Usted está aquí: lunes 11 de agosto de 2008 Opinión Desde el otro Lado

Desde el otro Lado

Arturo Balderas Rodríguez
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■ La pulcritud de la IP

Hace unos cinco años la compañía Enron se declaró en quiebra, dejando literalmente en la calle a miles de sus trabajadores que además tenían sus ahorros invertidos ahí. Era una de las más importantes empresas estadunidenses relacionadas con el sector energético, especialmente gas y electricidad. Sus empleados confiaron en la salud financiera de la compañía, en la que depositaron sus ahorros con la expectativa de un retiro confortable. No sabían que los directivos manipularon la contabilidad para que reflejara una situación financiera sana y las acciones de la compañía se cotizaran muy por arriba de su valor real. Cuando esto se conoció públicamente, sus acciones se desplomaron y miles de accionistas quedaron en la ruina. El sueño del retiro cómodo se fue a la basura. Los directivos vendieron sus acciones poco antes de que se descubriera el fraude, y obtuvieron millones en la operación. La semana pasada uno de ellos llegó al acuerdo de pagar 35 millones de dólares para quedar exonerado del delito de fraude. Se estima que obtuvo más de 300 millones de ganancia vendiendo sus acciones en el momento preciso.

Otro caso en el que la industria energética fue favorecida, o más bien el reducido grupo que la usufructúa, es la decisión de la Suprema Corte de EU de conmutar 2 mil millones de dólares a la petrolera Exxon por 500 millones para resarcir el daño causado por uno de sus buques en las costas de Alaska. El derrame de millones de barriles de petróleo de uno de sus buques dañó los recursos naturales, el medio ambiente y la economía.

La conclusión en éste y otros casos similares es que ciertas compañías privadas disponen de muchos millones para evadir y manipular la ley a su favor. Su poder se impone al de los estados en los que operan, con el consecuente daño a la sociedad en su conjunto. Por si fuera poco, compañías como Exxon obtienen ganancias millonarias aumentando el precio de las gasolinas, lo cual agrava la de por sí deteriorada situación económica de millones de personas. La bancada demócrata en el Congreso intentó emitir una ley para evitar que este tipo de empresas especularan, pero fue derrotada. Si parte de esas ganancias se revirtiera para beneficio de la sociedad, y no sólo de un reducido grupo de accionistas, habría menos razones para desconfiar de ellas y de su manejo de los recursos que pertenecen a toda la sociedad.

 
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