta desembocar en una biopolítica o control político de la vida, en una administración oficial de vida y muerte?”. (Continuará).

 
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