Usted está aquí: domingo 17 de agosto de 2008 Cultura Para impugnar el capitalismo, sólo nos queda el arte: Juanes

■ El filósofo habla de su nuevo libro Marcel Duchamp: itinerario de un desconocido

Para impugnar el capitalismo, sólo nos queda el arte: Juanes

■ El mercantilismo tecnocientífico y avasallador busca consolidar una “era del vacío”, alerta

■ La creación, como sostenía el artista francés, posee una dimensión pensante, señala

Arturo Jiménez

Ampliar la imagen Jorge Juanes, en su estudio, durante la entrevista con La Jornada Jorge Juanes, en su estudio, durante la entrevista con La Jornada Foto: María Luisa Severiano

En su búsqueda por comprender el universo de la historia del arte, Jorge Juanes ofrece un corpus más de su serie reflexiva con su nuevo libro Marcel Duchamp: itinerario de un desconocido (Editorial Itaca).

Se trata de uno de los pocos títulos en español sobre el artista francés y en el que toma distancia entre quienes lo descalifican por “intrascendente” y quienes lo “idolatran” como guía del arte contestatario de la segunda mitad del siglo XX.

Dominado por el “coyunturalismo” creativo, la negación de la tradición sin conocerla, la chabacanería, el esnobismo, la “crítica desorientada” y el mercado, el mundo del arte contemporáneo requiere de un fundamento teórico para trascender ese estancamiento y poder desmontar el predominio actual del capitalismo mercantil, tecnocientífico y avasallador que busca consolidar una “era del vacío”, del pensamiento único y fin de la historia.

Se trataría de un fundamento teórico generado desde dentro del arte mismo, no desde otras perspectivas externas a él, como la filosofía, la sociología, la historia, la política, la ideología o la biografía del artista, que sólo rodean los asuntos centrales del arte sin ingresar a esos mundos diversos, libertarios y tan singulares como las individualidades artísticas que los crean.

La filosofía se ha agotado

A esa descomunal tarea, en la que no excluye sino que incluye aportes importantes a lo largo de la historia del arte, se ha entregado desde hace unos tres años el filósofo Jorge Juanes, con libros ya publicados sobre Hölderlin, Goya, Artaud, Dalí, Jackson Pollock, Andy Warhol, Kandinsky y Bacon.

Y con libros por publicar en unos meses, con temas como el pop art, la historia del arte occidental, Leonardo da Vinci, o el situacionismo y la teoría crítica del arte en los años 60.

En Marcel Duchamp: itinerario de un desconocido, el autor también aborda la relación en la obra de ese artista entre arte y erotismo, así como el análisis de creaciones suyas relevantes, como el Ready-made, el Gran vidrio y Étant donnés.

La tarea de deconstrucción y construcción de discursos de Juanes va tan lejos que niega la utilidad de su propia disciplina: la filosofía. Como “le dijo” hace poco a Hegel en un artículo que publicó en una revista: señor, no es el fin del arte, como usted lo ha asegurado, sino el fin de la filosofía.

De hecho, agrega en entrevista con La Jornada, lo único que nos queda para cuestionar al capitalismo y al mundo entero es el arte, la libertad del arte, porque es la filosofía la que ya se ha agotado.

Es extraño, continúa, pero varios artistas llegaron a regodearse con esa idea del fin del arte. Sin embargo, advierte, si el arte muriera, con él moriría la posibilidad de disidencia real, y eso es lo que quisieran los sistemas de poder. Por ello, concluye: “Más que nunca, tenemos que afirmar el arte”.

El arte, una patria específica

La charla con Jorge Juanes se desarrolla en el estudio de su departamento de la colonia Condesa, donde afirma:

“Todos los libros que hago parten del análisis del arte desde dentro de sí mismo. Voy analizando obra por obra, movimiento por movimiento, la movilidad de un artista concreto, pero siempre siguiendo el arte desde adentro, sin salir del arte, haciendo hablar al arte. ¿Por qué y con qué intención? Porque pienso que el arte es un mundo propio, una patria, un territorio específico que genera dentro de sí mismo una problematización del mundo, que no es la misma que se está dando en el campo político, institucional o económico.

“Y eso, justamente, es ir a contrapelo del mundo institucional, del ordenamiento político. Y hace que el arte sea para mí una dimensión contestataria, que plantea una relación específica de los hombres entre sí, con la naturaleza y con las cosas. De ahí que, entonces, no se puede explicar el arte desde aquello que es externo a él, de ese mundo que es contra lo que el arte se está construyendo.”

Ahora que, cuando Juanes dice “pensar el arte desde el arte”, también quiere decir “pensar todo desde el arte”.

Y explica: “El arte da a pensar y me permite generar un pensamiento general, sobre las relaciones sociales, pero se trata de un pensamiento sui generis que es el que se va a ir fundando en la historia del arte”.

Destaca que el arte se va dando históricamente. “Va planteando cosas, siempre está autocriticándose, generando dimensiones inesperadas, excepcionales.

“Por tanto, no hay una posición unívoca del arte, un ser del arte dado de una vez y para siempre, sino que se va haciendo. Lo que el arte va abriendo, lo abre en su propio devenir. Y yo voy siguiendo todo esto que ha ido abriendo el arte y de ahí voy generando una manera de pensar el mundo.”

Y en ese planteamiento general es que Juanes ubica su análisis del arte contemporáneo, el cual comienza, agrega, con el debate de las vanguardias artísticas, dentro del cual sitúa a Marcel Duchamp.

Quien pinta es un pensador

Jorge Juanes percibe tres líneas clave en ese debate: la primera, asumir la vigencia de la tradición heredada, por ejemplo la pintura de caballete o la escultura de pedestal, “pero ojo, transformando, trastocando sus estructuras constructivas, formales, con casos como los del cubismo y Picasso”.

La segunda, con el ejemplo de un constructivismo que busca “la implicación del arte en la vida desde el arte”, el cual sigue siendo vigente como laboratorio para la generación de formas, pero se integra en el “diseño del mundo”: plazas, muebles, publicidad, escenarios, cine, moda, un “arte implicado” que se considera como de vanguardia y que también se promovió en los regímenes socialistas.

La tercera sería el Dadá, que también busca relacionar arte y vida, pero desde la libertad como el “bastión último” del arte, con lo cual pretende “subvertir y transformar las formas de vida, como la moral”.

En esta última entra, dice Juanes, Marcel Duchamp, quien generó la peculiaridad de renunciar a la pintura porque consideró que “ya ha dado todo” y que no es más el arte de los tiempos contemporáneos.

“Según Duchamp, hay que pensar en este problema, en la posibilidad de un nuevo arte, en una nueva posibilidad del arte, y eso es lo que hace. En ese sentido, él es fiel a algo que está en el origen del arte moderno y que plantea Leonardo da Vinci cuando dice que la pintura, el arte, es cosa mental. No es un problema manual, de virtuosismo, de oficio, de artesanía. El que pinta es un pensador.

“La dimensión del arte es pensante. Y eso es lo que habilita y rehabilita Duchamp, quien se da cuenta que el arte occidental es ocularcéntrico, sometido al servicio de la mirada, morfológico.

“Por eso trata de destruir ese ocularcentrismo y nos muestra, por ejemplo, los ready-made, donde no hay nada que ver, pues no se da para la observación, sino que se da para pensar.”

 
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