Usted está aquí: martes 5 de agosto de 2008 Mundo Trabajadores de bajos ingresos no creen que Obama o McCain resolverán la crisis

■ Más de millón y medio de empleos perdidos en EU en un año, según cifras oficiales

Trabajadores de bajos ingresos no creen que Obama o McCain resolverán la crisis

■ Bancos y casas financieras, vulnerables no obstante los “rescates” millonarios del gobierno

■ Nueva York vive la peor crisis económica en 40 años, advierte el gobernador David Patterson

David Brooks (Corresponsal)

Ampliar la imagen Activistas contra la guerra en Irak se manifestaron ayer poco antes de la llegada del aspirante republicano a la Casa Blanca, John McCain, a una fábrica en Lafayette Hill, Pensilvania Activistas contra la guerra en Irak se manifestaron ayer poco antes de la llegada del aspirante republicano a la Casa Blanca, John McCain, a una fábrica en Lafayette Hill, Pensilvania Foto: Ap

Nueva York, 4 de agosto. Lo que el Fondo Monetario Internacional llama “la crisis financiera más grande en Estados Unidos desde la Gran Depresión”, parece no responder a las medidas propuestas por los políticos hasta ahora, mientras que el sector más afectado, los trabajadores de bajos ingresos, no confían en que ninguno de los dos candidatos presidenciales hará algo para mejorar sus condiciones cada vez más alarmantes.

Las malas noticias económicas son registradas casi todos los días. El pasado viernes el gobierno reportó un incremento en la tasa de desempleo que llegó a 5.7 por ciento, su nivel más alto en 4 años, al desaparecer otros 51 mil empleos el mes pasado, el séptimo consecutivo en que se registra un incremento de desempleo. En lo que va del año unos 460 mil empleos se han esfumado y en los últimos 12 meses suman un millón 600 mil. Combinando el subempleo y el desempleo, la cifra es de 10.3 por ciento (hace un año era del 8.3 por ciento).

Estas débiles condiciones en el mercado laboral, combinadas con una inflación acelerada, llevan a pérdidas significativas en salarios y beneficios reales para la mayoría de los trabajadores, señala el Instituto de Políticas Económicas (EPI), en Washington. Jared Bernstein y Heidi Shierholz, economistas de EPI, advierten: “si las familias trabajadoras no pueden encontrar los empleos y las horas laborales que necesitan, es probable que los ingresos se desplomen, llevando hacia la baja el consumo también, el cual representa 70 por ciento de la economía”.

El problema hipotecario puede durar dos años más

Pero aún no hay indicadores de que la crisis haya tocado fondo. Algunos expertos creen que la crisis hipotecaria podría extenderse por uno o dos años más. En tanto, casi todas las semanas las empresas reportan pérdidas gigantescas, como fue el caso de General Motors, que acaba de reportar una pérdida de 15 mil millones en el último trimestre (aunque hay excepciones por los que se benefician con el mercado petrolero, entre otros, la Exxon acaba de reportar índices récord de ganancias).

Bancos y casas financieras gigantescas y pequeñas se encuentran en estados de gran fragilidad a pesar de una intervención estatal masiva en el llamado “libre mercado”. Desde que estalló la crisis financiera en la primavera, el gobierno federal ha ofrecido préstamos de emergencia y liquidez para toda una gama de empresas de inversión y bancos (incluyendo casi 30 mil millones sólo para rescatar a la casa financiera Bear Stearns), pero hasta el momento todo esto no ha logrado restablecer confianza ni estabilidad al sector, donde se pronostican más pérdidas dramáticas.

“Cientos de miles de millones en rescates sin condiciones se han entregado a los megabancos y casas de inversión más grandes y poderosas, mientras que el gobierno ofrece sólo débiles gestos de simpatía para los productores, trabajadores y consumidores que están padeciendo los efectos”, escribe en The Nation William Greider, analista de políticas económicas. “Estos rescates están recompensando a la misma gente e instituciones cuyo comportamiento irresponsable causó este desastre financiero”, acusa.

Greider advierte, con otros analistas y políticos, que “el peligro más grave es que la economía nacional se debilite aún más y proceda en una espiral hacia abajo en un ciclo negativo que empieza a autonutrirse: al oscurecerse las condiciones, la gente se detiene para dejar pasar la tormenta, los consumidores dejan de comprar, los bancos dejan de prestar, las empresas productivas empiezan a recortar sus nóminas”, y eso lleva a más cuentas delincuentes en la contabilidad del sistema bancario. “Este ciclo vicioso es esencialmente lo que llevó a la Gran Depresión después de crack de la bolsa de valores de 1929”, concluye.

Hace unos días, el gobernador del estado de Nueva York, David Patterson, advirtió a Washington que se está viviendo la peor crisis en 40 años, y que podría llegar a niveles de la gran depresión en regiones como su estado, donde ya se están reduciendo programas sociales de manera severa para responder a las consecuencias fiscales de la situación económica. Otros gobernadores y alcaldes están sonando la misma alarma.

Mientras, la desigualdad económica se intensifica, mostrando que no todos sufren igual. El 1 por ciento de los estadunidenses en 2006 (las cifras más recientes) captaron 22 por ciento del ingreso total nacional, el nivel más alto en dos décadas, y tal vez el más alto desde 1929, según datos de la agencia federal tributaria (IRS). Y a la vez, la tasa de impuestos sobre ese mismo uno por ciento más rico está a su nivel más bajo en 18 años, reportó el Wall Street Journal.

Ante esto, el candidato demócrata Barack Obama y su contrincante republicano John McCain, son obligados a referirse de manera constante al tema de mayor preocupación entre el electorado, pero no han logrado convencer a muchos de que tienen una respuesta para mejorar el panorama económico. Una nueva encuesta publicada hoy en el Washington Post registra que aunque Obama goza de un margen de dos a uno contra McCain en las preferencias electorales de los trabajadores de ingresos bajos, la mayoría no confía en que el resultado electoral hará algo para mejorar su situación financiera. Muchos siguen indecisos sobre cuál de los dos candidatos sería el mejor en reparar la economía o, por cierto, el sistema de salud, según la encuesta nacional.

Tal vez esta desconfianza tiene que ver con que varios de los asesores económicos de ambos candidatos han participado en formular y promover las políticas que han contribuido al dramático incremento de la desigualdad económica en este país durante los últimos 25 años bajo presidencias republicanas y demócratas, incluso los que son arquitectos de la crisis actual.

 
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