Usted está aquí: viernes 15 de agosto de 2008 Mundo Enfrentó Allende una “política deliberada” de sabotaje, indica Luis Hernández Navarro

■ Construir un Estado justo, principal aspiración del presidente derrocado: José López Tapias

Enfrentó Allende una “política deliberada” de sabotaje, indica Luis Hernández Navarro

■ Durante su gobierno aumentó considerablemente el nivel de vida de los campesinos, dice el analista

■ La reforma agraria de la Unidad Popular es analizada en el seminario que se realiza en El Escorial

Armando G. Tejeda (Corresponsal)

Ampliar la imagen El abogado valenciano Joan Garcés, el analista Marcos Roitman y el coordinador de Opinión de La Jornada Luis Hernández Navarro, durante su participación en El Escorial en el seminario sobre el pensamiento de Allende, auspiciado por la Universidad Complutense y este diario El abogado valenciano Joan Garcés, el analista Marcos Roitman y el coordinador de Opinión de La Jornada Luis Hernández Navarro, durante su participación en El Escorial en el seminario sobre el pensamiento de Allende, auspiciado por la Universidad Complutense y este diario Foto: Armando G. Tejeda

Madrid, 14 de agosto. A pesar de todas las dificultades que afrontó Salvador Allende (1908-1973) durante su gobierno de la coalición Unidad Popular (socialistas, comunistas, radicales y cristianos de izquierda), en menos de tres años logró imprimir a dos políticas públicas fundamentales su espíritu democrático, libertario y emancipador. Impulsó una reforma agraria –que provocó un aumento notable en el nivel de vida de los campesinos y un reparto histórico de la tierra para eliminar el latifundio– y la política indígena, en la que por primera vez en la historia de Chile reconoció al pueblo mapuche en su especificidad cultural, étnica y antropológica.

En el cuarto día de conferencias y debates del curso de verano El pensamiento vivo de Allende: actualidad y perspectivas, organizado por la Universidad Complutense y La Jornada en el Escorial, se analizaron tres cuestiones vitales del gobierno popular de Allende, derrocado por Augusto Pinochet: la política agraria, crucial para vertebrar el país, dotar de alimentación básica a su población y romper con el círculo vicioso e histórico del latifundio; la política indígena, que supone una auténtica vanguardia, y, por último, el carácter “socialista” que le imprimió al Estado chileno.

Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión de este diario, hizo un análisis pormenorizado de los años previos y el desarrollo de la reforma agraria, desde la aprobación de la legislación por parte del anterior gobierno de Eduardo Frei hasta el desarrollo y puesta en práctica de la estrategia allendista.

“En el momento de la reforma agraria de Allende hay emergencia de una creciente conciencia política. Y, simultáneamente, también hay enormes contradicciones al interior del mismo sector campesino. También hay una nueva estructura de la tenencia de la tierra, que va a permitir en el futuro un nuevo mercado de tierras; se acaba con la institución del inquilinaje, existe un proceso de extensión de la organización campesina notabilísimo y un incremento muy significativo en el nivel de vida de la gente del campo”.

Entre las dificultades que tuvo que afrontar Allende en este proceso de redistribución de la riqueza y, por tanto, de la tierra, destacan las medidas extremas adoptadas por la oligarquía empresarial y ganadera, que adopta “una política deliberada para sabotear el proceso”. El ato ganadero, por ejemplo, era entonces de 3 millones de cabezas y se sacaron hacia Argentina, de manera clandestina, 200 mil. Se sacrifican vacas preñadas, se queman silos con trigo, etcétera.

Ser indígena en Chile

En cuanto a la política del presidente Allende con los mapuches, el intelectual mexicano añadió que “es verdaderamente notable en relación a su época. Tiene un reconocimiento de la especificidad del ser indígena, rechazo a considerarlos y pensarlos sólo como campesinos, y también hay reconocimiento a su especificidad cultural que no existe casi en ningún mandatario de América Latina hasta épocas muy recientes.

Los mapuches (gente de la tierra en su lengua), araucanos para los colonizadores españoles, están concentrados en la región sur de Chile. Tenían dos formas de tenencia de la tierra principales: reducciones indivisas, con tenencia colectiva, en que se agrupaban alrededor de 2 mil 700 comunidades y 390 mil personas en 300 mil hectáreas; y reducciones de propiedad individual, de 160 mil mapuches con 140 mil hectáreas.

El propio Allende tomó la palabra, al leerse en voz alta una declaración que hizo en el contexto de una histórica entrevista con el periodista estadunidense Saúl Landau: “Ellos son considerados una raza desconocida, negada, degradada física y moralmente de una serie de factores que influyen. Cuando se tiene hambre a veces es muy difícil razonar. Sobre todo cuando no se tiene una cultura con nivel político, cuando se les ha hecho promesas por más de un siglo y sus abuelos y sus padres y ellos han sido frustrados y negados.

“Lógicamente esa gente está apremiada por una realidad brutal, que es comer para vivir todos los días. Nosotros consideramos que los problemas de los mapuches no pueden solucionarse sólo en función de la reforma agraria. Aquí hay un problema antropológico cultural, de raza… Pero no es un problema de un día. Es un problema de muchos años, porque hoy el mapuche es considerado frente a la ley un niño sin derechos, entonces esa situación no puede variar de la noche a la mañana”.

Por último, el catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, José Antonio López Tapias, destacó que la principal aspiración utópica de Allende fue la de hacer del Estado chileno, además de “socialista”, un “Estado justo”.

 
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